Luis Abinader ha resultado electo presidente de la República por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y aliados, venciendo en primera vuelta el pasado 5 de julio al candidato Gonzalo Castillo del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y aliados. Se trata de unas elecciones históricas, pues fueron realizadas durante la pandemia declarada, en ocasión del coronavirus Covid-19 y precedidas de una campaña muy particular por la imposibilidad de movilizaciones y concentraciones masivas, como ha sido la tradición en el país.
El discurso de campaña de Abinader estuvo basado en el cambio. Es el comienzo de un proceso arduo de realizaciones, que están todavía por verse. La nueva realidad de la que hablo se manifestará por las acciones concretas que adopte el nuevo primer mandatario y su equipo de gobierno en beneficio de todos los dominicanos. En efecto, las curvas de nuestros labios reescriben la historia, y nuestras convicciones generan transmutación inmediata en el tejido social (Oscar Wilde).
Desde su código genético el ser humano usa el cambio como herramienta de supervivencia. Para la preclusión de una cualidad biológica por otra, por ejemplo, que desaparezca lo viejo y sea posible una nueva morfología del ser, el cuerpo requiere de tiempo, también de prueba y error, y de circunstancias externas a él que garanticen una evolución sana. Es nuestra naturaleza y así se comportan las instituciones que creamos.
La sociedad democrática es una construcción humana, por lo tanto, esta no escapa a las leyes naturales y limitaciones que gobiernan al individuo (Charles Darwin). Si plantáramos un árbol nuevo esperaríamos que fuera más frondoso, que nos dé más sombra, que genere mayor cantidad de oxígeno y que resista mejor las adversidades que su entorno produzca. Por lo tanto, no es suficiente con que el sistema democrático cambie, lo que realmente anhelamos es que prospere, que produzca un desarrollo económico real y equitativo, que modernice la sociedad y que nuestras instituciones representen los mejores valores que nos identifican. No es un cambio cualquiera.
Entonces, ¿Cuál es la realidad y los retos principales que deberá enfrentar el Presidente electo Abinader? Primero, se encontrará con un mundo inestable y una población dominicana ávida de una estrategia palpable para la mejoría de su futuro inmediato. En materia de salud, se espera una gestión eficiente de la pandemia, pues este virus es y será parte de nuestras vidas, inclusive con la llegada de una vacuna. Mientras tanto se debe garantizar el acceso a pruebas gratuitas, fomento de los protocolos de prevención y garantizar que el sistema de salud esté preparado para enfrentar los casos severos de la enfermedad.
La economía necesita de un plan de recuperación, “el cambio” se debe convertir en políticas públicas que pongan a circular mayores recursos en el bolsillo de los dominicanos. Se debe reducir la carga impositiva en los sectores productivos de la nación, aumentar la calidad de los salarios y promover el desarrollo de procesos económicos más modernos y competitivos. Al mismo tiempo el estado debe invertir en nuevas tecnologías. Renegociar los intereses de la deuda externa para incrementar la capacidad presupuestaria del gobierno. También debe mejorar la operatividad y la gestión gerencial de todos los departamentos del Estado asumiendo una frugalidad en el gasto. En ese sentido debe redirigir los esfuerzos del Estado en torno a inversiones que generen mayor bienestar social y económico para todos.
La justicia requiere de una completa transformación. Empecemos por legislar para tener una administración judicial virtual en gran medida, que garantice los derechos de las partes, seguridad, eficiencia, transparencia, imparcialidad de los jueces e integridad de los procesos. Dotemos de recursos los tribunales, demos a los jueces los incentivos necesarios para que se queden en el tren judicial. Que sus mejores talentos no elijan tener una práctica más lucrativa en el sector privado. Todo esto tiene un nombre importante: recursos y desde el Poder Ejecutivo es que, a pesar de la independencia administrativa, financiera y presupuestaria del Poder Judicial, se fraguan y asignan los recursos.
Enfrentemos la criminalidad mediante el fortalecimiento de las instituciones del orden y un plan integral de seguridad ciudadana que tome en cuenta todos los recursos disponibles del Estado y el sistema judicial. Reformemos las leyes sobre telecomunicaciones, usemos el internet como una herramienta de desarrollo fundamental de la sociedad dominicana e invirtamos en innovación. Se deben modernizar y asegurar todos los servicios básicos que actualmente ofrece el gobierno a la población, optimizando todos los procesos burocráticos estatales.
Presidente electo Luis Abinader esperamos que tenga la serenidad para aceptar las cosas que no puede cambiar, valor para cambiar aquellas cosas que sí puede y sabiduría para reconocer la diferencia. La puerta del desarrollo nacional es hacia dentro, por lo que el éxito de nuestro país depende no solo de usted, sino de cada uno de nosotros. Por lo que en estos propósitos lo debemos acompañar, con propuestas y con el debido y oportuno llamado al cumplimiento de sus obligaciones constitucionales y legales.