Por Margarita Heinsen y Joselin Taveras

Se acerca el inicio de un año escolar a distancia en el que la mayoría de los docentes experimentan diversas emociones ante la incertidumbre y el desafío de la enseñanza bajo esta modalidad.  ¿Qué certezas tenemos?

El Ministerio de Educación está realizando un gran esfuerzo para organizar el inicio del año escolar, tarea nada fácil considerando las necesidades e implicaciones existentes. Se ha iniciado un proceso de capacitación a través de distintos medios en el que se han inscrito más de 100,000 docentes, quienes han valorado de manera positiva la experiencia. Todavía quedan temas por resolver para garantizar que lo aprendido en esta fase se aplique de forma efectiva en esta modalidad.

Cabe destacar la importancia del equipo de gestión de los centros educativos como actores clave en los procesos de enseñanza y aprendizaje. La pandemia ha puesto en evidencia las debilidades del sistema, pero también ha despertado la capacidad creativa y de reinvención de todos los miembros de la comunidad educativa. Se han tenido que buscar nuevas formas de proceder y los docentes están desarrollando habilidades y competencias que nunca imaginaron posible en tan poco tiempo. No sólo hemos aprendido a manejar herramientas y plataformas tecnológicas, sino que nos hemos fortalecido a nivel personal. Estamos todos aprendiendo y creciendo para ser mejores ciudadanos y personas.

Las crisis traen cambios y oportunidades. Son experiencias que se interpretan de distintas formas y que dependen de diversos factores.  Muchos docentes han sentido y expresado impotencia, frustración, tristeza, ansiedad y rabia ante la falta de interacción personal con sus colegas, estudiantes y familias. En este sentido, el equipo de gestión debe asegurar el apoyo a los docentes, no solo en los pedagógico, sino también en lo emocional.

Una ganancia que los docentes han obtenido de esta pandemia ha sido poder visualizar aspectos de su práctica que no se habían detenido a analizar. Esto los ha llevado a enfrentar el cambio y superarse a sí mismos de acuerdo con sus posibilidades.

Quedan muchas preguntas por responder. ¿Cómo será la gestión de las clases?  ¿Cómo nos apoyaremos los docentes en esta modalidad virtual?  ¿Cómo será la apertura del año escolar? ¿Tendremos conectividad segura? ¿Cómo asegurarnos que todos los niños han ingresado? ¿Qué flexibilidad existiría en los procesos dentro del sistema?

Mas allá de las circunstancias actuales y de la incertidumbre, tenemos las siguientes certezas:

  1. Se está llevando a cabo una capacitación que permite comprender mejor lo que se espera de los centros educativos y de las familias en el proceso de enseñanza y aprendizaje en la modalidad a distancia.
  2. Sabemos que en algún momento todo pasará y regresaremos a la presencialidad. Ahora corresponde asegurar que todos y cada uno de los estudiantes continúe su proceso de desarrollo y aprendizaje, sabiendo que el contacto humano y la interacción directa entre docentes y estudiantes es fundamental y no podrá ser sustituida.
  3. Nuestro aprendizaje sobre tecnología, estrategias en la modalidad virtual, uso de herramientas y dispositivos tecnológicos se constituyen en nuevas competencias y habilidades que forman parte del banco de conocimientos y capacidades con las que seguiremos contando para dinamizar la enseñanza. Nuestra práctica estará fortalecida al regresar a la modalidad semipresencial y presencial con estos nuevos recursos.
  4. El autocuidado y la preservación de la salud y el bienestar son fundamentales.
  5. Ambos, escuela y familia, cumplen un rol de suma importancia en el desarrollo y aprendizaje de nuestros niños y jóvenes. Esto se ha evidenciado y confirmado con la experiencia actual y debe mantenerse la colaboración y el compromiso.
  6. La educación a distancia implica la implementación de distintos protocolos de actuación que deben definirse con los docentes por niveles y ciclos, construyendo procedimientos que queden establecidos para la gestión de las clases, previo al inicio del año escoñar. Esto, además de asegurar la organización del proceso de enseñanza aprendizaje, disminuye los niveles de ansiedad de los docentes y favorece el desarrollo de una cultura escolar.

La implementación de las comunidades de aprendizaje es una experiencia novedosa que permitirá la socialización, reflexión de la práctica y revisión de procedimientos. En estas se podrán compartir preocupaciones y buenas prácticas, se abordarán situaciones y temáticas que aporten a la toma de decisiones colectivas, un trabajo colaborativo que acerque a la misión social de educar y dar lo mejor.