LA RESPUESTA DE FELIX EVARISTO MEJÌA

Otro de los intelectuales en responder la encuesta, lo fue el destacado educador e intelectual Félix Evaristo Mejía (1866-1945). Además de su elevada cultura literaria y su dominio cabal del idioma, se advierte su elevada estatura moral y su reciedumbre ética como consagrado discípulo de Hostos, hasta el punto de precisar el concepto de lo que consideraba el ideal de un buen presidente, al afirmar:

Habrá sido el mejor Presidente de la República Dominicana aquel, que consciente de las desfavorables condiciones de riqueza, educación y modalidad jurídica de su pueblo, haya extremado su esfuerzo hasta la abnegación, lindera con el sacrificio, por elevar esas condiciones al más alto nivel posible, salvando con ello el presidente su verdadero concepto histórico

Su respuesta fue la siguiente:

Sr. Director de BAHORUCO

Presente:

Mi estimado amigo:

Le complazco al fin en su amable insistencia para que tercie yo también en este cortés torneo de su encuesta con mi propia opinión  acerca del mejor presidente que hemos tenido en la República.

Después de las muy doctas que en breve página o sólo algunas líneas produjeron en su tersa prosa espíritus selectos, con la lectura de las cuales quiso Ud. , siempre galante, brindar a los lectores de su  revista, yo entre ellos, preciosa oportunidad de codearse con la aristocracia del estilo, se me hace muy difícil mi tarea. Porque,  menos confiado  en la humildad del mío que en la virtud de la demostración, no me creo autorizado a limitarme a simples conclusiones , más o menos sucintamente basadas, sino a sentar premisas irrebatibles en asunto de sí tan espinoso y arriesgado a herir quisquillosidades, amores u odios.

Con tal impresión sobre la importancia del tema dime a desarrollarlo, en horas robadas a más urgentes atenciones , estudiando previamente hombres y cosas , en la historia y los documentos a la mano, en las reconditeces de mi memoria desde niño y de hombre, y en mi propia meditación, departamento de peso y medida, a la cual someto siempre en recurso de alzada todas mis lecturas y todos mis pensares , y borrando cuidadoso , a fuero de imparcial, huella cualquiera de mis gratos recuerdos personales(ingratos, de los que he de citar, nunca los tuve), que pudieran ser parte a prevaricar mis juicios.

Fèlix Evaristo Mejía

Cosas y hombres ya idos, pues en la materia estimo preferible descender al Hades y de partir allí con los ilustres manes,  dejando en paz ahora, contrario a la costumbre en la charla social socaliñera, a quien los muertos ya no estorban, el mundo de los vivos, a los cuales, por no haber liquidado ellos aún la de sus hechos, no se les puede verificar la cuenta todavía. Máxime si cuando   si algo bueno de alguno se dijera, aquí donde nadie se gasta, atribuirse a miras propiciatorias futuristas, y si malo, a enconado resentimiento.

Y de los muertos me atengo a los de la historia reciente y con cuyo vivir he coexistido desde algún instante de mi niñez, pues en la anterior, por omisiones o vaguedades de ella en lo escrito, o escasa altura de sus sujetos, paréceme difícil escoger término de comparación.

Más he aquí, mi querido señor  Director de “Bahoruco”, que discurriendo peripatético por la larga alameda de la lucubración que en mi estimuló su encuesta, llegué tan lejos distraídamente, que la caminata tomó proporciones de excursión en conferencia, carga que temí fuera pesada para los delicados hombros de su gentil revista , hecha a vestir su blancura sólo de sutiles gasas, leves sedas de China y encajes de Malinas , bien que, con su apariencia de frágil y blanca damisela, en el mejor sentido, arranque ella a las veces a una broncínea cuerda de su arpa bravas notas.

Y naturalmente, he desechado su labor ya escrita, que sustituyo ahora con ésta de menor consistencia y extensión, a la cual intento hacer de aquella compendioso traslado.

Seis nombres escojo aquí para mi objeto de establecer entre ellos relación que me conduzca, o pueda conducirme, del positivo BUENO al comparativo MEJOR. Estos nombres, que guardan dos a dos en cierto aspecto algún paralelismo, son: Espaillat y Billini, Meriño y Jiménez, Morales y Cáceres. Tres civiles y tres militares: cuatro de ellos con personalidad ya destacada al ocupar el solio, y dos a quienes la destacó el alto cargo , aunque ambos la habían tallado en bruto, el uno en su especie de grito de 25 de noviembre (24 de octubre de 1903), y el otro con su hazaña de Teseo contra el Minotauro ( 26 de julio de 1899) .

