Lamber proviene de la palabra lamer y esta significa más o menos en definición casera pasarle la lengua a algo a alguien. De lamber se han derivado la de lambón y lambonismo que en República Dominicana tienen un amplio uso y significación. Lambón es el que adula, loa o ensalza excesivamente a una persona con el fin de obtener un beneficio a cambio, y el lambonismo es la práctica de lambón que en realidad es todo un oficio y hasta una profesión que reporta muchas ventajas a sus practicadores.

Para expresar el concepto de lambón se utilizan otros sinónimos castellanos bastante descriptivos como tumba polvos, limpia sacos, lameculos, chupamedias, pelotilleros, pelotas, serviles, zalameros, lagoteros y adulones, lo cual da una idea de que se trata de un tema nada banal y sí muy sustancioso. Los lambones crecen y florecen siempre alrededor de un personaje de cierta o mucha importancia que ejercen una enorme influencia, superioridad y además causan fascinación e hipnosis sobre ellos.

Hay categorías de lambones y hasta especialidades según lo exigen el puesto y las necesidades personales de quienes deben ser lamboneados, y así mismo por áreas laborales hay lambones políticos, hay lambones empresariales y hay lambones universales arrasadores con todo lo que ven y pueden como los que acaban con la comida o la bebida cuando son invitados o acuden de paracaidistas a cualquier tipo de recepción o evento.

Los presidentes tienen lambones, los dictadores lambonazos, los tiranos lambonísimos, los sátrapas ultra lambones, los reyes tienen lambones reales y los emperadores lambones imperiales, las dos últimas son categorías de mayor sofisticación y amaestramiento. También hay lambones de segunda o tercera categoría para funcionarios de alto rango y otros de más bajo nivel.

El lambonismo es un fenómeno que se da en escala de manera vertical y de arriba abajo. El presidente lambe al país diciéndole que es próspero, que va de maravilla, que la gente de tan bien que vive se llega a cansar del bienestar, aunque en la realidad los ciudadanos estén pasando el Niágara sin bicicleta.

El vicepresidente lambe al presidente diciéndole que es un gran estadista, un genio del gobernar y un paladín de la democracia, aunque sea un penco que solo sirve para tirar de carretas llenas de cerezas o yautías.

El ministro lambe en términos parecidos primero al presidente y después al vicepresidente. El viceministro lo hace de igual manera, lambe al presidente y al vicepresidente y al ministro, Y así sucesivamente hasta llegar a las escalas más bajas que para sobrevivir con sus míseros sueldos tienen que lamber a toda esa retahíla de puestos, aunque en lo íntimo se acuerden escatológicamente de sus progenitores y todos sus parientes.

Pero el lambonismo es una necesidad universal, una exigencia social y por eso se da prospera en China, en Malawi, en Tasmania, en Alemania o en Marruecos. El lambón le dice al presidente, usted señor presidente es un genio de la política, lo hace todo maravillosamente, no hay otro dirigente como usted aunque por dentro pueda estar pensado que es un prepotente, un chulo, y un idiota integral.

Y el presidente a su vez le dice al lambón: Fulano tú eres una gran ayuda, sin ti muchas cosas no podría hacerlas, aunque por dentro piense que es un pobre hombre más vacío que una billetera de pobre a fin de mes.

Pero ambos actores se necesitan el uno al otro, el uno para inflar su ego como las gomas de carro en las bombas de gasolina, libra de aire por libra de aire hasta explotar, y el otro para inflar su estómago aunque sea de arroz y habichuelas, aunque no pocas veces le caen carros de lujo, contratas de carreteras y construcciones multimillonarias, residencias despampanantes, o fincas extensas.

Ser lambón es complejo pero no excesivamente, lo más difícil es vender la dignidad por un plato de lentejas aunque estas sean de oro, o el tener que arrastrase por el lodo del servilismo, pero peor es la miseria familiar eterna, como aquella señora que le decía al torero si no lo daban miedo al ponerse delante de los cuernos del toro, y sincerándose el matador le respondió: señora más cornadas da el hambre.

