A pesar de que la proporción de las mujeres en la población dominicana es igual a la de los hombres, su participación en la vida pública está opacada y muy subordinada a ellos. Otros grandes grupos soslayados son los pobres, los LGTBQ y los negros retintos. Pero al ser el de la mujer el mayor de todos los soslayados se puede inferir que su escasa participación en las actividades políticas es la más gravosa.  De ahí que el perfil público que está adquiriendo, con sus valerosas denuncias, la diputada Faride Raful lleve a desear que figure entre los presidenciables.  De seguir como va su rutilante estrella política podría remontar valladares.

La marginación política de la mujer es un fenómeno común a toda Latinoamérica. Los grandes héroes nacionales del continente y las figuras políticas de mayor relieve han sido siempre hombres. Recientemente, sin embargo, han comenzado a emerger importantes liderazgos políticos femeninos. Los casos de Cristina Fernandez de Kichner, Michelle Bachelet, Dilma Rousseau, Laura Chinchilla, Keiko Fujimori y algunos ministros de países sudamericanos permiten abrigar esperanzas de que el rasante igualitario llegue pronto. El recién designado gabinete del presidente español Pedro Sanchez, donde las mujeres son mayoría, es un gran salto hacia la paridad de género en la política del mundo occidental.

¿Mujeres del 2020? Minou Tavarez, Geanilda Vásquez y Margarita Cedeno. Arriba: Alicia Ortega, Faride Raful y Carolina Mejía

En nuestro país la situación de la mujer política está muy rezagada, según lo atestigua el Plan Nacional de Igualdad y Equidad de Género 2007-2017 (http://extwprlegs1.fao.org/docs/pdf/dom153682.pdf). Nuestra historia republicana resalta su papel en la cruzada de la independencia donde los nombres más prominentes son los de Maria Trinidad Sanchez, Rosa Duarte y Juana Saltitopa. Pero de ahí a que una mujer haya escalado a la presidencia media una gran distancia. (Hemos tenido 53 presidentes de la república en 66 periodos de gobierno.)  La única notable aproximación en ese sentido ha sido la vicepresidencia de Milagros Ortiz Bosch. 

El firmamento femenino de la partidocracia adolece de esa lamentable ausencia.  En el partido de gobierno sobresalen, por ser miembros de su Comité Político, Cristina Lizardo, Alejandrina German y Margarita Cedeño.  Lucia Medina y Sonia Mateo son prominentes legisladoras, pero no tienen todavía la estatura que confiere la membresía en ese comité. En el Comité Central hay varias decenas de mujeres también aquejadas del mismo mal de falta de prominencia nacional.  Pero pocos objetaran el juicio de que Margarita Cedeño sería la figura con mayores posibilidades de acceder a la candidatura presidencial de su partido, algo avalado por su popularidad en las encuestas y muy a pesar de que su esposo tiene una alta tasa de rechazo.

En el campo de los otros dos grandes partidos (PRD y PRM) el panorama femenino no es menos opaco.  En el PRD solo Peggy Cabral podría aspirar a una candidatura presidencial, mientras no se divisan otras figuras femeninas que tengan igual prominencia.  En el PRM ya han sobresalido dos figuras, especialmente en la reciente Convención del partido: Geanilda Vásquez y Carolina Mejia. Pero ha sido la diputada Faride Raful quien con más esmero y perseverancia ha jugado el rol de opositora en sus funciones congresuales de fiscalización del Poder Ejecutivo.  Geanilda y Carolina tienen más bien un perfil insípido en ese sentido.

Entre los partidos minoritarios solo sobresale la figura de Minou Tavarez Mirabal (en vista del relativo anonimato de la otra candidata presidencial del 2016). Por supuesto, fuera de la partidocracia hay también otras figuras femeninas que podrían considerarse posibles candidatas presidenciales. Yeni Berenice Reynoso, la fiscal del Distrito Nacional, y Zoila Martinez, la Defensora del Pueblo, llegan fácilmente a la mente.  Pero también hay otras figuras, tales como Elena Viyella, Anina del Castillo, Melba Segura de Grullon, Circe Almanzar, Nuria Piera y Alicia Ortega, que merecen destacarse y que probablemente harían una fecunda labor en la primera magistratura del estado.

