Hace algunos días, un amigo de la infancia me hizo llegar a través de las redes sociales unos comentarios hechos por el “Licenciado Pablo Santos”, en relación a algunos de mis artículos de opinión en este diario. Aunque no sea mi modus operandi, siento que es mi deber responder a sus interrogantes e inquietudes, pues es la única manera de aclarar pronunciamientos que pudieran ser interpretados como mal intencionados.
Sr. Santos:
Le agradezco que religiosamente lea mi columna y que de manera ocasional comparta sus comentarios sobre los temas que abordo. Las diferencias en nuestras opiniones no me molestan, al contrario, forman parte de un debate que a la postre es beneficioso para todo aquel que participa. No obstante, posiciones encontradas no deben ser externalizadas mediante el irrespeto a nivel personal, mucho menos difundiendo acusaciones sin ningún tipo de argumento.
Cuando escribí dos artículos sobre el supuesto “Cártel del Cibao”, expliqué con lujo de detalles, apoyándome en datos, el por qué en nuestro país aún no existe un cártel de la droga. Además, en aquellos artículos expuse las diferencias entre un cártel de la droga y una Organización de Tráfico de Drogas (OTD), apuntando que en nuestro país existen varias OTDs con conexiones tanto en México como en Colombia. Me hacía eco de lo siguiente: “aunque no existe ningún cártel endémico, el estado degenerativo en materia de seguridad y narcotráfico en nuestra isla se asemejaba al proceso que naciones como Colombia y México vivieron en los años que sirvieron como antesala a la formación de los poderosos cárteles en esos países”. Este sigue siendo el caso, hecho que a todos los que amamos nuestro país debe de preocuparnos.
Por consiguiente, mi planteamiento fue no ser tremendista ni exagerado, sino proveer realidades, fundamentada en datos, para que nuestras autoridades lograsen mitigar el desarrollo de las OTDs, y evitar su subsecuente evolución a cárteles durante los próximos 10-20 años. Yo mantengo mi posición ante este tema, no sólo por la investigación exhaustiva que he realizado sobre el mismo, sino porque tengo conocimiento de causa. Sin entrar en detalles, puedo decir que mi carrera profesional me ha exigido llevar el pulso del narcotráfico en toda América Latina. En este ejercicio, la República Dominicana ha jugado una pieza importante al ser el principal puente del narcotráfico en la región del Caribe. Sr. Santos, nunca me llamaría a si mismo un experto en la materia, pero mi experiencia profesional e investigativa me califica para hablar con propiedad sobre estos temas, ya que mi área de especialización ha sido precisamente sobre temas de seguridad nacional, como la inteligencia, contrainteligencia y el narcotráfico.
Todavía no he encontrado, Sr. Santos, alguien que maneje a fondo el tema del narcotráfico, y con acceso a información privilegiada, que haya asegurado que en dominicana existe un cártel. Si comparas, por ejemplo, la falta de gobernabilidad que existe actualmente en regiones de México, te darás cuenta que aún nuestro país no ha llegado a esos niveles. Esa es sólo una de las tantas características propias de un cártel de la droga, misma que no se ha hecho presente en el diario vivir isleño.
Pero como ya expresase, el hecho que tengamos opiniones que difieren no me molesta. Usted se basa en sus conocimientos, yo en los míos. So obstante, y sin restale mérito a su posición, creo más en mi propia lectura sobre el tema que en la suya. Por algo trabajo en el área en la cual me desenvuelvo. El hecho que usted utilizara cuatro argumentos dudosos para sustentar la existencia de un cártel dominicano, le resta a su postura en vez de sumarle. Primero, y a diferencia de su opinión, un cártel opera exactamente como una empresa. Es cierto que no tienen un “domicilio fijo” como expresara usted, pero es posible identificar su centro de operaciones geográfico, así como su estructura de comando. La plana gerencial de un cártel no resulta difusa, al contrario, una labor detallada de inteligencia puede arrojar nombres, domicilios, conexiones, empresas fantasma, testaferros y otros elementos que son utilizados por cualquier organización criminal para llevar a cabo sus operaciones ilícitas. En este punto estás totalmente equivocado.
Segundo, a diferencia de su argumento, la droga de Quirino no iba hacia la Zona Franca de Santiago. Esa droga, según datos de la DEA y la DNCD, iba dirigida hacia una empresa exportadora en La Vega, misma que se ha visto en varias ocasiones vinculada al trasiego de drogas. Con esto no quiero decir que a través de la Zona Franca de Santiago nunca se haya realizado un envió de drogas al exterior. En honor a la verdad, desde allí se han originado cargamentos de cierta importancia a través de compañías que aún siguen operando. Y eso me preocupa. Aun así, su afirmación sobre la droga de Quirino es falsa.
