El cine es conciencia histórica, y cuando tratan asuntos de historia es doblemente valorado para que nos entendamos.

A pesar de que la historia narrada en el cine pueda ser apócrifa, la imagen se erige como discurso del pasado y testimonio del presente. Si usted ve por ahí que le dicen otra cosa, empiece a dudar en el mejor de los casos. Aun las películas que no se corresponden con nuestros intereses o parcialidades, ellas muestran los intereses de quienes la hacen.

Un ejemplo de lo que decimos es The Spy: una miniserie de Netflix que relata un acontecimiento en la serie de conflictos que vienen ocurriendo en el Medio Oriente, precisamente la cuna de la civilización occidental. En 6 episodios se cuenta un trozo de la vida de  Eli Cohen como espía israelí.

The Spy protagonizada por Sasha Baron Cohen (comediante recordado por Borat)

En la década de 1960, a Eli Cohen lo entrenaron como un agente secreto del Mossad como parte de un plan de desestabilización contra Siria. Usó como nombre ficticio “Kamel Amin Thaabet”. Dice la propaganda de la película que como parte de una larguísima misión que, a lo largo de los años, le llevó a cuestionarse si su lealtad a la patria era más importante que vivir una segunda vida en peligro constante lejos de su familia.

Eli Cohen, el espía israelí que logró infiltrarse en el gobierno de Siria durante 5 años. Cuando lo descubrieron, lo ejecutaron.

El tipo de estructura narrativa es la forma que nos gusta a los cinéfilos –y mucho a mí en mi condición de cineasta–, empieza por el final de su vida cuando va a ser ejecutado, lo que le da el encanto necesario para enfocarse en cómo fueron los acontecimientos que lo llevaron a ese momento.

A ese modo de relatar se le conoce como “ironía dramática” que muchos autores desde Sófocles, pasando por Shakespeare la han usado. Prepara personajes con un destino ineludible que nos dan a conocer, pero que el personaje no, esto agrega permanente tensión a la narrativa en sustitución de suspenso pues vemos que cada acción del personaje le conduce al inevitable que no sabe que tendrá.

Parece fácil, pero no lo es en modo alguno y usarlo es tarea para quien elige contar así; eso de elegir cómo contar una historia, cómo elaborar una estructura narrativa, eso lo dice la misma historia, es ella que te dice cómo quiere ser contada.

Y esta serie la cuenta bien, tanto así que seduce y disimula cualquier desacierto de actuación, dirección, guión, y un sin fin del lenguaje cinematográfico. La fotografía en blanco y negro con excelentes tonalidades de gris y su música le dan un toque que retrotrae a la época que relata, manteniendo un especial ritmo sosegado y sin escenas estridentes pues el desenlace trágico ya lo es. Protagoniza Sasha Baron Cohen -"Borat"-