El lambonismo por su potencial de empleo debería ser incluido a nivel académico como Licenciatura en Expresiones Adulatorias para su mejora, perfección y alcance. Tendría asignaturas del tipo Palabras de Ensalzamiento para utilizar las correctas y en los momentos adecuados: Su Excelencia, Magnanimidad, Ínclito, Epónimo, Magnífico… y otras muchas por el estilo, el diccionario está lleno de ellas con algunas hasta escondidas.

También se cursaría la materia de Expresiones Correctas como: Sí Señor, En efecto Señor, Lo que usted diga Señor, A sus perfectas órdenes Señor, Usted no se equivoca nunca Señor.

O la de Gestualidad Expresiva para aprender a abrir los ojos de manera exorbitada por una sorpresa o cerrándolos lenta y sumisamente, bajando la cabeza con humidad y acatamiento, y también doblando el espinazo hacia adelante hasta la cintura repetidamente en señal de reverencia y sometimiento..

El lambonismo viene de lejos y es un fenómeno muy arraigado en América Latina donde la figura del presidencialismo ha sido históricamente la encarnación del poder más absoluto y así mismo la máxima aspiración de todas las clases sociales sin olvidar la miseria ancestral de las poblaciones.

En nuestro país ha existido desde el mal llamado descubrimiento, el cacique Guacanagarix carga con la etiqueta de ser el lambón de todo lo extranjero hasta nuestros días, lo americano, lo inglés, lo francés, lo japonés y hasta lo venusiano es mejor que lo dominicano, por pura definición de foráneo.

Todos los mandatarios los han tenido, republicanos o dictadores y es posible que hasta los venerados padres de la Patria  contaran con ellos en sus círculos de poder, al fin y al cabo eran humanos.

Pero el fenómeno tomó carta de naturaleza con San Trujillo de Aquí, bautizado con las más altas, risibles, ridículas y tenebrosas calificaciones posibles que imaginaciones serviles, calenturientas y aterrorizadas pudieran crear y elaborar.

Agárrense bien porque viene un ciclón batatero de barbaridades:

Benefactor de la Patria, Padre de la Patria Nueva, Generalísimo invicto de los Ejércitos Dominicanos, Restaurador de la Independencia Financiera del País, Rector Vitalicio de la Universidad Santo Domingo, Primer Maestro de la República, Primer Médico de la República, Primer Periodista de la República, Primer Abogado de la República, Primer Agricultor Dominicano, Primer Anticomunista de América

Tomemos un respiro porque estamos en el ojo del huracán y el loatorio continua su desenfreno

Sigamos: Genio de la Paz, Generoso Abanderado del País, Paladín de la Libertad, Líder de la Democracia Continental, Protector de Todos Los Obreros, Héroe del Trabajo, Doctor Honoris Causa, Padre de los Deportes, Perínclito de San Cristóbal, Doctor declarado por todas las facultades de la Universidad Santo Domingo, Salvador de la Patria, se pidió a la Iglesia Católica el de Benefactor de la Iglesia que lo mamonearon sin dárselo, y por si fuera poco se solicitó que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz.

Los lambonismos superlativos también alcanzaron a la familia Trujillo, su madre era la Excelsa Matrona y Primera Madre de la República, su hijo Ramfis fue Promesa Fecunda y Príncipe Favorito, su mimada hija Angelita La Princesa del Corso Florido y Reina del Confraternidad y el Mundo Libre. ¿Qué les parece?

Es muy probable que existiera una especie de Secretaría del Exaltamiento al Jefe Supremo donde cientos de cabezas trabajaran a todo vapor buscando frases y epítetos cada vez más altisonantes y rebuscados para satisfacer en hambre ególatra de Trujillo.

Y pobre de aquel que en cualquier discurso, arenga y aunque fuera un felicitación de cumpleaños ya fuera en público o en privado se olvidara de sazonar con unas cuantas libras de piropos melosos al Jefe, se podía despedir de su trabajo…y hasta de su vida.

Alguien tratando de alcanzar el más allá de la vergüenza y lo consiguió llegó a lo fascinante de Ciudad Trujillo, alguien también se superó con aquellas placas para vender y colocar en las puertas de entrada que decían: En esta casa Trujillo es el Jefe, y alguien más en el máximo grado de paranoia adulatoria alcanzó la gloria con aquello tan increíble de Dios y Trujillo que de seguro primero lo pensaron al revés: Trujillo y Dios pero lo cambiaron de orden por el qué dirán, ya era demasiado lambe hasta para el sátrapa.

