"Oliborio: para ser dios" de Ángelo Valenzuela

Nota: El fallecido artista y amigo, Ángelo Valenzuela, me solicitó este texto para acompañar su obra y hoy lo entrego como un homenaje póstumo a nuestra amistad, su calidad artística, su don de bien y su capacidad de trabajo en la cultura como gestor, paz a sus restos.

La más rural del sur, San Juan de la Maguana llamada el granero del sur, constituye un espacio en que cultura y medios de vida se conjugan de tal manera en que su cotidianidad discurre entre el trabajo laborioso del campo y los tiempos intempestivos de sacralidad de cofradías, vudú y liborismo y divertimento entre palos o atabales, comarcas y carabiné.

Un capitalismo tardío hace presencia de repente en la zona e inicia el despojo de la tierra a sus productores pequeños y medianos y abre un escenario de pobreza y marginalidad violentamente expresado en sus mecanismos de acumulación, apropiación y extorsiones en el mundo rural que termina excluido del proceso de desarrollo que inicia el siglo XX.

En ese contexto social aparece la figura mística de Oliborio Mateo,conocido también como el mesías, Maestro, o simplemente Liborio. De ascendencia rural, Liborio Mateo representaba al más común de los hombres de su zona. Analfabeto, de poco hablar, con dones curativos y profético, se convierte este simple campesino en guía espiritual de una parte importante de sus correligionarios e iguales, para ofertarles un mundo diferente al vivido por sus allegados y seguidores.

La muerte de Ulises Heureaux en 1899, mejor conocido como Lilís, origina para la ocasión un vacío político al que se le añadiría más tarde una desenfrenada práctica caudillista que hunde al país en el más grande de los desconciertos y que encontró en la ocupación norteamericana del 1916, el peor de los remedios.

Al mismo tiempo que se consolidaba la ocupación norteamericana, se multiplicaba la fama de Liborio Mateo en la región, visitado por miles de campesinos de muchas partes del país inaugurándose uno de los cultos mesiánicos más trascendentes de la historia cultural y religiosa de Latinoamérica.

Al interés por terminar con los caudillos, la preocupación de la resistencia rural en el este por grupos de campesinos que crecieron y se acomodaron a su zona como defensores de una causa justificativa de acciones violentas, conocidos como los guerrilleros del este, se sumó el inquietante y masivo culto liborista en Maguana, comunidad rural de San Juan de la  Maguana, todo lo cual preocupaba en demasía a los norteamericanos que decidieron ponerle fin a esta misión de curación, solidaridad y reciprocidad de lealtades.

Como todo culto mesiánico el liborismo rápidamente se conecta con las necesidades y expectativas de sus seguidores, crea un código de identidad y una misión, social y religiosa. La determinación de las tropas norteamericanas de pacificar el lugar, enfrenta al liborismo con la ocupación y termina Liborio Mateo con una cruenta muerte en 1922 en las montañas próximas a la cordillera Central del lado sur.

La proyección histórica del culto se ve en sus diferentes intentos de reanimación en distintos momentos históricos y su relanzamiento en 1960-61 como parte del vacío político luego del asesinato de Rafael Trujillo en 1961. Por segunda vez el culto es embestido por el poder institucional el 28 de diciembre de 1962, sin embargo, no desaparece, aunque mengua su afluencia y presencia en la zona. Intelectuales, artistas, citadinos, comerciantes, profesionales y políticos hoy se enorgullecen de ser su seguidor en una especie de mutación que hace posible su pervivencia y persistencia en la actualidad.

Un artista

Ángelo Valenzuela, joven y destacado artista de San Juan de la Maguana se encuentra con Liborio para reverenciarlo en esta su oba: Oliborio: para ser dios, que refleja fielmente la manera cómo esta figura, la más trascendente del siglo XX en la provincia, se transforma en motivo de inspiración en alguien que no vivió la época, sino que la oralidad, la memoria social, la fuerza de voluntad de seguidores y adeptos, convierten a Liborio en eje articulador de la identidad local.

El artista como en otras ocasiones sucede con el arte, siente la necesidad no sólo de la musa inspiradora, sino, sobre todo, del motivo de inspiración, motor que mueve el concepto, las manos y el talento del artista. En este caso destacamos la ruptura del artista con el prejuiciamiento y veto que han acompañado al personaje motivo de inspiración, y además como este artista se acerca a la historia del personaje para dimensionar su mayor momento: la muerte, reunida en un imaginario popular cargado de fe y ficción, trasforma la muerte en eternidad como plasma la salve:

Dicen que Liborio ha muerto

Liborio no ha muerto ´na

Liborio lo que pasa                               

e que no come pendejá

Una obra

Precisamente la obra escultórica, Oliborio: para ser dios, es una representación sublime del último acto del líder espiritual de los campesinos de la región sur y de lugares lejanos, debido a que, en la conceptualización de esta pequeña y majestuosa obra, Ángelo Valenzuela enlaza dos momentos determinantes y oponibles: la vida y la muerte, sólo que, en un culto mesiánico es la muerte que transmuta al mesías y le da trascendencia, de ahí la importancia del concepto artístico de Ángelo conseguido en esta obra escultórica.

Lograda como idea de reencarnación, los brazos se levantan desde la postración del cadáver, para alcanzar la estatura divina de la eternidad que hace posible que todavía hoy el liborismo no sólo es historia, testimonio y memoria, sino, modo de vida en muchos de sus antiguos seguidores, mutación hacia otros cultos de la religiosidad popular y sobre todo, motivo de inspiración artística en nuevas generaciones que cuentan con otros recursos y lenguajes, esta vez la estética, una historia que aún tiene capítulos incompletos.-