Tercero, la presencia de cárteles extranjeros en nuestro país no infiere que tengamos un cártel endémico. Tanto el Cártel de Juárez como el de Los Zetas tienen vínculos directos con OTDs dominicanas. No sólo eso, ambos cárteles envían a emisarios a dominicana para que organicen la logística de los cargamentos de droga que se reciben y luego salen de nuestra isla. Esto significa que esos cárteles operan en la República Dominicana, pero no que nuestro país tiene su propio cártel. No existe el Cártel del Cibao, ni del Sur, ni de Quirino, ni del Este, ni de Paya. Existen OTDs dominicanas que están puestas al servicio de los cárteles de Sinaloa y los Zetas. Eso también me preocupa, porque su presencia en nuestro país representa una pieza más en la eventual evolución de OTDs dominicanas a cárteles. A pesar de eso, en este punto también se equivocó.
Cuarto, usted argumenta que el crack fue inventado en la República Dominicana por el dueño de una discoteca. Eso no es cierto. Muchos le atribuyen a “Yayo”, dominicano residente en el Bronx (Nueva York) y quien fuera propietario de la discoteca Ambis, la creación, en Nueva York, del crack. Muy por el contrario a la creencia popular en nuestro país, el crack llegó a la ciudad de Los Ángeles en 1974 vía Suramérica. Según las historias sobre “Yayo”, éste creó el crack en el 1977. Algo no me cuadra. ¿Cómo la DEA tiene documentada la aparición del crack en 1974 en la ciudad de Los Ángeles y no fue sino hasta 1977 cuando “Yayo” la creó en Nueva York? La respuesta es simple, “jodedores” empleados por el cárteles de Medellín y de Cali, quienes se encargaban de la distribución de cocaína en Los Ángeles, crearon el crack en 1974. “Yayo”, el famoso dominicano, fue uno de los pioneros en comercializar el crack en grandes cantidades en la región Este de los Estados Unidos; con esto “Yayo” ganó notoriedad. Sin lugar a dudas, su influencia en la proliferación del uso del crack en Estados Unidos fue determinante. Pero el cuento de camino que identifica a “Yayo” como inventor del crack no es más que una desinformación, debido a la falta de conocimientos de muchos de la génesis del crack. Una génesis que incluso está ligada a la crisis del sonado conflicto Irán-Contra, hecho que incluye a la CIA como contacto de narcotraficantes que a la postre se convirtieron en precursores del apogeo del crack en los Estados Unidos. Estos datos, Sr. Santos, usted ni siquiera los menciona.
En Dominicana existen no una, sino varias OTDs poderosas. Sus conexiones en el noreste norteamericano, el mercado Europeo, la posición geográfica estratégica de nuestra isla, las deficiencias de nuestras autoridades, una justicia porosa, la corrupción y el problema del lavado de activos son los catalizadores que han permitido el desarrollo de OTDs dominicanas. Esas mismas organizaciones ilícitas están en un proceso evolutivo que de no ser detenido, pudiera provocar la creación de un cártel de la droga “netamente” dominicana. Esa es una realidad que nadie puede tapar, principalmente por la integración operativa de importantes cárteles mexicanos en nuestro territorio. Pero decir que en nuestro país actualmente existe un cártel de la droga es una muestra de ignorancia sobre el tema, es ser tremendista, y desconocer los elementos orgánicos y en materia de seguridad que acompañan el establecimiento de un cártel. Ni la ONU, ni la DEA, ni El Centro de Inteligencia Antidroga norteamericano, ni el Departamento de Estado norteamericano reconocen la existencia de un cártel dominicano, esto por falta de elementos que identifiquen a una organización de esa envergadura. ¿Acaso está usted más calificados que estas instituciones? ¿O tiene usted más preparación y conocimientos que los analistas de inteligencia en cuestiones de narcotráfico?
Y no, no soy político, ni me paga el gobierno. Ningún gobierno tiene dinero suficiente para comprar mi voz. Tampoco estoy en la nómina de empresario alguno. Sólo soy un simple ciudadano dominicano, que por cosas del destino, domina este tema al dedillo. Me importa mi país y entiendo que la mejor manera de combatir los flagelos que nos afectan, es identificándolos sin sensacionalismo. Sus ataques personales y sus datos erróneos, le han hecho emitir juicios que distan de la realidad, y por ello, sus letras han llenado de ignorancia sus comentarios.
Pero debo felicitarle, señor Santos, pues a pesar de la ignorancia que ha demostrado en sus ataques personales y sus comentarios, usted continúa leyendo mis artículos. Debo reconocer su esfuerzo de salir de la ignorancia que le arropa, utilizando las letras que semanalmente comparto en mi columna. Continúe ese ejercicio, de seguro le hará bien. Yo continuaré con el mío, sin miedos ni tapujos, aprendiendo de aquellos que conocen un tema más que un servidor, y compartiendo lo poco que Dios y la vida me han permitido aprender a través de vivencias y del trabajo honrado. Porque mi teclado y mi voz no tienen precio.