El actual aislamiento social ha sido una de las medidas preventivas de mayor envergadura en este milenio, pues implica cambios en los comportamientos de las personas que incluyen las rutinas sociales, labores, familiares, políticas y religiosas.
Las relaciones interpersonales sociales giraron más rápido que la luz, del escenario público a la vida privada de manera exclusiva. La mirada se vuelca hacia el interior de la familia, espacio íntimo en el que los actores se encuentran prácticamente a tiempo completo, excepto aquellos casos en que las obligaciones de algunos de ellos exigen salir de la casa.
La convivencia familiar expone a experiencias emocionales y sentimentales continuas que pueden calmar, alegrar, entristecer o disparar los niveles de tensión o angustia. Dependerá de la calidad de las relaciones, de los vínculos de seguridad y confianza establecidos.
Las familias de origen, nuclear y extensa se formaron y organizaron a través de la historia de la evolución humana, han permanecido unidas como grupos sociales para la supervivencia, desarrollo, apoyo, guía y continuidad. No podemos dejar de lado a aquellas personas que se han convertido en personas que son significativas, aunque el vínculo no es biológico, sino social.
Este grupo social se organiza con base en el vínculo afianzado por la cercanía, la complicidad, la confianza, la lealtad y el campo emocional que los enlaza en la unión y que le permite instituirse con una identidad muy particular, con una estructura y funciones específicas que le dan sentido de coherencia, integridad e identidad.
La familia es la red de apoyo primaria; ofrece sostén, orientación, guía, sentido de pertenencia y continuidad. En mi experiencia, he encontrado que las familias pueden funcionar como una tribu organizada con asignaciones y roles específicos que se ejercen según las circunstancias lo ameriten.
La fuerza de la red de apoyo social ofrecida se construye en una trama invisible de lealtad, en la que prevalece un alto significado emocional. El psiquiatra y terapeuta familiar Carlos E. Sluzki (1998), define a la red social personal como “la suma de todas las relaciones que un individuo percibe como significativas o define como diferenciadas de la masa anónima de la sociedad”. Esta red social también trasciende a la familia, incluye a otros contextos próximos y de gran relevancia para el individuo y que forman parte de la ecología humana.
Veamos algunas funciones que podría asumir la familia, a partir de las propuestas por el doctor Sluzki en su libro La red social: frontera de la práctica sistémica. El autor incluye otros contextos no familiares, pero me referiré únicamente a la ecología familiar.
La estructura familiar (marital, parental y fraterna) tiene funciones específicas, como por ejemplo, aquellas que permiten que sus miembros realicen las actividades de las rutinas cotidianas.
Quien asume la función de apoyo emocional, muestra disposición emocional positiva, con actitud comprensiva y empática. Además, ofrece informaciones que faciliten aclaraciones en torno a cuestiones personales y sociales. La disposición expresa es ofrecer soporte.
Este tipo de apoyo también contribuye con la validación del Self (Yo), además, provee un sentido de la vida de los miembros de la familia. Las personas se reafirman y advierten que su existencia puede contribuir a desarrollarse e impactar positivamente a los demás.
Por otro lado, se encuentra el que guía y ofrece consejos, dispuesto a compartir la información necesaria que facilite nuevas ideas y formas de afrontamiento ante la adversidad.
Otro mecanismo importante de esta red es la función de regular o controlar el comportamiento social. Esta función se refiere a cómo la red confirma los roles socialmente establecidos, evita que los comportamientos violentos, las relaciones interpersonales conflictivas y las conductas de inadaptación social se desarrollen y se sostengan. La sociedad mantiene ciertos rituales cuyas funciones son restrictivas, es decir, mantener ciertos frenos sociales.
Otras funciones relevantes son la de ayuda material y de servicios, así como el acceso a nuevos contactos.
Como podemos observar, la familia como institución social y sistema emocional cumple funciones que contribuyen con el desarrollo humano.
Invito a los lectores a que en estos tiempos de COVID-19 se enfoquen hacia el interior de la familia y descubran qué función y rol asumen. También a detenerse a observar y darse cuenta de qué manera cada miembro de la red ofrece apoyo social.
También los convoco a aumentar interacciones de apoyo emocional, y a expresión de los afectos y los momentos para reírse (cuentos y películas cómicas).
En la medida en que pasan los días de cuarentena puede aparecer el desgaste emocional con repercusión en el estado de ánimo (tristeza, apatía, desesperanza y embotamiento) y en el decaimiento físico (falta de energía, inhibición sexual y alteraciones del sueño).
Les exhorto a cuidarse y a potenciar todas las oportunidades que les brindan la vida y la familia.