La intolerancia y el fanatismo de algunos grupos religiosos dominicanos están llegando a extremos muy peligrosos.
Un grupo que se auto define como representante de más de cuarenta iglesias y organizaciones de cristianos evangélicos dominicanos –afirmación que no creo para nada- ha anunciado que marchará contra los activistas pro derechos de la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales) el próximo domingo.
Como ciudadanos, estos cristianos evangélicos tienen todo el derecho a expresarse, a protestar, a marchar por las calles exigiendo lo que consideran justo o por simple ejercicio de la libertad de asociación o de expresión. Hasta ahí, todo está bien.
El problema es que este grupo decidió que marchará por las calles de la capital el mismo día en que la comunidad LGTB dominicana llevará a cabo su caravana, como ha hecho en los últimos años.
Debido al fanatismo y al odio que han venido propagando algunos grupos cristianos, tanto evangélicos como católicos y de otras denominaciones, no es prudente que ambas actividades se lleven a cabo el mismo día y en la misma ciudad.
En 1994, el pastor Paul Hill asesinó de un disparo al médico John Britton. El pastor asesino era uno de los líderes del grupo fundamentalista Ejército de Dios, que rechazaba el aborto porque lo consideraba “un asesinato”. Parece que el pastor se tomó muy en serio eso de "Ejército" de Dios
Las autoridades policiales están en el deber de evitar que las dos marchas coincidan el domingo en alguna calle o incluso en una zona. Por prudencia, hay que evitar que se acerquen las dos manifestaciones.
El fanatismo de cualquier índole, sobre todo el fundamentalismo religioso, lleva a las personas a cometer locuras, a perder la cordura, a dejar a un lado el comportamiento civilizado y racional.
Si las cosas siguen como van, no se puede descartar que en cualquier momento un fanático religioso termine asesinando a una persona LGBT o declarando una “guerra” a este segmento de la sociedad. Tragedias similares han ocurrido en el pasado no muy lejano en otros países.
En Estados Unidos los fanáticos religiosos, que se oponían al aborto legal, terminaron colocando bombas en clínicas que llevaban a cabo este procedimiento a la mujer que lo solicitara. Incluso en 1994, el pastor Paul Hill asesinó de un disparo al médico John Britton. El hecho ocurrió frente a una clínica de Florida en la que se ofrecía el servicio de la interrupción de embarazo, un procedimiento legal en EEUU.
El pastor asesino era uno de los líderes del grupo fundamentalista Ejército de Dios, que rechazaba el aborto porque lo consideraba “un asesinato”. Parece que el pastor se tomó muy en serio eso de "Ejército" de Dios.
En México, a raíz de las reformas liberales que convirtieron al estado mexicano en una institución laica con respeto hacia todas las creencias, concepciones filosóficas y formas de pensamiento, con su constitución de 1917, la Iglesia Católica comenzó una labor de oposición política y conspiración, porque había perdido muchos privilegios.
Nueve años después la Iglesia Católica protagonizó una insurrección valiéndose de la ignorancia y el fanatismo que inculcaba a los campesinos.
El clero armó a miles de campesinos y estalló lo que se conoce como la Guerra Cristera o la Guerra de los Cristeros. Este conflicto armado duró desde 1926 a 1929 entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos.
Esta guerra civil le costó al pueblo de México más de 250 mil vidas útiles, por culpa del fanatismo religioso y los intereses nada cristianos que defendían los jerarcas de la Iglesia Católica.
Parecería casi imposible que en pleno siglo XXI pueda ocurrir algo parecido en República Dominicana.
Sin embargo, me preocupa la campaña de odio que se propala contra las personas LGBT. Y el fanatismo religioso combinado con odio más ignorancia, es una mezcla explosiva.
Toca a las autoridades garantizar los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos y ciudadanas.