Durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría de la década de los sesenta, el mundo se mantenía como un nicho seguro, basado en el paradigma de la Disuasión Aplicada llevada a cabo por los actores principales del acontecer geopolítico: Los estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

La existencia de un balance de poder se debía al manto militarista que las cubría, presto, en todo momento, a defender su territorialidad, a toda costa.

Los ¨enemigos¨ de las naciones pacíficas sabían las consecuencias e implicaciones que conllevaba defender sus sistemas políticos y sus posibilidades, muy calculadas, de una derrota por parte de sus ¨enemigos¨ (aplicación masiva de la Teoría de Juegos).

Este esquema de ¨riesgo calculado¨ está perdiendo terreno hoy día; sin embargo, existe una posibilidad viable de recuperarlo, si volvemos a abrigarnos bajo el manto de la Disuasión Efectiva.

Estamos viviendo tiempos de mucha inestabilidad política e injusticia social, donde el surgimiento de las olas migratorias amenaza la paz mundial: Muchos gobiernos, agobiados por la iniquidad social y paradigmas económicos obsoletos, se ¨hacen de la ¨vista gorda¨ e incentivan estas olas migratorias hacia economías más organizadas y desarrolladas. No obstante, este puede ser el detonante para que se desarrolle un conflicto bélico que involucre a los siete continentes. Ahí es donde se aprecia la falta de ¨un poder compensatorio mundial ¨ basado en ese manto de la Disuasión Aplicada, cuya laxitud actual se origina con la caída del Muro de Berlín y el colapso geopolítico de la Unión Soviética.

Con la sucesión de los eventos citados, la humanidad creyó que vendría una paz duradera y estable, pero los conflictos del Lejano Oriente, las guerrillas de África y Suramérica y el sicariato de los Barones de la droga, agregaron nuevos ingredientes de incertidumbre a esos anhelos; si incluimos el vector migratorio y la creciente inestabilidad entre las dos Coreas, entonces nos damos cuenta de que se ha perdido el miedo a la Disuasión Aplicada, que citamos en el primer párrafo de este artículo.

Ante la ausencia de la Disuasión Aplicada, se ha recurrido a un constructivismo negativo como solución a los conflictos. En la teoría del aprendizaje, la sociedad como tal, va creando el conocimiento a través de la información que le llega de su entorno sistémico, que propicia una respuesta, definitiva y determinante, a los eventos que se presentan. Empero, en vez de tener una respuesta definitiva, el constructivismo negativo nos enseña que no existe tal respuesta y que el proceso de aprendizaje es el que nos puede dar la respuesta, no los hechos.

Producto de este enfoque, los Estados Unidos han aplicado la política de ¨pagar para no pegar¨ como instrumento para mantener una tenue estabilidad en las áreas de conflicto en el Oriente Medio. Además, su trato con la Unión Soviética ha sido errático e inconsistente, haciéndose de ¨la vista gorda¨ para mantener las vías acuáticas indoeuropeas libres al tránsito.

En el caso de la Unión Soviética, su transición hacia ¨El socialismo del siglo 21¨ ha sido lento y con pocos logros económicos, que la apuntalen como poder continental, tal y como otrora lo fue.

La pérdida de gran parte de su territorialidad, le ha mermado sus puntales medulares desde donde solía a realizar sus operaciones navales con fines de expansión estratégica.

Hoy día, la Unión Soviética está atada al éxito o fracaso de Vladimir Putin y no a su hegemonía territorial y bélica.

Como podemos ver, ambos polos geopolíticos están muy debilitados y no pueden afrentar, estratégicamente, el surgimiento de esas fuerzas entrópicas de Asia, Oceanía, África y América Latina.

Esas fuerzas entrópicas se han infiltrado en ellos producto de que ya no pueden esgrimir esa Disuasión Aplicada, de antaño.

El mundo político necesita urgentemente fortalecer y robustecer la Discusión Aplicada, para evitar un conflicto bélico, producto de los factores citados, incitados por los nuevos actores irresolutos y llenos de odio, fanatismo e intolerancia social y económica. En este proceso, La República Popular de China podría jugar un papel estelar como ente aglutinador, respetando las fronteras del saber científico y los derechos adquiridos de la comunidad científica y comercial.