De alto nivel espiritual los tres primeros; Jiménez transición; los otros de pulidez adquirida por el roce, como el canto rodado del arroyo, y noble inclinación a la cultura con lineamientos de rey barbaro a los Gran Teodorico o Carlo Magno.

Para llegar o no a  un concreto resultado preestablezco el siguiente patrón, que pretendo postulado: “Habrá sido el mejor Presidente de la República Dominicana aquel, que consciente de las desfavorables condiciones de riqueza, educación y modalidad jurídica de su pueblo, haya extremado su esfuerzo hasta la abnegación, lindera con el sacrificio, por elevar esas condiciones al más alto nivel posible, salvando con ello el Presidente su verdadero concepto histórico.

“Lindera” porque es la abnegación sólo antesala del sacrificio, y si este se hubiere consumado, ya no sería el mejor sino el óptimo.

Ahora bien, analicemos ligeramente, ya que el espacio disponible no es extenso.

Irreflexivos los habrá, o resentidos, que me censuren promiscuamente en igual plano estos seis nombres, de antecedentes y consecuentes muy diversos, según las apariencias, en valor moral. Esto parece, pero no es ; porque yo les traigo aquí exclusivamente como presidentes a todos, para juzgar de su obra administrativa y de su esfuerzo en cuanto tales por “ crear bienestar, elevar nivel social y salvar su concepto histórico” , conforme al patrón arriba propuesto ; no en su simple calidad de hombres, propincuos a comunes errores humanos.

Traspiés en los comienzos del áspero camino nunca antes recorrido , pasos dados en falso creyéndolos en firme, torcer inadvertido los senderos y extraviarse en plena “ selva oscura” hasta salir al claro en un abismo que salva un puente bajo un sol de ocaso ; tal ocurrió a Cáceres y Morales, a Meriño, a Jiménez, respectivamente.

Pero en el país en que tantos fueron al poder como a una orgía de sangre o a un deporte de fuego; en esta América de los Rozas y Doctor Francia, García Moreno y Melgarejo, y en que se excusa a diario sus tiranías y sus dictaduras a un Guzmán Blanco, un Porfirio Díaz, un Doctor Núñez y otros, con la atenuación de que realizaron obra o era ya ilustre el último; en un mundo que en que arrastraron por el lodo la púrpura Semìramis, Baltasar, Calígula, Nerón, Vitelio y tantos …, tantos …., hasta el mismo sapientísimo Salomón, bien pueden redimirse por  sus obras  los que con sus obras y actitudes rectificaron errores y el honor nunca mancillaron; bien puede perdonarse al rey David y a Pedro el Grande sus excesos , al pobre Luis XVI su incapacidad y sus derroches, la turbulenta juventud de Tito, emperador después , y del gran Enrique IV.

Según Sócrates, tal vez de buen humor, tenemos dentro todos un genio malo y otro bueno; Rodó nos habla de cierto embrión de bondad latente en nuestro ser y que un día puede germinar, crecer y dar sus frutos; Jesús paraboliza sobre la oveja descarriada  y vuelta luego al redil, entonces más  acepta a los ojos del Buen Pastor que las noventa y nueve que no se habían apartado del rebaño: díganlo Pablo, Magdalena, una Taìs…Y no se debe olvidar tampoco, en orden a Espaillat y Billini, a los monstruos de la historia que iniciaron irreprochablemente su gestión de Gobierno, así algunos de los antes citados y Tiberio , Claudio, Domiciano, etc.

¿Quién podría prever, de haber sido menos breve la actuación de aquellos, hasta donde le llevaran circunstancias adversas a alterar ellos el perfil de pureza con que hoy comparecen ante la posteridad? A veces la grandeza depende del azar. Hay méritos que son, y méritos que resultan; sin que sea lo último el caso de estos dos varones.

Además, el hecho de jefes de Estado la moral que se exija no ha de ser platónica sino práctica y positiva: no tanto lo bueno-bello como lo bueno- útil a la comunidad. Se impone este principio: acción, sana proeza, abnegación en el esfuerzo rayana en el sacrificio; son estas las virtudes constructoras. Abstención, renuncia, simple cultivo del “yo  moral” son valores éticos negativos, bellos en ocasiones, pero casi egoístas, aun en el individuo para su uso particular: nunca realizan obra, sino aspecto.

En la juventud, sobre quien la belleza ejerce dominio prevaleciente, personas o cosas, lo bello suele confundirse con lo bueno. A mí, de joven solía ocurrirme lo mismo: era el reinado de la fantasía, pero los mayores tenemos el deber  de discernir, con precisión, lo uno de lo otro.

