Toda exposición se cuestiona, una vez elaborado, socializado y aceptado el guion de la misma, cómo inicia sin repetir esquemas y diseños, cómo impactar desde el primer momento y cómo mantener los públicos, igual que en las buenas películas cine, atado entusiasta y atónito, a la historia, la trama.
Tesoros del Arte Taíno no escapa de tan sugerente desafío. La manera espectacular y compleja encontrada por su equipo museográfico fue desde las profundidades de la caverna. Profundad porque ellas fueron un espacio de intimidad social en la que el creador taíno, alejado del bullicio de la cotidianidad, encontraba la ocasión de dialogar con sus antepasados, tranquilamente, y ensimismado, buscar los trazos que traducían su inspiración, sea en pictografía o petroglifos, según el lugar en la base o soporte donde descansaría el inciso, figuras o la línea.
La caverna, es en Tesoros del Arte Taíno, un lugar de reverencia, una entrada a su cosmogonía, un tránsito a su mundo mítico que la museografía del Centro León en la cabeza de la cual se encuentra Leticia Moronta, bajo la dirección expositiva de Joel Butler, construyeron y nos iniciaron de esa manera por un túnel del tiempo que nos fue comunicando espacios, contextos y temáticas sociales, artísticas, rituales, laborales, de subsistencia lúdicas y cotidianas de la cultura taína.
Con una ligereza medida, los textos solo apoyan los inicios de Ámbitos y algunos otros espacios, para no saturar los públicos, para permitir las lecturas que cada quien haga en libertad de la muestra, y reforzar, desde el recurso museográfico usado, lo sensorial, lo exploratorio, lo visualmente simbólico que ayuda a completar la historia, ya que los objetos parte de su curaduría, más que tesoros por su belleza, lo son además, por su contenido, por su fuerza descriptiva y representativa en la explicación procesual de la historia contada y esta relación entre piezas y contextos, se ajustó con una sobriedad sorprendente; cada pieza en su lugar por Ámbito, es como páginas de un libro y los Ámbitos sus capítulos.
El Ámbito 0 o de descompresión, es el inicio propiamente del recorrido, pero no directamente temático, aunque hace referencia al Encuentro de dos Mundos, el flujo migratorio intracaribeño así como, en paralelo, una Línea de Tiempo, los acontecimientos más importantes que se sucedieron en el mundo hasta un momento de la llegada de los españoles a nuestra isla.
De tal manera se ha concebido museográficamente esta exposición para elevar a su compresión y valoración la cultura taína, su complejidad social, su armoniosa relación con el medio ambiente natural, la fuerza de su ritualidad, la elegancia de sus adornos corporales, la socialización de su dimensión pública, la estructuración de su vida familiar…y sus códigos cotidianos, representados en una gama diversa de ajuares domésticos que, combinados con la colección de etnografía y de artes visuales, dialogan su pervivencia, muestran su dureza como la del guayacán usado como reciedumbre en la fabricación de sus ídolos y vasijas de madera.
Cada Ámbito de esta exposición se esmera con recursos museográficos particulares como si se esforzara su museografía en competirlos en estética espacial, diseño, mueblería, color, iluminación, descanso del objeto en su propia dimensión explicativa. A la vez que cada Ámbito buscó igualmente, su manera de impresionar al visitante con un detalle, una gigantografía, un diorama, un tema audiovisual que da movimiento y ritmo al recorrido, pero que también se hizo acompañar de museos hermanos que prestaron para la ocasión importantes piezas de sus colecciones: Instituto Dominicano de Investigaciones Antropológicas UASD, Fundación García Arévalo, Museo Regional Arqueológico Altos de Chavón y el Museo del Hombre Dominicano.
El bohío circular es pasado y presente, es cultura viva y referente ancestral, colocado desde la visión museográfica para traernos en un viaje desde el pasado, para contar la vida familiar, la organización social y el divertimento. Lo público y lo privado se entrelazan en Batey y bohío con un trenzado que incluye el poder y las jerarquías de esta sociedad combinado con el juego, la fiesta y los cantos épicos presente en el diorama del areíto de dicho Ámbito.
La museografía combinó así mismo, en este gran espacio, la familia y la sociedad en su dimensión colectiva, en sus espacios de encuentros, en su vida compartida, donde se transmite a través de la palabra, su memoria y sus símbolos referenciales más destacados, siempre acompañada del arte contemporáneo como impronta de una inspiración ancestralmente taína en algunos de sus trazos, figuras y signos presentes en muchos de nuestros artistas. Genaro Reyes, Leo Núñez, Antonio Guadalupe, Chiqui Mendoza, José Ledesma, Domingo Batista, Wifredo García, son entre otros, los artistas cuyas obras dialogan con la exposición.
El último de los Ámbitos no es el menos importante, por el contrario, compone el argumento básico de la historia, pues la sociedad taína fue, por sobre todo, una cultura profunda e intensamente ritual. Ritualidad presente en sus figuras zoomorfas, antropomorfas, geométricas, laberínticas, lineales y abstractas, que recorren su existencia como grupo a través de su historia y simbolizada en muchas de sus producciones materiales, están presentes en ellas, independientemente del uso de las mismas.
La religión fue para el taíno el centro mismo de su existencia y cohesión social, además de su eje articulador y el fundamente por el cual se dominaría el mundo natural, pues los cemíes y las formas míticas zoomorfas, eran una manera de rendir culto a los dioses, a la naturaleza y reverencia a los animales míticos considerados ancestros. La Cohoba fue la asociación masculina encontrada para sus ritos, la purificación, la sacralidad del alma, y el polvo de la cohoba, el medio para entrar al mundo de los dioses y compartir un momento de misticismo a través del alucinógeno.
Las investigaciones de la Universidad de Leiden de Holanda, se hizo presente con una foto de un enterramiento en Loma del Flaco (Línea Noroeste), comunidad donde se hacen estudios arqueológicos bajo el proyecto de NEXUS 1492, cedida gentilmente por la directora del proyecto, la Dra. Corinne Hofman.
Hoy la religiosidad popular, integra en su dimensión sagrado-popular un espacio ritual al animismo taíno, a través de la División del Indio o del Agua, parte del panteón del vudú dominicano y que apropia dimensiones simbólicas taínas en el mundo religioso dominicano como parte de esa herencia que pervive aun entre los dominicanos. Un programa de actividades: conferencias, tertulias, talleres, visitas guiadas, conversatorios, acompañan la estancia de la exposición hasta el 18 de marzo del 2018, cuando clausura la misma. A ello sumamos también, un programa educativo con estaciones educativas interiores en la sala que se unen al recorrido, talleres, actividades exteriores exploratorias y Cuenta Cuentos en Mediateca, que provocan la curiosidad y la investigación de los niños y niñas en la visita a la exposición Tesoros del Arte Taíno.
Toponimia, gastronomía, sacralidad, artesanía, patrones estéticos en el arte dominicano, arquitectura, técnicas de producción agrícolas, formas de supervivencia, y otros elementos de la tradición oral y las creencias de los taínos, forman parte del ethos dominicano como los colgantes o los amuletos lo fueron para los taínos; y eso es el propósito final de Tesoros del Arte Taíno en el Centro León, reconocer esa herencia en nuestra identidad, valorarla como parte integrante del ser nacional, conocerla, para respetarla y valorarla en su complejidad, estatura cultural y para el deleite de visitantes nacionales y extranjeros.