Darle seguimiento al campo de las relaciones internacionales me ha hecho pensar en el fin de las ideologías, así como en el fin de los partidos. En consecuencia, si constatamos que nuestro aparato intelectual se basa en la configuración de los conceptos como realidades sólidas, llega un sociólogo, Zygmunt Bauman (lamentablemente, ido a destiempo), que nos la define como “realidad liquida” porque se nos escapa entre las manos.
Entonces, vivimos en la angustia de constatar que la lucha política rompe los cánones de la revolución social que significó la ilustración y la revolución democrático-burguesa (ejemplificada en la Revolución Francesa) para que el ideal de la soberanía “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” se fuera a consolidar. Entonces se produce el desencanto porque el vacío de poder es ocupado por los populistas de derecha e izquierda, llenando el escenario político y los titulares de la prensa y los noticieros.
He encontrado un “Manifiesto Por una democracia global” (disponible en español en el siguiente enlace en Internet: https://globaldemocracymanifesto.wordpress.com/espanol/) al que me suscribo plenamente. Para contribuir mi granito de arena, lo transcribo íntegramente para el conocimiento de los dominicanos.
MANIFIESTO POR UNA DEMOCRACIA GLOBAL
- La política atrasa. Vivimos una era de profundas transformaciones tecnológicas y económicas a las que no ha correspondido una similar evolución de las instituciones públicas responsables de su regulación. La economía se ha globalizado, pero las instituciones políticas y la democracia, no. Con sus muchas peculiaridades, diferencias y limitaciones, las protestas que hoy se extienden por el planeta evidencian un creciente malestar con el sistema de toma de decisiones, las formas de representación existentes y su escasa capacidad para proteger los bienes comunes del sistema político, y expresan una exigencia de más y mejor democracia.
- El bienestar y la seguridad del mundo están amenazados. El orden nacional/inter-nacional surgido del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del Muro de Berlín no ha sido capaz de gestionar los grandes avances de los sistemas productivos en beneficio de toda la humanidad. Por el contrario, asistimos a la emergencia de procesos regresivos y destructivos derivados de la crisis económico-financiera, del aumento de las desigualdades sociales, del recalentamiento global y de la proliferación nuclear. Estos fenómenos han afectado ya negativamente la vida de miles de millones de seres humanos y su continuidad y mutuo potenciamiento ponen en riesgo la paz del mundo y la supervivencia de la civilización humana.
- Las crisis globales requieren soluciones globales. En un universo social determinado por la globalización, las capacidades democráticas de los estados nacionales y de las instituciones internacionales se ven cada vez más restringidas frente al desarrollo de poderosos procesos, organizaciones y sistemas mundiales cuya índole no es democrática. Durante los últimos años, los principales líderes nacionales e inter-nacionales del mundo han corrido detrás de los acontecimientos globales. Su reiterado fracaso demuestra que no bastan las reuniones ocasionales, ni los acuerdos inter-gubernamentales, ni la cooperación internacional, ni el pretendido multilateralismo, ni las actuales formas de gobernanza global. La globalización de las finanzas, las cadenas productivas y los sistemas de comunicación, y el poder planetario alcanzado por las tecnologías destructivas exigen la globalización de las instituciones políticas de regulación y control. Las crisis globales requieren soluciones globales coherentes y efectivas. Por eso exigimos la urgente creación de nuevas agencias globales especializadas en el desarme, el crecimiento estable, equitativo y sostenible y la protección del medio ambiente, y la rápida implementación de formas de gobernanza democrática global en todos los temas que las actuales cumbres inter-gubernamentales han demostrado ser incapaces de resolver.
- Necesitamos avanzar hacia nuevas, y más extensas y profundas, formas de democracia. El actual modelo de globalización tecnológico-económica debe ser superado por otro que ponga los instrumentos tecno-económicos al servicio de un mundo más justo, pacífico y humano. Necesitamos un nuevo paradigma de desarrollo, globalmente sostenible y que incluya en sus beneficios a los miembros más pobres y desvalidos de la humanidad. Para evitar la profundización de las crisis globales y buscar soluciones a los desafíos planteados por la globalización debemos avanzar hacia más extensas y profundas formas de democracia. Las organizaciones nacional-estatales deben formar parte de una estructura más amplia y mejor coordinada, que debe incluir y articular instituciones regionales democráticas en todos los continentes, la reforma de la Corte Internacional de Justicia, una Corte Penal Internacional más justa y equitativa, y una Asamblea Parlamentaria en las Naciones Unidas, embrión de un futuro Parlamento Mundial. Pero este cambio institucional no podrá ser exitoso si es fruto de las acciones de una elite autoelegida. Por el contrario, la democratización del orden mundial debe surgir de un proceso socio-político abierto a todos los seres humanos, cuyo objetivo es la institucionalización participativa de una democracia global.
