Porque…”La única lección que aprendemos de la
Historia, es que no aprendemos de la Historia”
Historia: Un relato, generalmente falso,
De sucesos generalmente sin importancia,
Que son obra de gobernantes generalmente
Bribones y, de soldados, generalmente
Estúpidos.
A. Bierce.-
Desde hace bastante tiempo y observando de cerca, conociendo hechos que normalmente no son de uso público, vengo sospechando dolorosamente, que algo no anda bien en el interior humano –si es que queda algo-, de los políticos.
La Reina se los come vivo, dejando solo bagazos y aun en las puertas de la muerte se mantienen aferrados hasta el último momento a esa troglodita, devoradora de hombres, que todo el mundo le llama “la política” y, que a mí, me ha dado por llamar “la reina”, la maldita reina.
Casos dolorosos, como el acontecido con el Dr. Joaquín Balaguer, que llevó cabo un casamiento sin divorcio ni arrepentimiento con la misma. Perdió la vista y mantuvo el silencio hasta cuando ya la dura realidad era inocultable. Por igual juraron y perjuraron los fieles, los “leales” y seguidores que conformaban su estrecho y mal oliente anillo. Hasta cuando no se pudo engañar más a la ciudadanía, hasta ese preciso momento, la vista del líder era veinte-veinte.
Se aprovecharon de sus limitaciones corporales hasta el día de hoy, cuando solo queda explotar lo que queda de su nombre e, inclusive, algunos de esos mismos aprovechados se burlaban a sus espaldas mientras amasaban fortuna a costa de quien creía, en verdad, que gobernaba.
Algunos Secretarios de Estado, secretarias, ayudantes civiles y guarda-espaldas, establecieron un increíble peaje, un burdo mercado donde se hacía de todo y por todo. Donde “ese todo”, tenía un precio para que el invidente estampara su firma, a sabiendas de que era engañado, de que le metían gato por liebre, de que no tenía intimidad alguna. Sabia, porque lo sabía, que lo único que no vendían era su respiración y porque no podían embotellarla. Y, así murió, solo, atrapado en las redes malditas de la reina y la ambición sin nombre de sus “leales”. Balaguer mato a Joaquín, el animal político mató al ser humano.
Por igual sucedió con el Dr. José Francisco Peña Gómez, que muy a sabiendas de su enfermedad, la mantuvo en secreto hasta cuando fue imposible ocultarla más, mientras la reina, la maldita reina lo obligaba a eso e inclusive, hasta disgustarse con uno de sus mejores médicos y además amigo, cuando este le dijo que no había nada que hacer. Se aferró a su boda con la reina, hasta que esta lo mató. Algo idéntico a Balaguer, en este caso, Peña Gómez mato a José Francisco, el animal político mató al humano.
Quizás y con igual dramatismo y tragedia, aunque con mucho menos ocultamiento y misterio, sucedió con el Lic. Jacobo Majluta Azar. La reina, no lo dejo vivir, no le permitió recibir las atenciones que requería en su momento Jacobo, porque al animal político solo le interesa Majluta Azar y, por igual los mató a los dos.
Ahora la historia se repite con Hugo Rafael Chávez Frías. Una enfermedad rodeada de un misterio que llegó a rayar en lo ridículo, en jugar con la inteligencia de los demás, solo para complacer la reina, que exprimió hasta el último aliento a Hugo Rafael, el ser humano. La reina y su entorno no le permitieron el descanso y proceso que en verdad necesitaba Hugo Rafael para tratar de recuperar su salud. Solo la historia, en su momento, dirá cuando en verdad murió, desde cuando estaba muerto en vida pero, que el propio Chávez se negó a divorciarse de la reina, hasta que lo mató.
Similar a los casos anteriores, el animal político Chávez Frías, en contubernio con la maldita reina, acabó, mató a Hugo Rafael. Lamentables y dolorosos estos casos que deberían servir de ejemplos para aquellos políticos que la reina les obnubila el pensamiento y los hace creer que son eternos, invulnerables a las desgracias humanas, que no los deja pensar en su familia ni sus amigos, que sufren su dolorosa agonía y muerte, todo por seguir ciegamente, a la maldita reina. ¡Si señor!