El mundo de hoy está expuesto a experimentar profundos y rápidos cambios que están inducidos  por el indetenible proceso de la globalización. Esos cambios son sistémicos y ante ellos, los estados deben tener respuestas eficientes y eficaces desde todas sus vertientes de acción. Es por eso que, dentro de la dinámica de desarrollo económico, educativo y cultural, los gobiernos deben asumir y aplicar políticas de fortalecimiento planificado de sus relaciones internacionales, por lo que la  formación de nuevos recursos humanos en el área diplomáticas y consular es urgente.

Históricamente, la diplomacia dominicana ha adolecido de  representantes calificados, salvo algunas excepciones, con la debida formación académica y pragmática que les permita jugar un papel más digno al momento de proyectar y defender los intereses del Estado dominicano.

En estas últimas gestiones de gobierno, hemos tenido las precauciones de haber seleccionado a un equipo de hombres y mujeres que, aunque algunos no tienen formación en el área, han adquirido la experiencia necesaria y se han adiestrado en esos difíciles y delicados menesteres de estados. De todas maneras, el país necesita tener una generación de profesionales que estén bien formados en los asuntos diplomáticos y consulares.

El gobierno dominicano debe sentir la obligación de ponerle más interés a esa olvidada área de nuestra nación y seguir aprovechando aquellos recursos humanos que en los cuales ya ha invertido tiempo y dinero para su formación.

Por suerte que ya tenemos un Instituto de Educación Superior de Formación Diplomática y Consular, del cual ya han egresado varías promociones de jóvenes dominicanos y dominicanas y donde se han podido  especializar una gran parte del personal que tenemos en el exterior y gran parte de los recursos de planta que funcionan en nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores. Lo atinado sería ahora, saber ubicar a ese personal en las áreas más prioritarias del país, en lo que respecta a sus relaciones internaciones y su funcionamiento integrado al desarrollo nacional. No podemos permitir que la politiquería siga carcomiendo la ya debilitada imagen del país en el exterior. Hay que ubicar los recursos humanos que ya poseemos con la debida formación diplomática y consular y no seguir complaciendo intereses personales y grupales dentro de los partidocracia dominicana.

Por suerte que ya tenemos una nueva Ley mediante la cual ha de regirse el proceder  del Ministerio de Relaciones Exteriores respecto a nuestra política exterior y los recursos humanos operativos dentro y fuera del país.

Ese Instituto de Educación Superior para la Formación Diplomática y Consular que tenemos ahí, no puede seguir así de manera cíclica, sin aprovechar los cualificados recursos académicos de un Manuel Morales Lama, o de un excelente diplomático como Emilio Conde Rubio, o la sapiencia jurídica de un Ramón B. Martínez Portorreal, y de quien suscribe (Julio E. Cuevas), entre otros excelentes recursos humanos que estamos ahí, todos miembros de la Carrera Diplomática y Consular dominicana, por qué no decirlo, con todo y jactancia, algunos, como yo, en calidad de embajadores adscritos que queremos realmente aportar más en términos de la formación académica, dentro del área de las relaciones internacionales y de la diplomacia. Pero, no nos aprovechan en este justo momento que podemos dar más al país.

Eso no es posible que, tal vez por politiquerías y mezquindades, el país y el mundo no disfruten más de los aportes de esos profesionales de relaciones internacionales y de la diplomacia desde ese Instituto  de Educación Superior para la Formación Diplomática y Consular o en el exterior.

El actual Ministro de Relaciones Exteriores, y más que el señor Ministro, el señor presidente de la República, Danilo Medina, en su calidad de jefe y coordinador de la política exterior dominicana, debe saber eso y prestarle más atención y apoyo a la formación de nuestros recursos humanos en lo relativo a la profesionalidad del personal del área diplomática y consular de planta y del que labora en el exterior. Hay que habilitarlos y adecuarlos a los requerimientos  que exigen los nuevos tiempos. Ya no son momentos nada más para beber vinos y lucir resplandecientes alhajas y vestimentas, no. Hoy es tiempo de habilidades, destrezas, dominio de saberes comerciales, económicos, medioambientales, educativos y culturales, entre otros saberes. Son momentos de diálogos y de consenso.

De manera particular, entiendo que el señor presidente de la República, en coordinación con el señor Canciller, debe  darle más apoyo financiero y académico a nuestro Instituto de Educación Superior Para la Formación Diplomática y Consular del Ministerio de Relaciones Exteriores, por el advenimiento de una diplomacia más proactiva y de menos politiquería, por el bien de nuestro país.