Nunca antes la verdadera cara del gobierno del presidente Danilo Medina había aparecido tan crudamente sobre nuestras pantallas de televisión. En un discurso muy esperado por las muchas incógnitas que tenían el país en alerta, los estrategas de marketing del presidente prepararon un escenario mediático en el cual el primer mandatario se vio obligado a revelar frontalmente su verdadero “Yo”.
Fue una lección de real polítik, o de cómo justificar lo injustificable, cómo mezclar conceptos, enredar al espectador y borrar las contradicciones. Se trató de hacernos tragar con bonhomía que un presidente puede renegar sus palabras anti reeleccionistas de campaña y ser a la vez un gran demócrata porque tiene el oído colocado en el corazón del pueblo. Lo que pasó por su boca en contra de la reelección en tiempo de campaña solo era coyuntural y no era lo que defendía en realidad a sottovoce.
De cualquier manera que desenredara la madeja quedaba mal, ya que lo que el presidente llamó una “decisión libre y soberana del Congreso Nacional de reformar nuestra Constitución” puede considerarse también como un atraco a la democracia como lo sugería algunos días antes el propio ex presidente Fernández.
Es por esto sin duda que, en la primera parte de su discurso, se notaba que el presidente no se sentía cómodo. No resulta fácil disfrazar ambiciones personales y corporativas bajo el manto del fortalecimiento de la democracia, justificando su posible reelección bajo el pretexto que su tasa de aprobación vía encuestas (puestas en entredicho) iguala un plebiscito del pueblo soberano representado por todos los sectores de la vida nacional.
Eso significa que un pueblo como el dominicano que, “cada vez más atento, defiende y venera su constitución”, tiene que avalar la aprobación al vapor de la Carta Magna por sus representantes, personas que antes de pensar en el interés de la nación han demostrado de sobra en seis años que en su gran mayoría se rigen por lo que les dicte su interés personal.
Ni el mismo presidente se creía lo que estaba diciendo cuando expresaba que “una vez más podemos decir con satisfacción que ha primado la democracia, la institucionalidad y el consenso”. Se guardó de hablar de la segunda tanda de reforma constitucional anunciada por el ex presidente del Senado para asegurar la repartición del botín político con la creación de nuevas provincias y cargos para mantener a todos en su lugar y satisfacer las apetencias de los miembros de la nueva alianza política
Por boba que sea la gente en los sectores populares muchos se preguntan en voz alta cuanto costaron los acuerdos vagabundos que han emburujado al jacho con la estrella amarilla. No captan todavía que se van a tener que tragar los mismos bandidos en los mismos puestos, los mismos alcaldes y la misma basura en sus barrios, la misma corrupción acompañada de barrilitos y baulitos así como nuevos saqueadores del Estado de cuello blanco sobre la base de nuevas provincias y nuevas divisiones territoriales cuyo costo harán recaer sobre los contribuyentes
Después de los recientes acontecimientos el presidente no dudó en rematar su discurso diciendo que “la República Dominicana es, hoy, un país de instituciones en franco proceso de fortalecimiento, con equilibrio político y, desde hace mucho, libre del trauma y de la sombra tenebrosa de la dictadura”.