El movimiento ciudadano que activó en el mes de enero la lucha contra la cultura de impunidad, tiene de frente una oportunidad dorada para, desde ese espacio, impulsar una ruptura con la política tradicional.

Somos de opinión que, si ese conglomerado no se organiza políticamente con miras a las elecciones del año 2020, corre el riesgo de diluirse, ya que aquellos que lo han apoyado en sus primeras actividades pueden perder el entusiasmo.

La ciudadanía necesita una motivación. Un propósito que la impulse a luchar por cambiar la cultura nacional. Con marchas y recolección de firmas no se logrará un fin concreto. Con votos sí. Ahora, ¿cómo se traduce fuerza política en fuerza electoral?

Las pasadas elecciones probaron que ambos conceptos son distintos. Una cosa es influir políticas públicas por conducto de movimientos cívicos, sindicales y religiosos, mas otra es traducir esos liderazgos en votos capaces de conquistar espacios congresuales y municipales, ya que hablar de una Presidencia de la República sería extemporáneo.

Las más de 300.000 firmas (aproximadamente un 6% del electorado) entregadas en Palacio cuentan con el potencial de significar el inicio de una nueva etapa histórica. Si esas firmas se traducen en votos, estaríamos hablando de la tercera fuerza política del país.

Sin embargo, ¿qué puede ofrecerle un movimiento de ruptura con la política tradicional a un electorado cansado de la partidocracia? Algunas sugerencias pretendemos brindar a través de este artículo:

  1. Una candidatura por la recuperación de la soberanía popular: es la ciudadanía la que tiene que decidir, no la minoría egoísta. Se hace imperiosa la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente que promulgue una verdadera Constitución ciudadana, a la cual se sujeten los poderes públicos. Son los oficiales y funcionarios nuestros empleados y no nosotros sus esclavos, cual si ellos fueran señores feudales.
  2. Una candidatura que, frente a unos gobiernos al servicio de la minoría del 1%, reivindique una democracia real basada en la soberanía del pueblo y en su derecho a decidir su futuro libre y solidariamente.
  3. Una candidatura que defienda los salarios y pensiones dignas, una fiscalidad progresiva para que paguen más los que más tienen y que persiga el fraude fiscal. Es fundamental propiciar la creación de empleo para una juventud que se siente desesperanzada y que se ve tentada a transitar el camino del dinero fácil así como el respeto a las leyes laborales, que ordenan que ocho de cada diez empleos deben ser para trabajadores dominicanos.
  4. Una candidatura por el derecho a la vivienda digna. Parece mentira que en pleno siglo XXI, millones de dominicanos no tienen acceso a un techo que provea condiciones mínimas de subsistencia.
  5. Una candidatura que se comprometa a mejorar los índices educativos del estudiantado. Es vergonzoso que nuestros estudiantes sean los peores de América Latina en asignaturas básicas como matemáticas y lectura comprensiva.
  6. Una candidatura que decida revolucionar los hospitales públicos, convirtiéndolos en lugares que contribuyan a mejorar la salud del dominicano y no a acrecentar la desesperanza y la desolación.
  7. Una candidatura que decida atacar de frente la problemática de los accidentes de tránsito. No podemos seguir siendo el país con más muertes por accidentes en el mundo.
  8. Una candidatura que decida promover la libre competencia en los distintos sectores productivos, sobre todo el de transporte de pasajeros y de carga.
  9. Una candidatura que combata la violencia machista.
  10. Una candidatura que combata los embarazos en adolescentes, promoviendo mejores condiciones de vida para sus familias y una educación sexual objetiva y racional, no basada en libertinaje.
  11. Una candidatura que asuma el rescate del sistema energético como su prioridad.
  12. Una candidatura que apueste a la inversión en educación física y deportes como herramientas para preservar la niñez y la adolescencia de las adicciones y de la delincuencia.
  13. Una candidatura que declare la guerra a la criminalidad organizada, mejorando las condiciones de trabajo y de vida de las fuerzas del orden así como del Ministerio Público y de la judicatura.
  14. Una candidatura que asuma la responsabilidad de proteger nuestras fronteras terrestre, aérea y marítima, dotándonos de una política exterior independiente.

Estos problemas se derivan de la cultura de corrupción y de impunidad en que hemos vivido a través de nuestra historia republicana. El Movimiento Verde marcha contra dicha cultura. Debe escalar hacia la presentación a la ciudadanía de una serie de compromisos que motiven la creación de una fuerza política de ruptura, que incentive a los dominicanos a no resignarse con la partidocracia tradicional.

¿Puede alguno de los políticos del sistema encarnar una candidatura de ruptura? Será el tema de nuestra siguiente entrega.