¿Será necesario nuevas leyes o nuevos actores? ¿Un problema de leyes o de contrapesos?
“Se puede definir un sistema cartelizado como aquel en el que los principales partidos, de gobierno y oposición, cooperan con alguna frecuencia (de manera velada o explicita) para asegurar su posición dominante y su acceso a privilegios a recursos estatales decisivos para la supervivencia de toso y minimizan el costo de los procesos electorales”
En la República Dominicana existe un sistema de partidos políticos en un proceso de descomposición creciente, caracterizada por la ausencia de regulación, control, transparencia, y cada vez más vinculado al financiamiento ilegal e ilegitimo, funcionan como un medio para la acumulación y el enriquecimiento ilícito, organizaciones con carente bases ideológicas, desligadas de la defensa del interés nacional.
La pérdida de la esencia de los partidos en el orden teórico, de su ausencia doctrinaria, fines y bases ideológicas, dio paso al surgimiento de los denominados partidos cartel. Hoy constituidos en maquinarias electorales que capturan el Estado para apropiarse del patrimonio público, perpetuarse en el poder sobre la base de la corrupción, el clientelismo y la impunidad, con prácticas perversas, con acciones dolosas e indecorosas, que permean todas las estructuras sociales.
La cartelización de un partido político inicia con su proceso de asumir como ideología el enriquecimiento ilícito, la acumulación originaria y con la conversión de un partido de cuadro, a un partido de masas, para degenerar en un partido de clientes y de un grupo integrado por actores que busca servirse del partido para capturar el Estado y los bienes públicos, los que se reparten con una carga de ilegalidades y violaciones de todo el marco legal y ético.
La sociedad dominicana demanda desde más de una década un nuevo sistema electoral, con una nueva ley de partidos para regular su funcionamiento y su financiamiento. Entonces, ¿Por qué el Partido de la Liberación Dominicana se opone a la regulación? ¿Por qué la resistencia a los controles y a la transparencia?
En el proceso de promoción de nuevas prácticas éticas y morales de los actores políticos y de las agrupaciones políticas en nuestro país, es necesario analizar su tipo, características, de manera que distingamos entre lo que debe ser y lo que es, considerando, que lo que es en sus prácticas cotidianas no conduce, ni permitiría la adopción de nuevas políticas de control y transparencia, sobre todo que las mismas emanan de partidos cartel, clientelista, populistas, bisagras, tóxicos o producto de los interés de las corporaciones electorales.
Los partidos cartel promueven una ley que no regule la democracia interna, que impidan y que no los obligue a rendir cuenta de sus ejecutorias, que facilite el financiamiento del crimen internacional, que sirva fácilmente para el lavado de activos y que continúe restringiendo la participación de sus miembros, específicamente de las mujeres, convirtiendo en estructuras consecuentes con sus prácticas ilegales.
No es viable y es de ingenuo, inocentes e infantiles pedirles o exigir a los Partidos Carteles, una Ley de Partidos Políticos y Agrupaciones Políticas que regule sus prácticas y comportamientos y mucho menos que establezca medidas de control de sus finanzas y muchos menos pedirle que estas se sostengan sobre la base de los principios de la democracia y la transparencia o que generan las condiciones para combatir la corrupción que permea dichas estructuras, pensando que esta es consustancial y va de la mano con sus fines, prácticas y acciones.
Mientras los partidos cartel tengan representación en el Congreso Nacional y en toda la estructura del Estado, el sistema político dominicano no transitará el camino de la transparencia, los controles y los principios democráticos, y no bastará con una nueva normativa, será necesario extirparlos y sustituirlos, obstruir su presencia en las estructuras del Estado, como ruta que permita dar paso a una nueva cultura política que viabilice de democratizar la democracia.
El nivel de deterioro ético, moral, el afán de lucro de muchos de los dirigentes enquistados en las distintas estructuras partidarias, desvirtúa los fines y esencia de dichas agrupaciones, transitando sin control y rápidamente hacia el modelo de corporativizar la política y contribuyendo con el afianzamiento de los partidos cartel.
La muestra más indudable y locuaz del funcionamiento de los partidos Cartel, es sus métodos de selección de sus dirigentes, los mecanismos y las fuentes de financiamiento de dudoso origen, por eso su resistencia a los mecanismos de control de la campaña y de su gestión administrativa y financiera.