Los  papeles de Panamá comienzan a poner al descubierto algunos de los paraísos fiscales, los cuales eran refugios de inversionistas como: políticos, artistas, deportistas y empresarios. Tal acontecimiento está provocando cataclismos políticos  en algunos países, como el adelanto para este verano  de las elecciones en Islandia, dada la renuncia del primer ministro David Gunnlaugsson,  uno de los implicados en esos papeles.

La indignación de los ciudadanos islandeses (en su mayoría de religión protestante)  abre la posibilidad de que por primera vez en la historia política del cibermundo, un Partido Pirata sea el mayor votado y lleve al poder una hacker como primera ministra de un país europeo.

Entre esos liderazgos de hackers sobresale el de Rich Falkinge, que es uno de los creadores de estos partidos en Europa. Como líder del Partido Pirata sueco ha logrado, desde el 2009, tener representación en el Parlamento Europeo.

Sin embargo, es bueno precisar que antes de los papeles de Panamá (Wikileaks 2016), el Partido Pirata de Islandia se perfilaba como el favorito para ganar las elecciones en el 2017, luego de que en  el verano de 2015 lograra derogar el artículo de Código Penal que prohibía la blasfemia, es decir, que si alguien se burlaba públicamente de la costumbre de una religión podía ser condenado a una multa o hasta tres meses de prisión. Tal suceso se convirtió en un ejercicio de la libertad como práctica  y no como una simple teoría formal democrática. Digo como práctica ya que la derogación de dicha ley presentada por este Partido tuvo su lucha en medio del temor de los atentados yijadistas, en el panorama de  los ataques sangrientos contra la sede del semanario francés Charlie Hebdo.

Ahora bien, Jónsdósttir, además de ser hacker, tiene una visión cibercultural fundamentada en  la Declaración de Independencia del Ciberespacio de John Perry Below. Dicho manifiesto de profunda visión filosófica, no coloca ese espacio virtual (el ciberespacio) en espacio físico, pero tampoco en el conjunto de herramientas tecnológicas, en red de redes (Internet). El signo del poder digital pretende que veamos el Internet y el ciberespacio como sinónimos, con pretensiones de que el sujeto cibernético tan solo se encuadre en el consumo (tecnologías) del poder digital.

Por eso, el manifiesto de independencia que se escribió 8 de febrero  de 1996 en Davos, Suiza, sobre el ciberespacio  es una crítica  al control digital,  a favor de  la libertad de crear y construir por parte de los sujetos cibernéticos los espacios virtuales al margen del poder tecnológico, por lo que el ciberespacio es una nueva forma de espacio, que está en todas partes y en ninguna parte, lo que es seguro que no está en un determinado espacio físico.

Por eso, en su inicio, este manifiesto dice: “Gobierno del mundo industrial, vengo del ciberespacio, el nuevo hogar de la mente (…) Estamos creando un mundo donde cualquiera, en cualquier sitio, puede expresar sus creencias, sin importar lo singulares que sean, sin miedo a ser coaccionadas al silencio o el conformismo”.

Esta filosofía de independencia del ciberespacio  es abrazada por la cultura del hacktivismo, por los movimientos sociales en redes sociales Wikileaks, Anonymous, por los partidos piratas europeos, de los cuales la posible primera ministra Jonsdottir es una de sus principales dirigentes en toda Europa.