La reflexión que asumimos en esta entrega va orientada sobre la noticia en caliente que da cuenta de la acción judicial bautizada como Operación 13 por parte de la Procuraduría General de la Republica, que tiene que ver con el fraude millonario del sorteo del 1ro. de mayo del presente año, que nos deja una estela de experiencia y aleccionamiento social, familiar y, si se quiere, político, pero sobre todo una mancha indeleble al pueblo de Bonao que siempre espera que sus hijos sean sus mejores embajadores y referentes positivos.
La referida operación 13, ejecutada al alba del sábado 11 del mes de junio del 2021, involucra un joven señor de Bonao, nombrado Michel Dicent, como se conoce en los corrillos societarios de su pueblo, cuya comunidad, por su cultura comportamental de acciones en miniaturas, se fue creando una percepción de que dicho ciudadano nouelense no pararía en buena cosa, muy a pesar de que su principal gala había sido presentarse impoluto, o lo mismo decir que se autocalificaba de completamente limpio, sin ninguna mancha. Y de eso hacía grandes exhibicionismo llegando a crear la costumbre de calificar ladrones y mafiosos a cientos de coterráneos. Su odio al concepto ladrón era tan exacerbado que cualquiera pudiera asociar el dicho popular que reza ¨dimes de lo que te alabas y te diré de lo que adoleces¨.
Y parece que lo dicho no pudo estar oculto ya que desde que llegó a la Lotería Nacional, puso de manifiesto dicho habito o su delirio de grandeza, que a nuestro juicio, sin ser psicólogo clínico, nos luce que su personalidad ha estado cautiva de una patología de súper héroe, lo cual-como dispensa de asimilar lo que le pasó en el puesto de administrador-, habrá que concluir que es una clara evidencia que acusa una profunda falencia comportamental y, que se le arrastra de un hogar disfuncional, que le ha marcado toda su personalidad atípica, incluyendo también,-según la manera empírica de ver los desajustes de personalidades-, como una forma que retratan su carácter, indudablemente formado del cuadro de vida que le tocó vivir, y quiero testificar que así mismo él lo ha externado, que su forma y carácter, lo arrastra del hecho que su madre y su padre lo abandonaron desde niño lo que propició que se le desarrollara un gran vacío espiritual y emocional hasta producirle una bipolaridad de que ora es todo un monaguillo y ora es una fiera callada.
De lo anterior dicho, habría que inferirse que la forma frenética con la que entró a la Lotería, no era para menos, ya que esa es su forma de ser encubierta en su interioridad personal. Y parece que no es casual, sino atribuible a lo dicho hasta aquí, que ya a los pocos días de ser designado en el puesto, empezó a demostrar gala de súper administrador, en las cuales, no pudo esconder su temperamento cargado de amplia apariencia de megalomanía, todopoderoso, y es más, con dosis de súper yo.
Como soporte de entendimiento, cabe admitir que el susodicho es dueño y poseedor de una mente brillante y verbo florido, pero, al parecer carente de inteligencia emocional, prudencia y madurez. Por lo tanto, hasta nos motiva que le agreguemos, que al momento de su nombramiento al frente de la referida institución, la gente de su pueblo se puso la mano en la cabeza y se mostró absolutamente petrificado de asombro, precisamente, por tratarse de un cargo cubierto del fantasma del fraude. Por lo tanto, se veía que el implicado Michel, no tenía el bagaje para dicho puesto, en el sentido de que la persona que ahí se designe, se entiende, debe ser todo-por lo menos-, un referente de moralidad y un modelo de pureza social. Al respecto, nosotros mismos nos llegamos a alegrar por su designación porque representó escalamiento, sin embargo, nos dejó al mismo tiempo la sensación de que dicho puesto le quedaría grande por lo ante expuesto de su personalidad y su historial conflictivo en su pueblo.
Es por lo que, a fin de no dejar pasar los hechos del fatídico número 13, a modo de reflexión, es preciso ver todo desde múltiples factores que la sociología jurídica, nos explica de que las conductas desviadas dimanan de la misma desviación de los patrones sociales, que en vez de servir para una formación en valores, generan la construcción de unas conductas de carácter ambivalente con profundas perturbaciones y confusiones, sobre lo correcto o incorrecto. Por tanto, la generación carente de valores, resulta como globos flotantes que explosionan fácilmente como burbujas cristalinas por ser pompas de jabón. Es de ahí que en vez de decir, ¡pobre Michel!, lo pluralizo, y decimos, ¡Pobres Micheles! Y lo hacemos en el sentido que la sociedad en nuestros días, es una fábrica de personalidades con escasas reciedumbres para hacer las cosas correctas.
Por lo expuesto más arriba, debemos plantear que lo hacemos consciente que ese tipo de conducta no es exclusivo del protagonista de nuestra reflexión, y confesamos que en grado alguno lo justificamos, sino que lo que queremos es aprovechar-sin hacer leña del árbol caido-, es hacer un llamado a las familias, de que cuidemos nuestros comportamientos como guías y tutores a fin de evitar seguir fomentando la llamada generación de cristal,-la actual-,la cual descansa en irresponsabilidades, y por consecuencia, en la permisibilidad de los padres respecto al desarrollo de los valores éticos, morales y cívicos que se le debe inculcar a los hijos, cuestión que si no tienen una base sólida, en ese mismo grado, lo que se obtiene es una sociedad aberrada derivadas de los malos patrones colectivos.
Es por eso, que decimos, ¡Pobres Micheles!, porque asimismo como hoy está nuestro referenciado en un escándalo mayúsculo, ya con medida de coerción aplicada, su destino inmediato es pasar un tiempo detrás de las rejas. Y Aunque su pueblo conoce de su personalidad, como quiera, la moral de Bonao, como comunidad, se siente hoy día totalmente cabizbaja y un tanto marcada con la vergüenza publica de que un joven que le llegó la oportunidad de su vida, inclusive, y que producto de sus continuas travesuras que se veían baladíes, construyó poco a poco, con ellas, de forma y fondo una marca de su destino, y sobretodo, dictan que el mismo ha sido quien le ha echado polvo a su nombre. Y cabe destacar finalmente, que producto de esa imagen estereotipada que tiene el pueblo de él, no hay mucha brecha a la duda de que todo su propio prontuario,- según se colige-, lo hizo presa fácil, o para cometerlo o para achacárselo, debido, ya que su estela de vida, formación y bellaquerías en miniaturas hizo que en su pueblo, sobre él, perdiera su presunción de inocencia.
Por tanto, cabe decir que lo que le pasó a nuestro referenciado, no es exclusivamente de él, sino que es de carácter casi general, motivada precisamente, por consecuencia de la debilidad de la familia. Por lo tanto, sea mentira o sea verdad lo que se le acusa, la percepción, más las apariencias, hacen pensar que lo que pasó con Dicent, no es otra cosa más que, la muestra de la existencia de tantos Micheles que la propia sociedad está formando e impulsando, a través del mismo patrón de disfunción de los hogares, al dar paso que los hijos se formen bajo el más profundo descalabro de la escala de valores, mismo que acusa un alto déficit de la responsabilidad patriarcal-padre y madre-, de servir de referencias y domadores de sus hijos para así evitar no tener que decir, ¡pobres Micheles! Padres, madres, familia y sociedad carentes de lineamientos correctos para construir ciudadanos correctos.