Los sistemas de pensiones están en crisis en todas partes del mundo, tanto los de capitalización individual, como los de reparto. Lo cierto es que existen problemas estructurales que no se han abordado con la suficiente responsabilidad.
La capitalización más emblemática es la chilena. Y casi cuatro décadas después no ha llenado las expectativas creadas, dejando muchas frustraciones y problemas sociales. Las propias autoridades han reconocido esa realidad evidenciada en las movilizaciones NO + AFP.
"La promesa que nos hicieron hace 40 años de que sólo con el ahorro individual tendríamos buenas pensiones no se cumplió", afirmó la presidenta Michelle Bachelet. El 90,75 % de los jubilados recibe pensiones inferiores a 233 dólares, casi la mitad del sueldo mínimo establecido vigente.
Hace una década la presidenta Bachelet promovió una reforma que estableció un pilar solidario obligatorio, para elevar las pensiones de los trabajadores de bajos ingresos. Pero sus aportes fueron muy modestos y no tocó el rol de las AFP.
Ahora, la presidenta Bachelet ha tenido que enfrentar las crecientes quejas y presiones por un cambio más profundo, enviando al Congreso una reforma con tres proyectos separados, pero complementarios.
Primero, un proyecto que crea el Nuevo Ahorro Colectivo del 5% del salario con cargo al empleador, del cual un 3% será de ahorro personal heredable, mientras el 2% restante constituirá un fondo de solidaridad social. Con este aumento la cotización llega al 15%, y se espera elevar en un 20% las pensiones más bajas.
Además, propone una reforma Constitucional para crear el Consejo de Ahorro Colectivo que administrará el 3% (60%) de los nuevos ahorros y el 2% (40%) a cargo de las AFP. Y la tercera iniciativa va orientada a reformar el funcionamiento de las AFP, pero sin tocar las comisiones, ni abordar tema de compartir las pérdidas. La Presidenta, además, incluyó en la reforma la instrucción de evaluar el cuestionado sistema de retiro de las Fuerzas Armadas.
Desde luego, ya ha habido aprobaciones, y objeciones a dichas propuestas. AFP Hábitat, señaló que "los proyectos no se harían cargo de las causas fundamentales que explican los actuales niveles de pensión, como la realidad salarial, la inestabilidad laboral, la situación de los independientes, entre otros”.
Una de las críticas que se formula a la propuesta es que, aunque establece algunas restricciones a la forma en que funcionan las Administradoras de Fondos de Pensión (AFP), las mismas resultan insuficientes para inclinar la balanza hacia los trabajadores.
Por su parte, grupos y analistas reconocen que el alza en la cotización hasta un 15% es "un avance significativo, pero objetan que como la mayor parte de los nuevos recursos estará destinada a mejorar pensiones actuales, en realidad se trata de un impuesto al salario que afectará gravemente a más de 2 millones de personas de clase media". Y, en adición, no tendrá un impacto suficiente sobre las futuras pensiones de los cotizantes actuales.
Otra iniciativa es crear un “bono compensatorio para las mujeres”, orientado a compensar la mayor longevidad que determina pensiones inferiores a la de los hombres con el mismo nivel de ingreso. En Chile la mujer puede pensionarse a los 60 y los hombres a los 65 años.
El bono constituye una solución. El bono equivale a compensar la diferencia respecto al hombre, con lo cual se logrará eliminar esa desventaja de género en cuanto al monto de la pensión.
La idea es que una mujer que decida postergar su jubilación hasta los 65 años tenga una pensión similar a la de un hombre con un ahorro previsional igual al suyo. Pero si la mujer se retira antes de los 65, el bono es menor mediante una escala inversa a la diferencia entre retirarse a los 60 o a los 65.
En esencia, la reforma chilena se orienta a crear un primer pilar solidario que garantice una pensión básica a todos los trabajadores, manteniendo un segundo pilar de capitalización individual también de carácter obligatorio, pero dejando que las AFP puedan ganar mucho dinero, aún cuando lo trabajadores pierdan.