La República Dominicana posee un patrimonio cultural invaluable y de gran significación social, cultural, histórico y natural. Los monumentos arquitectónicos que cuentan la historia colonial son de gran interés para el país y el visitante que quiere conocer una parte de nuestra historia, y la propia ciudad colonial que es en sí misma un conjunto patrimonial, arquitectónico, urbanístico, de relevancia histórica con sus calles, iglesias, edificaciones institucionales, privadas y plazas. Declarada por la UNESCO en 1990, Patrimonio Histórico de la Humanidad. Muchas de sus edificaciones son museos y eso le agrega capital cultural a la zona colonial.
El estado posee bajo su dependencia a través del Ministerio de Cultura más de 14 museos y otros por definirse que ampliarían ese número y su compromiso estatal con la museografía del país. Igualmente, el sector privado posee importantes colecciones de arte, precolombina y de valor histórico que enriquece el patrimonio nacional, así como instituciones estales que gestan sus propias colecciones y que no son directamente administrados estos museos por el Ministerio de Cultura.
Igualmente existen fundaciones, ONG, gobiernos municipales y sociedades comunitarias que poseen espacios museísticos, y pequeñas colecciones donde se cuentan historias locales, familiares, de trascendencia histórica o temáticas específicas de la vida económica, medioambiente natural o aspectos específicos de grupos étnicos nacionales o determinadas actividades del país que trascienden las fronteras como el béisbol, la música y las propias universidades que poseen museos científicos variados.
A todo ello sumamos un gran interés por la museística despertando cada vez con más fervor y podemos hablar de un universo de museos, espacios culturales y de iniciativas hacia la creación de museos locales y temáticos, que ronda más de 100, generando un entusiasmo inusitado por los museos, nunca ante visto, poco expresado o canalizado para evitar juicios absolutistas.
Esta realidad por los museos se ha visto acompañada por un hecho particularmente inusual: el interés de un presidente en dejar sus huellas de gestión alrededor de los museos. Como sabemos cada presidente engendra un eje que marca su obra de gobierno y deja plasmada su obra allí en lo que es su foco de atención.
Esta vez el presidente Luis Abinader ha expresado en reiterados ambientes y por diferentes vías ese interés, pero que no es solo un antojo presidencial, es una visión de conjunto que articula la iniciativa con el turismo y el desarrollo abrazando un eje articulador que hacen de la iniciativa, un punto de inflexión que obliga a repensar los museos no solo como espacios de divertimento donde se cuenta una historia o se presente con sentido educativo un tema de ciencia o de valor patrimonial y artístico, sino visto como parte de un enfoque complejo, para que la museografía sea parte de las iniciativas que impacten sobre el desarrollo de la gente, cumplan su función social y cultural y agreguen al producto interno bruto-PIB- del país, riqueza social y calidad de vida.
Por tanto, esta radiografía a la que hacemos referencia es la efervescencia que hoy vive la museografía, el interés de grupos e instituciones en contar sus historias, la búsqueda de dominios técnicos sobre esta nueva manera de mostrar nuestros patrimonios y valores artísticos y reafirmar nuestra identidad y consolidar nuestra memoria social, desde la museografía. La UNPHU, tiene en su oferta académica, una Maestría en gestión de museos que la convierte en innovadora en ese mundo del saber.
Otros países incluye la museografía en sus políticas de divulgación cultural como parte obligada por así decirlo, de su muestra al visitante y de orgullo de pertenencia a sus ciudadanos, siempre bajo el criterio de que los museos no son un gasto, sino una versión que posee la cualidad de representar el patrimonio nacional y al mismo tiempo ser sostenible en sus gastos esenciales, son un aporte espiritual y gratuito en términos de país de temas artísticos, culturales e históricos cuya inversión es de infraestructura en las edificaciones, instalaciones museográficas, manejo de sus colecciones, personal especializado para su cuidado y puesta en valor y personal de apoyo indispensable para su funcionamiento.
Estas inversiones son esenciales para su funcionamiento, generan, como podemos ver en otros países, fuentes de empleos, circularidad económica, movimiento comercial e impacto directo en la economía. La creación recientemente por decreto de Promuseos y los Voluntariados de Museos, es una muestra fehaciente de la prioridad y la voluntad presidencial por llevar a cabo con cierta rapidez su visión sobre la importancia de los museos para el desarrollo y de valoración patrimonial y como parte de un interés particular que tiene en ellos. Hoy el Banco Interamericano para el Desarrollo -BID-, inicia en los próximos días su segunda fase de intervención para el remozamiento de la ciudad colonial con préstamo por un monto de 90 mm de dólares que incluye entre otras obras, cuatro museos coloniales: Alcázar de Colón, Fortaleza Ozama, Casas Reales y el Museo de la Catedral de Santo Domingo.
El propósito final del esfuerzo del presidente es lograr la sostenibilidad de estos museos, los nuevos y los viejos, y aquellos no estatales que también sigan como política de manejo y gestión la sostenibilidad, pues no se trata de inaugurar una sala o un museo, de lo que se trata es de que se pueda sostener en el tiempo con iniciativas creativas, dinámicas, de autogestión y transparencia, dentro de un ambiente de gestión democrática y con estándares de profesionalización y técnicos óptimos que permitan el logro de metas y propósitos que impidan su caída o cierre.
La museografía tiene un compromiso con los públicos que visitan sus instalaciones, con el manejo y conservación de sus colecciones bajo custodia y con un desafío permanente que requiere ingenio, plasticidad de gestión, capacidad de mutación y de innovación que, sin perder su esencia fundacional, haga que cada museo sepa adaptarse a los nuevos tiempos y evitar el anquilosamiento y la inacción.
Por tanto, esta radiografía de la museografía nacional hoy muestra una demanda que obliga a definir políticas y acciones que vayan hacia el fortalecimiento de su desarrollo, como parte de un programa nacional de museografía que contemple mayor interés en su inversión, manejo trasparente de los recursos, democratización de los estilos de trabajo, fortalecimiento y capacitación del personal técnico que allí labora, también la profesionalización de sus gestores, desarrollar la autogestión como emblema de manejo hacia la sostenibilidad de éstos y su duración en el tiempo. Debe apoyarse igualmente la iniciativa presidencial y promover la creación de una comunidad museística nacional, desde la Red Nacional de Museos, bajo la orientación de la Dirección General de Museos del Ministerio de Cultura, que dialogue sobre los temas de interés que les son inherentes y desde esa visión interactuar para alcanzar niveles de eficiencia y calidad de nuestros museos, los existentes y los nuevos que podrían surgir, públicos o privados.