La decisión del presidente Danilo Medina de objetar la Ley de Código Penal a fin de que se incluyan tres excepciones a la penalización del aborto, es valiente, justa y constitucional, por lo que merece el apoyo de todas las personas, creyentes o no.
Es una decisión valiente puesto que el presidente Medina sabía que habría una reacción adversa del lado de una parte de los creyentes de diversas religiones, sobre todo de sus cúpulas, pero decidió poner los derechos de las mujeres por encima de sus intereses políticos, lo que no es frecuente que ocurra en nuestro país.
La primera excepción señalada por el presidente Medina es cuando la vida de la mujer está en peligro. Nadie cuestiona que siempre se debe comenzar por luchar por salvar a ambos, a la mujer y al feto. Los médicos son entrenados en esta filosofía de salvar vidas, no de eliminarlas. Sin embargo, existen casos donde esto no será posible y habrá que sacrificar una de ellas para preservar la otra, pues lo absurdo sería que la solución, para estar bien con nuestras conciencias, sea que mueran las dos.
Cuando este conflicto se produce, debe dejarse que la mujer decida con entera libertad y si ocurre en un momento donde al médico no le es posible recabar su consentimiento, debe salvarse la vida de la mujer, sin responsabilidad para el médico. La mujer embarazada es un ser humano ya desarrollado, con una historia vivida, con educación recibida, con agendas pendientes, vinculada a seres humanos alrededor de los cuales ha construido afectos, relaciones, posiblemente con otros hijos y pareja, además de familiares y amigos, que esperan su reintegración y la necesitan.
Pensaba que la prohibición absoluta y sin excepciones del aborto era un dogma (un principio establecido como verdad que no admite cuestionamiento) en la Iglesia Católica, pero la realidad es que aún dentro de esta Iglesia hace tiempo que no existe esta posición como verdad absoluta y está siendo cada vez más cuestionada.
También el caso de anencefalia, que es cuando el feto se desarrolla sin cerebro. Mantener un embarazo es estas condiciones es una crueldad extrema, no contra el feto, que no tiene vida pues sin cerebro no hay vida, aunque técnicamente no ha muerto, sino para la mujer.
El padre católico Bernard Häring, considerado como uno de los más importantes teólogos del siglo pasado, escribió en su obra “La Ley de Cristo III”, lo siguiente:
"Son ciertamente lícitas todas las operaciones y tratamientos médicos que parezcan necesarios para curar cualquier grave enfermedad que pudiera poner en peligro la vida de la mujer, aun cuando tuvieran como consecuencia indirecta e involuntaria poner en peligro probable o aun seguro la existencia de la criatura."
Este importante teólogo alemán lo que está señalando es que el médico que realiza un procedimiento no lo hace con la intención primaria de interrumpir el embarazo sino para salvar la vida de la mujer embarazada. La interrupción del embarazo es una consecuencia secundaria y por lo tanto no debería ser condenado por la iglesia y mucho menos por la ley.
La segunda excepción recomendada por el presidente Medina es cuando la mujer ha sido objeto de violación, en muchos casos incestuosa.
La excepción planteada por el presidente Medina es perfectamente compatible con nuestra actual Constitución, que tiene dos artículos, uno detrás del otro, pero muchas veces solo se lee el primero, el 37, que señala que el derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte, y se olvida el segundo, el 38, que dispone que “el Estado se fundamenta en el respeto a la dignidad de la persona,….que es sagrada, innata e inviolable; su respeto y protección constituyen una responsabilidad esencial de los poderes públicos.”
Cuando se pretende obligar a una mujer a continuar con el embarazo que es fruto de violación, a veces mezclada con incesto, se sepulta la dignidad de esa mujer, que debe tener el derecho a decidir si tiene un hijo en esas condiciones o si interrumpe su embarazo. Esta debe ser una decisión libre de la mujer, que es la única forma de no violar su dignidad y su salud psíquica, constitucionalmente protegidas.
El Estado, las iglesias y los familiares pueden y deberían contribuir en la decisión de la mujer a través de acompañarla en este momento tan dramático y difícil, con apoyo psicológico, moral y afectivo, pero no pueden imponerle una decisión sin desconocer su dignidad, sin violar la Constitución.
Nuestra Constitución está fundamentada en la protección de la dignidad humana y por eso su texto cita este concepto en once ocasiones, desde el preámbulo. Cuando la Constitución define la integridad personal, lo hace diciendo que “toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica, moral y a vivir sin violencia”, por lo que no solo se protege la vida de la mujer sino su salud psíquica y moral. Recientemente un sacerdote me comentaba un caso en nuestro país de una adolescente, embarazada por su padre, obligada a continuar con el embarazo, que finalmente terminó suicidándose.
La tercera y última excepción a la penalización del aborto, planteada por el presidente Medina, es cuando la vida del feto es inviable. Se ha querido distorsionar esta excepción pretendiendo decir que bastaría cualquier mal formación para producir un aborto, para entonces concluir que el 7% de la población dominicana no hubiese nacido bajo una regla de esta naturaleza. Se debe ser serio en la discusión de un tema tan importante. La decisión presidencial es clara en el sentido de incluir solo aquellos casos en que la mal formación hace inviable la vida, que es algo totalmente diferente.
Es, por ejemplo, el caso de embarazo ectópico, es decir cuando el embrión crece en cualquier parte fuera del útero (en el 95% de los casos es en las trompas de Falopio). Científicamente está comprobado que un embrión ectópico no puede sobrevivir y que ese embrión debe ser extraído sin pérdida de tiempo pues pondría en serio peligro la vida de la mujer.
También el caso de anencefalia, que es cuando el feto se desarrolla sin cerebro. Mantener un embarazo es estas condiciones es una crueldad extrema, no contra el feto, que no tiene vida pues sin cerebro no hay vida, aunque técnicamente no ha muerto, sino para la mujer.
El presidente Medina no pretende generalizar el aborto sino establecer tres excepciones a su penalización, por lo que la regla en nuestro país seguirá siendo la prohibición del aborto.
Saludamos la observación del presidente Medina y esperamos que nuestros legisladores sigan su camino y se pongan del lado de la vida y la dignidad de las mujeres y que no lo hagan porque constituyen una mayoría en la población votante y es electoralmente rentable hacerlo, sino por una cuestión de justicia y de protección de sus derechos.