Solo le faltaron la de Fornicador del Continente y Desvirgador Esencial del Caribe y es posible que se lo dijeran o pensaran a nivel íntimo para realzar su creencia de super macho nacional.

El dictador y asesino Francisco Franco, colega y amigo de Trujillo, también le gustaba que lo lambieran, en especial por las grandes cantidades de venados abatidos cobardemente a tiros en sus cacerías, por los grandes salmones pescados en los ríos gallegos y muy en especial por la pesca de cachalotes (una especie de ballenas, pero más pequeñas) a bordo de su yate Azor.

Las buenas malas lenguas decían que los venados se los ponían los guardabosques de los cotos a tiro, los salmones se los enganchaban en los anzuelos unos buceadores, y los cachalotes se los ubicaban los servicios nacionales de pesca. Nada sería de extrañar, el lambonismo evoluciona hasta extremos insospechables. Como era un beato de misa, confesión y comunión diaria le acuñaron en las monedas la inscripción de Caudillo de España por la Gracia de Dios.

Pero el lambonismo no hay que verlo como algo solo negativo para la sociedad sino todo lo contrario, aporta tres incuestionables ventajas para la buena marcha del país.

La primera de ellas por la cantidad de empleos que ofrecen a personas de ambos sexos, formados o no académicamente, son miles los que ingresan a las filas de la política aportando el sustento de sus familias y muchos de ellos llegan a enriquecerse a veces hasta límites insospechados estimulando así la producción en los renglones de lujo del país como yates, jets, carros de alta gama, mansiones espectaculares…

La segunda ventaja es de la misma índole laboral, pero incide en el sector empresarial donde el lambe al dueño, al director, a los accionistas y otros altos cargos es imprescindible. Son decenas de miles de compañías, fábricas, comercios, bancos y otras instituciones privadas que acogen al lambón con los brazos abiertos creando más puestos de trabajo pues en cada compañía pueden caber varios lambones, según su tamaño y capacidad.

Y la tercera, también importantísima, es que con las alabanzas a los jefes, estos mejoran sus caracteres, sus maneras de ser. Unos directores o unos presidentes contentos, optimistas, más pegados de sí mismos, pueden tomar mejores decisiones que si se encuentran de mal humor o en estados de depresión, porque díganme ustedes ¿A quién no le gusta que se le diga que con ese traje de corte puramente inglés las damas se derretirán como un helado en pleno sol de agosto, o que hoy luce tan elegante como un Petronio romano?

Además, el lambe también es una tabla de salvación para muchos marginados que sobreviven como pueden lambiendo algo aquí, algo allí, algo allá, y algo acullá. En una conferencia que di en una dependencia oficial sobre un tema bastante especializado de la imagen observé con extrañeza, que entre el público asistente y en las primeras filas junto a personas correctamente vestidas para la ocasión había unos señores ataviados con camisetas blancas -de las chinas- con mangas cortas y sin magas, algunas de ellas un tanto sucias y agujereadas, y también había algunos desaliñados y desgreñados con unas narices Baquianas (del dios Baco) etílicamente rojas que pregonaban su principal afición de levantar el codo.

Al finalizar la exposición pregunté a un organizador sobre ese extraño público y me dijo que eran lambones habituales que asistían a charlas, exposiciones y conferencias para picar y devorar los aperitivos que se ofrecían al final y sobre todo darse los más petacazos posibles si había también bebidas alcohólicas.

Que no les podían impedir la entrada o echarlos por aquello de que eran padres de familia y era preferible no tenerlos de enemigos (¡votos!) y que en ocasiones cuando habían pocos asistentes servían ¨de relleno¨ para cubrir los asientos vacíos. Unas charlas, unos recitales de poesías, unas presentaciones de libros, unas exposiciones de cuadros y así iban paliando su hambre de tierra y sed  de fuego como podían.

Como verán queridos lectores, cariñosos lectores, increíbles lectores, maravillosos lectores, fascinantes lectores, inteligentísimos lectores, superbos lectores, el lambonismo es un asunto que por sus resultados y beneficios producidos hay que tomarlo muy en serio. Así que estoy a su entera disposición para lo que ustedes deseen…. siempre que sigan leyéndome ¿Lambón yo? ¡Quién dijo!