Los propuestas ejecutadas en lo que respecta al desarrollo urbano a nivel nacional, presentan una serie de obras importantes que pueden deslumbrar a la mayoría de la población, buscando la atención en aquellos que desconocen las repercusiones de una serie de transformaciones que llegan a la ciudad "como caídas del cielo".

En el caso de la avenida 27 de Febrero, vía preferida por los mandatarios para introducir huellas de vida, observamos la degradación del espacio público urbano. Hoy día la avenida se ha transformado en una vía rápida de paso o comunicación entre dos puntos del Gran Santo Domingo, excluyendo la posibilidad de que en la misma se generen actividades propias de cualquier centro urbano.

En el entorno próximo a los viaductos construidos, desde la Avenida Leopoldo Navarro hasta el puente Juan Pablo Duarte, se evidencia la arrabalización a la cual están expuestos los territorios que lo circundan. No es posible que después de tan fehaciente prueba del efecto que produce la colocación de este tipo de infraestructura en el centro de la ciudad, se continúe planteando la necesidad o posibilidad de insertar otros tantos "elefantes de acero" en puntos céntricos de la urbe capitalina.

En el tramo comprendido entre la avenida Máximo Gomez y la Avenida Núñez de Cáceres se ha mejorado el tipo de infraestructuras construidas, disminuyendo el impacto negativo en el entorno; sin embargo la introducción de este tipo de soluciones sin adecuar el espacio ubicado a nivel de calle distorsiona el éxito de las ejecutorias.

¿Aún los promotores de este tipo de infraestructuras no se han percatado de la imperiosa necesidad de que la población pueda vivir, disfrutar y gozar de la ciudad a plenitud, sin el peligro de que los espacios a que pueda acceder estén arrabalizados, contaminados o imbuidos en la peligrosidad y violencia de la época?

La potenciación de infraestructuras que beneficien únicamente el automóvil dejando a un lado al peatón en los centros urbanos fomentará la dispersión en las ciudades que lo contemplen, pues estos espacios sólo servirán de conexión entre dos puntos y provocarán la desaparición paulatina de actividades, ahuyentando el elemento esencial que da vida a las ciudades: la persona humana.

Esta vía debe retomar el concepto de avenida comercial y de ocio; su localización dentro de la ciudad la convierte en el espacio más céntrico y de mayor accesibilidad para cualquiera de los municipios colindantes.
La misma debe convertirse en una vía donde el vehículo privado tome un papel secundario frente al peatón y al transporte público, lo cual aumentará la concentración de personas fomentando el desarrollo de centros de ocio, áreas comerciales y espacios públicos; a favor de la cohesión que todos necesitamos en nuestra ciudad.