- Globalizar la democracia es la única manera de democratizar la globalización. Más allá de nuestras divergencias acerca de los contenidos y métodos idóneos para avanzar hacia un orden mundial más justo y estable, los abajo firmantes compartimos un firme compromiso el desarrollo de una democracia global. En nombre de la Paz, la Justicia y los Derechos Humanos no queremos ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional, ni por organismos inter-nacionales que no nos representan adecuadamente. Por eso trabajamos en la construcción de espacios políticos supranacionales y reclamamos instituciones políticas regionales, inter-nacionales y mundiales a la altura de los desafíos del Siglo XXI, que expresen las diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad.
- Convocamos a todos los seres humanos a participar de la constitución de una democracia global. Compartimos con los movimientos sociales mundiales el reclamo de “unirnos por un cambio global” y por una “democracia real”. Ambos postulados expresan el creciente rechazo a seguir siendo gobernados por poderes políticos y económicos sobre cuyas resoluciones no tenemos influencia. La autonomía y la autodeterminación no sólo son válidas a nivel local y nacional. Por eso reivindicamos nuestro derecho a participar de las decisiones globales fundamentales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes. Exigimos democracia no sólo a nivel local y nacional sino una democracia global, nos comprometemos a trabajar por su desarrollo y llamamos a todos los líderes políticos, intelectuales y civiles del mundo, a todas las organizaciones, partidos y movimientos democráticos, y a todas las personas de convicciones democráticas del planeta, a participar activamente de su constitución.
Las incapacidades de las elites de izquierda (por ejemplo, Venezuela) y derecha (verbigracia, Estados Unidos) me llevan a coincidir con el grito de que la estrechez de miras en objetivos nacionales entorpecen el avance hacia una ciudadanía global, que permita establecer objetivos sólidos en beneficios de todos, como el cambio climático o la eliminación de la pobreza.
Encerrarnos en una ceguera nacionalista nos hace incapaces de comprender cómo el sacudión institucional en contra de la corrupción generado con sabor a samba con el desmantelamiento de la trama multinacional de Odebrecht también debe alcanzar a la República Dominicana, ya que somos privilegiados ciudadanos globales porque desde estas tierras comenzó la planetarización por la proeza colombina.
Este Manifiesto se inició en la cumbre de los movimientos del 15 de marzo del 2011 en Europa y que en Dominicana se encarna en el Movimiento Verde. Por si todavía lo vemos turbio, ya ha logrado trastocar la geopolítica trumpiana al asestarle un golpe eligiendo a un defensor de los derechos humanos, partidario de la pacificación de la península coreana, el abogado Moon Jae-In, según lo informa Vatican Insider en el siguiente enlace disponible en la red: http://www.lastampa.it/2017/05/10/vaticaninsider/es/en-el-mundo/corea-del-sur-el-presidente-catlico-que-quiere-la-paz-5bLaftCCoAOZirrP1f3LdI/pagina.html
Un trastrueque, que hizo el pueblo coreano sin previo aviso y a contracorriente de los movimientos guerreristas de Trump, ya que la fama del Presidente Moon proviene de su militancia en defensa de los derechos humanos y con la fuerza de los “millones de manifestantes” que salieron a la calle y dieron al traste con la defenestrada Presidenta Park. Más interesante resulta saber que Moon es católico, una denominación que solo comparte el 10% de los coreanos.
Para República Dominicana, por lo tanto, como dijo el amigo Ricardo Nieves: “Ni Leonel, Ni Danilo ni Hipólito van en las elecciones del 2020 porque todos ellos les han fallado al pueblo”. Entonces, si nos vemos en el Manifiesto por una Democracia Global, el pueblo dominicano está siguiendo esos pasos, y debe surgir un líder del pueblo fuera de los partidos como en Corea del Sur.