He escrito que la actual crisis del sistema de justicia amerita que se investigue e identifique a los responsables, no solo jueces y fiscales sino también a los abogados, y mis adversarios de siempre, más los recién llegados debido a mi posición por el caso de la magistrada Awilda Reyes, que vienen amenazándome de distintas formas tratando de silenciarme, ahora se preparan para someterme a la justicia por el supuesto soborno de un fiscal.
Pues bien, me alegro que así sea. Es hora de que no solo jueces y fiscales carguen solos con una responsabilidad que involucra muchas veces a abogados y me parece estupendo que se comience por mí, pues me servirá para dar un ejemplo, algo que hace mucha falta en nuestra sociedad.
Cuando se informó que el Banco Central nos había contratado para incorporarnos al Consejo de Defensa del caso Baninter recibí la visita de Juárez Castillo para pedirme que rechazara el caso y cuando le expresé mi negativa, recibí entonces la amenaza de que en esas condiciones los ataques no solo serían contra el cliente sino también contra el abogado.
No soy un ser humano perfecto. He cometido muchos errores en mi vida pero ninguno relacionado a la compra de voluntades de funcionarios públicos, sean estos jueces, fiscales, ministros o de cualquiera otra naturaleza, pues protejo con mucho celo el ejemplo de integridad que nuestro padre nos dio en el ejercicio de su profesión.
Fiel a ese ejemplo aprovecho para informar que solicitaré formalmente al Procurador General de la República, como ya lo hizo nuestro cliente, que investigue todos los hechos revelados por Marino Vinicio Castillo en su programa La Respuesta de este domingo 13 de diciembre y repetidos al día siguiente en el programa Hoy Mismo, en el que mencionó mi nombre y el de la firma de abogados para la cual trabajo, en relación a un caso de soborno de un fiscal.
Aún cuando en ningún momento trabajé en el referido caso, siempre he asumido la responsabilidad sobre todos los casos que se manejan en nuestra firma, integrada por 9 socios, 30 abogados asociados y 13 paralegales. Hemos creado un ambiente donde la ética es la zapata de nuestro ejercicio profesional y me siento muy orgulloso de todos y cada uno de mis compañeros de trabajo, en los cuales confío.
Sin embargo, en estos momentos de crisis en el sistema de justicia cualquier denuncia sobre sobornos a jueces y fiscales y cualquier otra irregularidad, debe ser investigada sin importar a quien señale, y ahora que se me denuncia, pues que se comience conmigo.
Dejo comprometida mi palabra a través de este artículo de que no utilizaré tecnicismo procesal alguno o de cualquier otra naturaleza que pretenda evitar llegar al fondo de la verdad que debe ser descubierta a través de las investigaciones pertinentes. En consecuencia no solicitaré archivo por ninguna razón de forma o plazos, incluyendo prescripción y prestaré toda la colaboración que me sea requerida por las autoridades competentes.
En el mundo jurídico en el que me desenvuelvo desde hace 35 años siempre se dice que todos nos conocemos. Lo primero que hace un abogado que recibe un caso es examinar quién es el abogado contrario, no solo para determinar las capacidades que se enfrentarán, sino también las diabluras propias de algunos. Y es cierto: aquí nos conocemos todos y sabemos para lo que da cada quien.
Prácticamente desde que me gradué de abogado en el año 1979 he estado relacionado a la reforma del sector justicia. Sobrepasé la terrible época de Joaquín Balaguer (que salió del Poder Ejecutivo en 1978 pero mantuvo control de la justicia hasta 1997 a través de la designación de los jueces vía el Senado). Tiempos duros aquellos, en los que en una oportunidad se me dejó de contratar porque el abogado contrario era capaz de hacer cualquier cosa para ganar el caso, y mi cliente sabía que esa no era ni es mi regla de conducta.
Cuando se informó que el Banco Central nos había contratado para incorporarnos al Consejo de Defensa del caso Baninter recibí la visita de Juárez Castillo para pedirme que rechazara el caso y cuando le expresé mi negativa, recibí entonces la amenaza de que en esas condiciones los ataques no solo serían contra el cliente sino también contra el abogado. Y así ocurrió, pues en varias oportunidades el Listín Diario publicó declaraciones de los Castillo, hasta en primera plana, acusándome de haber participado en el fraude de la Asociación Popular de Ahorros y Préstamos. Cuando finalmente fueron identificados los que participaron en este fraude, ni el Listín Diario ni los Castillo se disculparon o emitieron una nota al respecto.
Trabajar la reforma del sistema de justicia criticando, como lo he hecho, a la Suprema de Contín, la de Subero y ahora la de Germán, o a los jueces y fiscales (incluyendo Procuradores Generales) que se corrompen, y hasta colegas que actúan como corruptores, trae siempre el riesgo de probables revanchas, que comienzan con amenazas y terminan con hechos concretos, pretendiendo primero callar y si no lo consiguen, desacreditar.
Desde que ofrecí mi testimonio en la Procuraduría General de la República sobre el caso de Awilda Reyes, comencé de inmediato a recibir mensajes que mencionaban un caso particular. Era curioso pues uno de los abogados contrarios de ese caso había sido denunciado por Awilda Reyes de haberla visitado en su casa en la noche del 26 de noviembre. A esos mensajes respondí con un tuit el 3 de este mes con el siguiente texto: “Quien me conoce sabe que nadie me va a amedrentar. Lo han intentado sin éxito en el pasado y fracasarán en el presente y en el futuro.” Entonces pusieron a circular un expediente en mi contra, sin una sola evidencia que me comprometiera.
Se trata de una suma de adversarios. Los de siempre, sobre todo por las causas sociales que he abrazado desde Participación Ciudadana, ANJE, FINJUS, y Profamilia. Los que se sienten perjudicados por las revelaciones del caso Awilda Reyes, muy cercanos al Dr. Castillo, y hasta abogados del caso en particular que presionan para evitar una condena penal contra sus clientes.
Bienvenida sea una nueva acusación contra mí. Abro una vez más las puertas de mi ejercicio profesional al escrutinio de la justicia y de toda la sociedad. Y aprovecho para enviar un mensaje: en esta batalla por la institucionalidad en la que participo desde hace muchos años, no se puede desertar. Mis adversarios deberían ya saber que ante los ataques solo redoblo los esfuerzos. Hago mías aquellas palabras de Juan Sánchez Ramírez en la batalla de Palo Hincado, el 8 de noviembre de 1808:
Pena de la vida al que volviere la cara atrás
Pena de la vida al tambor que tocare retirada
Pena de la vida al oficial que lo mandare, AUNQUE SEA YO MISMO