Nuestras más emocionadas felicitaciones a todos los ganadores de esta contienda electoral recién pasada. Al pueblo dominicano que supo responder al llamado de la República y al de sus propios corazones. También, nuestras felicitaciones al Presidente y a la Vice-presidente electa y a todos los senadores y diputados que habrán de conformar el Congreso Nacional. La esperanza de toda el país se hizo palpable con el gran triunfo de estos candidatos en unas elecciones que se llevaron a cabo sin mayores inconvenientes.
El pueblo depositó su confianza en quien entiende que tiene las mejores condiciones para recomponer y recuperar la institucionalidad perdida en el Estado y para eliminar todos los abusos, excesos y violaciones a la ley que se cometieron en el país en los últimos 16 años; no sólo robos que dan vergüenza, y crímenes de Estado, sino también cometidos bajo un manto de protección al cual llamamos impunidad. Esa indemnidad llena de injusticia y que le ha hecho tanto daño a la nación y que la ciudadanía aspira a que sea abolida para siempre. La justicia bien administrada es la que le da estructura y carácter a una sociedad y representa los cimientos para la construcción de un porvenir con equidad. “Resulta inconcebible que, por un delito menor, se le aplique una pena inmensa a un ciudadano y a otros que se roban el esfuerzo y el trabajo de toda una población, ni siquiera se le somete a la justicia y si se hiciere, su absolución esta previamente determinada”. (sic) NV (fragmento de EL Sendero Equivocado del 11/2014).
Podemos anticipar que muchos de los funcionarios salientes recurrirán al estribillo de perseguidos políticos en una cacería de brujas; pero no sería ni una cosa ni la otra, serian perseguidos más bien por la Justicia y la cacería no sería de brujas sino de ladrones
La población tiene grandes expectativas. Estas expectativas crean grandes esperanzas en el futuro inmediato; donde las posibilidades reales de que el rumbo del país cambie radicalmente, se convierten en una necesidad. Si, la necesidad, que es la base de la política y toda necesidad generalizada deben ser atendidas con prontitud por los gobiernos. No son fantasías, pues las fantasías no son realistas, son únicamente exigencias. El pueblo freno las pretensiones continuistas de ese grupo carente de la más elemental formación cívica y democrática; ahora le toca al poder que se instaura, cumplir con esas exigencias.
Una de las expectativas más acuciante es el sometimiento a la justicia a los que robaron del tesoro público. El proceso a seguir en la justicia no se puede politizar y para ello, es necesario que participe el poder judicial y el ministerio publico solamente. Se sabe que gran parte del poder judicial fue seleccionado en el gobierno pasado, pero esto no debería ser una limitante para someter a la justicia a los que defalcaron el Estado. Más importante sería el de preparar bien los expedientes acusatorios y para estos fines deben designarse fiscales especiales, tantos como fueren necesarios, con un personal de diferentes disciplinas y con la preparación necesaria para llevar a cabo esta inestimable tarea. Decía Rousseau “el verdadero valor de la justicia es saber que se administra”. Y para administrar justicia imparcial, es imprescindible que el Juez obedezca a las leyes y únicamente a las leyes. De lo contrario tendrá a una gran parte de país observando sus actuaciones. Si, esa misma parte del país que voto para que todo esto cambiara y que estaría dispuesta a presionar al Consejo del Poder Judicial para que sancione o despida a quien tenga que hacerlo. La absurda e irresponsable consigna de “borrón y cuenta nueva” ya no es aceptable. Se le haría un daño inmenso e irreversible a la República si esto se hiciera nuevamente. Es imprescindible también, que el erario reciba en retorno la devolución de todo cuanto se han robado, al lograrse una condena sumaria contra los que participaron en este delito de lesa patria, que provocaron que muchos niños y jóvenes no tuvieran acceso a mejores condiciones de vida para poder prepararse y así contribuir con su país, evitando con eso que ellos mismos en un futuro no muy lejano, atenten contra la paz y la seguridad de la nación.
Podemos anticipar que muchos de los funcionarios salientes recurrirán al estribillo de perseguidos políticos en una cacería de brujas; pero no sería ni una cosa ni la otra, serian perseguidos más bien por la Justicia y la cacería no sería de brujas sino de ladrones. En otros países latinoamericanos sometieron y condenaron a presidentes y funcionarios corruptos y lo han hecho devolver el dinero robado. No había maldad, ni política, ni brujas, ni nada de eso. Solo hubieron ladrones que fueron juzgados por jueces que solo aplicaron la ley. El país que no pueda hacer esto estará condenado por siempre a vivir en un hoyo obscuro lleno de iniquidad y de desigualdades. No lo permitamos.