Obras son amores. ¿La realizaron estos hombres en su gestión administrativa?- Sí, todos, con más o menos equivalencia en la calidad. Al lado de las de Espaillat, de Billini y Jiménez, muy valiosas, y que sus paladines en esta encuesta ya alegaron y no he de repetir, hay que poner las de los demás. Con Meriño toman incremento o realidad iniciativas de Gobierno Provisional de Luperón, que le precedió y otras propias: la industria azucarera en grandes ingenios, la pecuaria dentro de cerca en extensos potreros o dehesas, la agricultura en general; se abre inaugurada la Escuela Normal de Santo Domingo y resurge con altas cátedras y mentalidades como el docto Presidente, Hostos, Arvelo, Carranza, Nouel, etc., el Instituto Profesional, hoy Universidad; se mejora la condición económica y jurídica de los Ayuntamientos; se acuerda oficial subsidio a la obra nacional impresa y a la Prensa; y a su calor se alzaron y se revelaron corporaciones de cultura y capacidades entre las cuales la eminente mujer Salomé Ureña, después de Henríquez, que han honrado el País y hasta ahora los supervivientes.

Morales dota de local propio el Instituto, impulsa, estimula y  fiscaliza, por sì mismo también, la educación pública, y crea el Día de la Escuela,  levanta otros edificios del Estado; dicta un decreto de conservación arqueológica ; respeta la completa libertad de la Prensa ; pone en plena seguridad la Hacienda Nacional y hace brotar nuevas fuentes de ingresos; derriba privilegios y concesiones y tiende redes telefónicas.

Cáceres continua esa obra y además inicia con la del Oeste la era de las carreteras; afirma con el lema de “Orden y Honradez” el pulcro manejo del Erario y lo paga todo holgada y oportunamente; extiende las vías férreas, inaugura el telégrafo sin hilos, y téjense en el aire nuevos alambres; mejora cárceles y organiza el Ejercito; y en su presidencia “ Goza la Justicia de un prestigio y protección nunca igualados antes” , copio de ajena pluma.

Si en todo esto no hay labor y mérito, digo que no lo entiendo.

Pero de la proeza cívica, preservadora del porvenir desde el poder, con sabio y eficiente plan preconcebido al llegar y en llegando implantado con tacto, cautela, firmeza, y sin alarma ni recelo tempraneros despertados en quienes con su cuenta y razón hubieran de estorbarlo; plan intuitivo de organización militar, económica, jurídica, educativa, etc, adecuado al País por oriundo de su propia sociología y generador de armonía entre sanos,  y de fuerza física y moral de resistencia contra el mortífero ataque de aquellas células del cuerpo social que siendo menos son las más dinámicas…; pero de todo eso, que es la abnegación lindante con el sacrificio, y la salvación de su concepto histórico, en lugar de la abstención o el acomodo, la renuncia o la caída, y el simple cultivo de su “ yo moral” …; pero de eso ninguno fue capaz.

En todos hubo fuga o vencimiento. Sólo coautores y primeros actores de sus respectivos dramas del poder, el aplauso o la silba guardaron relación con el grado de belleza o de fracaso del efecto escénico final, a la bajada del telòn.

Y he ahí el quid…….¡ Cuantos irremediables males posteriores se habría ahorrado el País, y ellos también, con la actuación y firme de esos Presidentes , cada cual en su caso y a su turno!…

Esto último se piensa hoy a veces generalmente; lo que, a no pocos parecerá una inocentada  por su falta de fe en la virtualidad del esfuerzo pujante y a ultranza, es la posibilidad de esa acción.

 Cierto que entre estos hombres hay escalas de matices. El aire de la altura, q. a algunos les produjo en un principio el vértigo , se les entró a todos  después en los pulmones, purificándoles la sangre. Las cimas del poder abundan históricamente en el fenómeno, cuando las señorea gente de bien, en potencialidad por lo menos.

Pero no les preservó a unos del error funesto o trágico, de rectitudes vacilantes o equívoco  patriotismo, ni a los otros de cómodos egoísmos de Pilato que se retiran donosamente por el foro lavándose las manos. Gestos, pero acción.

Cierto que entre nosotros sí guardan distancia: Jiménez, Morales y Cáceres fueron solo regulares; Meriño, bastante bueno; Espaillat y Billini  ante cuyas figuras de alabastro, no de marfil ni de bronce, me inclino reverente, fueron simplemente buenos.

Ninguno, en el sentido de mi postulado, fue” el mejor”. Ninguno salvó incólume, en cuanto Presidente, su  “concepto histórico “.

Por lo cual, Sr. Director, en lo que a mi opinión respecta, declaro desierto el concurso.

Muy atentamente suyo.

Félix Evaristo Mejía.