Pero no basta con tener un perfil personal apetecible para poder acceder a esa cumbre posición política (https://acento.com.do/2017/opinion/8486682-perfil-del-presidenciable/). La mayoría de las mencionadas no tienen todos los rasgos y cualidades requeridas: carisma y madera de líder, fuerte motivación para llegar al poder, acervo profesional, trayectoria y potencial apoyo partidarios, ideario y/o programa político. Con este conjuntado aval solo podríamos entresacar a Margarita Cedeño y Cristina Lizardo en el PLD, Geanilda Vásquez y Faride Raful en el PRM, Minou Tavarez entre los partidos minoritarios y entre las demás a Yeni Berenice Reynoso, Anina del Castillo, Alicia Ortega, Nuria Piera y Elena Viyella. 

Resulta muy difícil “rankear” a este variopinto elenco de posibles candidatas para ocupar el solio presidencial. Margarita Cedeño, Cristina Lizardo, Geanilda Vasquez, Faride Raful y Minou Tavarez tienen la ventaja de que, además de ya contar con un perfil publico sobresaliente, son parte de estructuras partidarias bien establecidas y, en consecuencia, podrían movilizar a sus respectivas organizaciones en apoyo a sus candidaturas.  Pero cualquiera de las otras podría concitar apoyo partidario o constituirse en una novedosa opción de poder si algunos de los movimientos cívicos de la sociedad civil la apoyaran y dieran la batalla electoral.

Al final, resulta fácil decantarse por las figuras partidarias porque serían las que, a estas alturas del juego, tendrían mayores posibilidades de calar hondo en el corazón de las simpatías populares con miras a las próximas elecciones. Estas serían Faride Raful, Margarita Cedeño, Geanilda Vasquez y Minou Tavarez. Margarita y Minou tienen amplia experiencia en el funcionariado del estado, carisma y liderazgo personal y una preparación profesional universitaria.  Geanilda y Faride no han sido funcionarias públicas, pero tienen experiencia de estado en tanto la primera fue parte de algunos consejos de administración estatales y la última ejerce como diputadas (además de tener un padre de una larga, exitosa e intachable carrera política). De lo que adolecen todas es de un poco de “mulatez” en su piel.

La figura de Faride, sin embargo, esta constelada de unos atractivos incomparables.  En primer lugar, da muestras fehacientes de querer llegar a la posición presidencial.  Como abogada exitosa no ha sobresalido tanto como Geanilda, por ejemplo, pero tiene en su haber ser una de las pocas figuras del Congreso que hace una verdadera labor de oposición.  Sus diligencias para obtener información sobre los sobornos de Odebrecht, su análisis de las 57 instituciones del estado que son sobreabundantes y, últimamente, su valiente denuncia sobre los pagos a Joao Santana son algunas de sus más estelares actos opositores. Al realizar estas labores de fiscalización gana méritos por encima de Geanilda, aunque Minou se destaca también por su recia persistencia opositora. Faride complementaria su ya destacado perfil con una visión de gobierno que no ha desarrollado todavía (https://acento.com.do/2018/opinion/8558095-polvo-mis-estrellas/).    

¿Es la labor opositora suficiente para conseguir popularidad electoral? Obviamente que no.  Si de popularidad electorera se tratase habría que darle la ventaja a Margarita Cedeño, quien como Primera Dama y Vicepresidenta de la Republica ha sabido ejercer las responsabilidades puestas a su cargo para beneficiar efectivamente su figura política. Minou Tavarez no ha estado en posiciones que le permitan igualar tales logros, pero tiene a su favor el acervo memorial de la inmolación patriótica de sus padres, un aval que el pueblo dominicano valora mucho.

¿Podría Faride Raful llegar a ser la candidata presidencial del PRM en la contienda electoral del 2020?  Eso no dependerá de que la cuota de las mujeres en los partidos aumente al 40% como se propone en el anteproyecto de ley de partidos y agrupaciones políticas. Todo dependerá de si se juzga que el país esté preparado para que una mujer pueda escalar el solio presidencial. Pero como ese es un juicio harto difícil y en las actuales circunstancias estaría en manos de los hombres, tendríamos que concluir que las posibilidades de Faride dependen del alcanzable empoderamiento de las mujeres de su partido. Si ellas se lo proponen lo consiguen porque saben cómo conquistar a los hombres. Y quizá con las mujeres en el poder podamos también conquistar un peldaño más del empinado ideal de la moralidad pública.