Cuando la palabra se hace insuficiente para que el o la poeta manifieste su apuesta personal, se recurre a la cobstruccion de una pragmática discursiva emocional, procurando impregnar su intencionalidad, la cual, no necesariamente, es la que asume el lector. Esto es lo que ocurre en la poética de Aída Cartagena Portalatín (1918-1994), de manera específica en su poema "Una Mujer Está Sola" (1953), donde la soledad es asumida por la autora, como un soporte expresivo de su repulsa sígnica y de su anclaje poético-comunicativo.
Me pregunto y, tal vez, ustedes también se preguntan, ¿cómo es posible que una mujer esté sola, tan llena de multitud? Es la soledad interior la que acorrala su espiritud y de cual se sacude la poeta, desde su arrebato personal e intimista. Es soledad de aquella que se respira y se transpira en una sociedad que acusa y acosa… y limita el vuelo inalcansable del mal tildado sexo de las "debilidades", sin percatarse de que es un aplastante huracán, el que se arremolina en cada signo y acento de sus enunciaciones poéticas:
"Una mujer está sola/.
Sola con su estatura/.
Con los ojos abiertos/.
Con los brazos abiertos"//.
Aquel sujeto-mujer sola no es expresión de desesperanza en abandono, sino en posicion de firmeza en abierta disposición a lapidar su épica, su espera atormentada "Con los brazos abiertos", significando la esperanza de quien espera algún consuelo o una voz de compañía solidaria. "Sola con los ojos abiertos". Sola con la mirada puesta en su mundo de angustias y requiebros…reafirmando su existencia.
Es esta una soledad que no es por falta de empatía, es una soledad creada como repulsa a la ausencia de libertad del Ser. Es soledad que proclama el abrazo solidario del otro, para que la otredad encarne el rostro de la multitud. "Una mujer está sola" afrontando sus murallas de machos soberanos edificados en su trono de autocracia. Esa mujer está sola…pero está metafóricamente poblada de afiladas palabras:
"Con el corazón abierto como un silencio ancho".
El ser humano y su emancipación son los soportes en que se sostienen sus búsquedas, sus desvelos y sus utopías. El hombre como resultado de unión, desde la mirada amorisa y copulante de los amantes. No se deja arrastrar, ni enterrar por los designios de poder de los códigos ceremoniales y la "Santa Biblia". Una mujer está sola, colgando del eco del hilo de voz que le ha dejado mazo que golpea la asambles de senadores y diputados que le niegan su polen y su arcoíris, y aún así, sigue sola…pero "Espera en la desesperada y desesperante noche sin perder la esperanza"/.
Esta es la soledad que se amotina, desde una figura humanizada a golpe delirante de falsa hombría, de "macho cabrío", calieses y dictadores que no comulgan "igualdad de géneros", ni derechos, ni reclamos. Y esa mujer seguía y sigue estando sola y
"Piensa que está en el bajel almirante/
con la luz más triste de la creación"/.
Desde la organización sintáctico-conceptual que gira alrededor del poema, hay una tonalidad rítmica que marca el contraste semántico-visual que, sobre la soledad, sustenta la autora en el poema. Lo rítmico supera la espesura temática abordada, dejando sobre la pagina en blanco el pentagrama sígnico-sonoro de una desagarradora autobiografía que patentiza la imagen psicológica de quien, aún estando sola, está llena de multitud:
"Ya izó velas y se dejó llevar por el viento del Norte/
con la figura acelerada ante los ojos del amor"/.
Es una soledad que genera ritmo, movimiento y se explaya en asombro y sentimientos, "ante los ojos del amor", a partir del discurso, desde la palabra. Hay una voz desafiante que, desde la enunciacion poetica, truena, reclama, acusa y contruye su sueño: "Una mujer está sola/. Sujetando con sus sueños sus sueños/los sueños que le restan y todo el cielo de Antillas"//.
El Sueño es aqui la simbología del proyecto, la meta visionaria marcada por el ideal. Sueño y soledad no entran en opuestos, sino que, al contrario, se ayuntan en el punto del ritual de búsquedas del ser. No es simple cosmovisión de la autora, la que fluye en estos versos, es el código de un cánon de vida que se fija en el decir onírico de quien canta su estar sola…en su soledad de amarras que bucean "el cielo de las antillas", lo que nos dice que se trata de una soledad que desborda intimidades, es una soledad que no aprisiona, pero que apasiona y le plasma sentidos al vivir ante el mundo. Veamos:
"Seria y callada frente al mundo que es una piedra humana/ móvil/ a la deriva/perdido el sentido de la palabra propia/ de su palabra inútil"//.
Cuando se entiende que todo pierde sentido, ella se presenta "seria y callada frente al mundo-su mundo-nuestro mundo-que lo define como "una piedra humana". Así como un semental viviente es que la poeta traduce la imagen del mundo de su soledad, desprovisto del sentir y del vivir, "a la deriva". Es un desgarramiento espiritual que se acuña en la soledad de la autora, lo que la impulsa a amotinarse contra sí misma y contra el otro o contra los otros, teniendo como código de su lucha vital, la emancipacion de la humanidad.
Se advierte la mudez perversa de labios cerrados, de pupilas en cegueras que, en complicidad con los clarines del poder, buscan los resquicios del olvido para rumiar sus falencias humanas y " Una mujer está sola/. Piensa que ahora todo es nada/
y nadie dice nada de la fiesta o el luto/
de la sangre que salta, de la sangre que corre/
de la sangre que gesta o muere en la muerte"//.
Aqui, la acepcion del concepto soledad se transmuta y pasa a asumir una multiplicidad de valores semánticos sitúan al poema en los extremos de una poética lírico-épico, desde la cual, arrojo y sentimentalismo, fluyen como una consigna de redención, sobre la tensión del poema amotinada del poema. Veamos:
"Nadie se adelanta ofreciéndole un traje/
para vestir una voz que desnuda solloza deletreándose//.
Una mujer está sola/. Siente/ y su verdad se ahoga/
en pensamientos que traducen lo hermoso de la rosa/
de la estrella/ del amo/, del hombre y de Dios"//.
La rosa, el hombre y Dios son simbologías que nos aproximan al apego de la autora al cánon de los poetas sorprendidos, donde la poética se instala en el accionar del sujeto, en sus cimientos de humanidad, procurando siempre su estatus de universalidad, aunque, en esta ocasión, desde una alucinante irreverencia del discurso.
Entonces, vuelvo a la interrogante inicial, ¿cómo es posible que una mujer esté sola, tan llena llena de multitud? Y me respondo y también les respondo: Una mujer está sola, porque le es suficiente su mirada de truenos y centellas, para hacer florecer sus gendarmes y sepultar sus fantasmas.