Autores: Federica Mogherini – Vicepresidenta y Alta Representante de la Unión Europea, Y Miguel Arias Cañete – Comisario europeo de Acción por el Clima y Energía. Hoy, 22 de abril se firmará en Naciones Unidas el nuevo Acuerdo de Paris por el Cambio Climático.
La firma del Acuerdo de París en Nueva York el viernes constituirá un hito histórico y un importante paso en la aplicación del primer acuerdo mundial sobre el clima.
Se espera que asista un número récord de países, lo que indica que todo el mundo se compromete a traducir en medidas concretas las promesas que hicimos en París, cuyo espíritu está bien vivo y avanza.
Hemos oído en los últimos años muchas predicciones de mal agüero que apuntaban a que un acuerdo universal era imposible de alcanzar. De hecho, había muy buenas razones para el escepticismo, pero nuestra fe en la diplomacia y la cooperación multilateral ha dado fruto. Y debemos decir bien alto que Europa ha desempeñado un papel crucial en el consenso alcanzado en torno a un acuerdo de 195 países.
En el período previo a la conferencia de París sobre el clima, nuestra Unión movilizó su red de 3 000 delegaciones de la UE y embajadas de los Estados miembros en todo el mundo. Este diálogo con los países socios, la población en general, el mundo empresarial y las organizaciones de la sociedad civil nos ha ayudado a crear una coalición mundial para combatir el cambio climático. Esta es la diplomacia europea en su mejor expresión: cooperar por el bien de Europa y de todo el mundo.
Durante la conferencia, Europa abogó con energía en favor de medidas ambiciosas. Nuestra diplomacia en materia de clima creó una red de alianzas con el grupo de 79 países de África, el Caribe y el Pacífico (Estados ACP). Dialogamos tanto con las grandes potencias como con los países en desarrollo para perseguir el grado más alto de ambición. La ya famosa Coalición de Gran Ambición fue decisiva en París.
Y nuestra labor no se queda ahí, sino que continúa. París no es solo el principio. Aprovechar las fructíferas alianzas forjadas antes de la conferencia de París y durante esta será crucial, ya que necesitaremos ayudarnos recíprocamente para mantenernos en la vía de la transición mundial hacia las energías limpias. Es la única manera de limitar el calentamiento mundial por debajo de los 2 °C y el aumento de las temperaturas a 1,5 ºC.
Las temperaturas mundiales han alcanzado niveles récord. Las repercusiones del cambio climático siguen amenazando vidas y desestabilizando regiones enteras. Una actuación colectiva a escala mundial tiene ahora una importancia más vital que nunca.
La desertificación y la sequía provocan movimientos masivos de personas, propagan epidemias y provocan conflictos por el control de los recursos. El cambio climático ya es un problema de política exterior, ya que afecta a nuestra seguridad ahora mismo, no en un futuro lejano.
Afrontar esta amenaza mundial debe seguir siendo una tarea fundamental en la actuación exterior europea, tal como han acordado los 28 ministros de Asuntos Exteriores de la UE. Abordar los efectos directos e indirectos del cambio climático en la seguridad será un aspecto importante de la nueva estrategia global de la UE en materia de política exterior y de seguridad que se presentará al Consejo Europeo este junio.
Se trata de una amenaza compleja, pero ya contamos con muchas de las herramientas y conocimientos que necesitamos para abordar la fragilidad en relación con el clima y limitar los riesgos para la paz. Nuestros socios del G7 también están trabajando duro para determinar ámbitos de actuación concretos.
Sin embargo, nuestras estrategias en materia de cambio climático, desarrollo, ayuda humanitaria y consolidación de la paz deben integrarse de manera más sólida. Todas nuestras políticas deben tener en cuenta lo relacionado con el cambio climático, como sugiere la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Cuando hay poco tiempo y los recursos financieros son limitados, no podemos permitirnos solapamientos e incoherencias. Los programas nacionales de adaptación al cambio climático podrían determinar y fomentar los beneficios colaterales y sinergias con otros ámbitos, como el desarrollo económico y social, la salud, el medio ambiente y la paz.
Nuestra prioridad ahora es avanzar hacia una pronta ratificación y entrada en vigor del Acuerdo de París, lo que supondría una importante señal para el mundo de que los gobiernos europeos se toman en serio el cambio climático y de que pondremos en práctica lo acordado sobre el papel.
Por la misma razón, no podemos perder tiempo a la hora de llevar a la práctica los planes de acción sobre el clima que elaboramos antes de París. Apoyaremos a nuestros socios en todo el mundo mientras se preparan para la aplicación y seguiremos dialogando con otras partes no estatales, tales como las empresas, las ciudades y otras muchas. Todos han de desempeñar su papel en el esfuerzo mundial en el futuro.
Es hora de que nos pongamos manos a la obra en la difícil tarea de cumplir las promesas de París. Seguiremos necesitando tener la misma ambición y sentido de dirección común que se han traducido en este acuerdo. Como siempre ha hecho, nuestra Unión seguirá mostrando el camino hacia un planeta más ecológico y seguro.