De pronto se nos ha ocurrido una idea maravillosa que podría salvar a la humanidad del peligro  que está representando la sobrepoblación a la que estamos sometidos, sobre todo por  los avances de la medicina que han reducido la mortalidad por un lado, y alargado la vida por otro, y ello conlleva una mayor escasez de alimentos, de las aguas potables, la contaminación ambiental y otros graves problemas más.

Bien, pues la idea es tan sencilla que ronda la ingenuidad.  Esta sería que los seres humanos reduzcamos nuestros cuerpos al tamaño de dos pies de altura y claro, todo en esa misma proporción,  es decir unas dos veces y media o tres menos de que lo que medimos y pesamos ahora. Esto se podría lograr rápido gracias a las manipulaciones genéticas que hacen los científicos con los genomas, cromosomas y esas otras cosas raras que descubren. Ya existen, como muestra natural, los bonsais japoneses y los perros falderos que son cada vez más diminutos, aunque a estos les aumenta el mal carácter

¿Se imaginan lo que rendirían una vaca grandota o un cerdo enorme? darían filetes para tres veces más estómagos, leche para tres niños por cada uno de ahora, con dos mangos habría postre para toda la familia, en lugar de los seis que hacen falta actualmente, una sandía duraría toda una semana. De inmediato, se triplicaría la disponibilidad de alimentos sin tener que hacer nada. Gastaríamos menos agua para cocinar, lavar y asearnos, y por ende menos jabón y detergentes. Al comer y beber poco disminuirían nuestras materias fecales y su peligrosa contaminación. Necesitaríamos menos tela para vestir, menos cuero para los zapatos, menos madera para los muebles, menos metal y químicos peligrosos en la industria.

Los carros, los trasatlánticos, los aviones, serían tres veces más pequeños y el consumo de gasolina a nivel mundial tendría un enorme ahorro. Las enegías alternativas como la solar, la térmica o la eólica cobrarían mayor vigencia y posibilidades de uso. Los apartamentos podrían construirse con todas las comodidades en  sólo 45 metros cuadrados, las casas en solares de 150, por lo que sus costos y las hipotecas ¡ por fin! bajarían. Los edificios necesitarían menos cemento, acero, vidrio, plomo, cobre, aluminio, tuberías, cables y menos altura también por lo que serían más seguros.

Las ciudades reducirían sus enormes espacios y ganaríamos tiempo de desplazamiento y  por ende calidad de vida. Haría falta menos energía eléctrica, menos cables, aunque las facturas de la luz no disminuirían, pues nunca lo han hecho. Sobre la estética, como todos seríamos pequeños pero sin deformaciones, continuaríamos siendo buenos mozos(as ) , feos (as), gordos(as ), delgados(as), odiosos(as), simpáticos(as) ¡las personas de tres pies serían gigantes !

Claro, que nada es perfecto en la vida y la idea aún tiene algunos problemas que resolver, las cucarachas nos parecerían casi como ratones de grandes, los ratones como gatos, y los gatos como perros, los leones como elefantes y los elefantes como dinosaurios, pero eso podría controlarse manipulando también el tamaño de los animales nocivos o peligrosos.

La dificultad principal es saber si al reducirse el cerebro con su masa encefálica a un  tercio, pensaríamos igual que ahora o lo haríamos tres veces menos, aunque para gran parte de la población mundial esto no presentaría mucha dificultad. Si alguien tiene la solución, o alguna ventaja más que añadir, por favor, envíen sus propuestas. Es lo único que falta para que esta genial idea esté completa.