El sábado en la tarde, amable lector, tenía que llevarle una vaina a una mujer que yo quiero mucho y el tren 6 desde Westchester hacia el fin de Manhattan solo llegó hasta Parkchester. La línea verde detenida desde Hunts Point: un ciudadano decidió suicidarse de una manera bastante horrible. Molote sorprendido sin saber cómo llegar a destino.
—Porque coñazo, si uté se va a matá, tírese al mar o dese un tiro, no se tire al tren, no le joda la vida a los demá, hay gente que moletan hata depué de muerto.
Esa era una voz anónima y masculina, pero articulaba los pensamientos del 97.87% de los que esperábamos por una alternativa en la plataforma de la estación. En ese mismo momento otra voz anónima, esta vez femenina, voceó en Inglés dicha alternativa por las bocinas:
NO HABRÁ OTRO TREN EN 12 HORAS
GENTE
DEJEN DE MURMURAR
DEJEN DE MALDECIR
¿ESTÁN USTEDES TODOS LOCOS?
¿NO TIENEN ALMA?
ALGUIEN MURIÓ
UN ESPOSO
UN PADRE
UN HIJO
UN HERMANO
UN AMIGO
UN SER HUMANO
TOMEN EL MALDITO AUTOBUS
Y VÁYANSE AL INFIERNO

La MTA se movió, dirigió varias guaguas gratuitas hacia Parkchester. La gente hizo fila bajo el sol hasta que un bípedo, terrícola, latino, caribeño, dominicano, cibæño, peidón mi tierra, con gorra aguilucha, rompió el orden metiéndose por delante de una doña de greñas color candela quien echó par de Fuckyous dando inicio a la empujadera. Por fin pude meterme en la tercera guagua, mala suerte. No bien entré mi sentido del olfato fue agredido por aromas fuertes, uno en particular, emitido por un cuerpo vivo no muy lejano que pertenecía a una damisela hermosa, de ojos galanos, quien debería tomar unos minutos, pronto, y tener una conversación Alma a Cuerpo.

"Oye Cuerpo, vamos a sentarnos a hablar como entes civilizados, yo misma no sé qué tú pretendes oliendo así, está bien que yo no te baño mucho, pero carajo, no tienes derecho a espantarme los pretendientes como si fueras un Ulises pestilente, y ya que estamos hablando te voy a preguntar algo, ¿piensas seguir engordando? Yo no tengo tiempo para meterme en un gimnasio y no me gustan las bicicletas, cada día como menos y ahora me entero que tú, como si fueras un camello en el medio del Kalahari, estás reteniendo grasa y líquidos en nuestra cintura para una escasez futura, cuerpœporra".

Me bajé tres paradas en un verano que seguía oliendo a cebolla con huevo. Ahí por SoundView había un festival de salsa donde sonaba el merengue 'Ella e loca con su tíguere'. Al doblar en Elder me encontré de frente con un caballerete que trabajó conmigo en un banco que quebró allá en RD. Llegó a Nueva York no hace mucho y ya maneja un BMW, al que no paraba de encender a control remoto, para borrar mis dudas sobre su prosperidad. No, el tipo no vende drogas, aunque debería, sería más útil a la sociedad, él vende Seguro Médico a viejitos que ya tienen Seguro Médico; se pasa los días de asilo en asilo, mirando, de reojo, los movimientos de los labios grises de un veterano de Vietnam que lo llama Hijo; pasándole el lapicero, firme aquí y aquí yaquí, iniciale aquí y aquí yaquí; aguantando la respiración o respirando de lao mientras asiente sin escuchar una sola palabra de esa letanía de soledad cantada por 1 de cada 3 según Monterroso. Le di un número de teléfono equivocado y seguí mi camino.

Una mujer que yo quiero mucho trabaja en un negocio llamado Check Cashing de lunes a Navidad, incluido el Día del Pavo. Son sus compañeros laborales una computadora que se friza a cada rato, una máquina de chiclets grandes como pelotas de pingpong, un vidrio de seis pulgadas y muchos formularios para envío de dinero a todos los países pobres de este nuestro planeta Tierra, incluidos Cuba y Andorra. No me había dao cuenta, pero su cabello tiene ya como muchas canas y me huele quella no ta ya como en teñirse.

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