En memoria de nuestro padre, quien nunca tiró la toalla, esta glosa de su cuento criollo favorito, en su sexto aniversario
En tiempos de Concho Primo, bajo el seudónimo de “Tronquilis”, fue ganador del primer premio en los Juegos Florales de 1909 un prometedor abogado capitaleño de apenas 31 años de edad, a quien familiares y amigos apodaban “Pipí”.* “Tronquilis” no solo es el seudónimo utilizado por el autor para someter la narración al jurado, sino que también es el nombre del pequeño-comerciante gallego que protagoniza la breve obra de Troncoso. El hacer coincidir el seudónimo con el nombre del protagonista y basarlo en su propio “tronco”, sugiere que el autor se identifica visceralmente con el desilusionado observador- desde la privilegiada atalaya de su decaído negocito en la calle de El Conde- de los acontecimientos políticos de la frustrada Revolución del 7 de julio 1857. La decepción de Tronquilis en 1858 reinaba también medio siglo después en 1909 cuando Troncoso capta magistralmente el sentimiento de pesar de la época. Y aun mayor fue su desaliento en julio 1930 cuando el autor, a la sazón editorialista del Listín Diario, fue preso de Trujillo en la Fortaleza Ozama. Finalizando el 2015, la desilusión aun embarga a los que observamos los acontecimientos políticos de nuestra sitiada democracia desde una distancia prudente, tolerando con creciente impaciencia los devastadores efectos sobre los más débiles.
Primero la galopante inflación debido a la inundación de papel moneda y luego el prolongado sitio de la ciudad por las tropas revolucionarias comandadas por el general cibaeño Juan Luis Franco Bidó prácticamente arruinan el otrora floreciente “ventorrillo” de Tronquilis en la calle de El Conde, que tanto sacrifico le había costado levantar junto a su “más buena que el pan y trabajadora que una abeja” mujer criolla. Tronquilis estaba “descorazonado” al ver los frutos de su sudor arruinarse. Justo cuando con el agua al cuello, y desesperado porque sus últimos pintorescos parroquianos (“gente del gobierno”) que iban regularmente a libar a Baco en su establecimiento, lo habían abandonado, llega la promesa vía un enigmático mensajero, creando expectativas de que el triunfo de la Revolución es inminente, y que son gente nueva y buena los que gobernarán. Los ánimos de Tronquilis y “su costilla” se elevan, a pesar de que el anónimo profeta se va sin pagar la cuenta de su abundante consumo etílico. Tal es el deseo de la laboriosa pareja de un cambio inmediato en el estado de cosas, que no toman en cuenta la fuente y se ilusionan de nuevo.
Efectivamente, al poco tiempo se alborota la ciudad cuando viene entrando “triunfante, la Revolución” por la calle de El Conde. Para recibir el anhelado acontecimiento, Tronquilis se engalana “como un veintisiete” y sale “con cara de jugador afortunado” a celebrar y dar bienvenida a los prometidos triunfadores, pero no logra penetrar la tupida muchedumbre. Decide entonces subirse a la silla rústica de su ventorrillo para poder ver y ser visto.
–“¡Adiós, Tronquilis! ¡Tronquilis adiós!”–le espeta un primer jinete de avanzada, al que el tendero saluda entre confuso y afectuoso.
Al momento cae en cuenta de que es nada más y nada menos que “Periquito” Caballero, uno de los últimos clientes que había perdido sin huella. Y a seguidas otras salutaciones de “abur”, “viva el paisano”, “hasta luego, memorias a la doña”, le confirmaron la identidad de los “revolucionarios”, provocando en Tronquilis la inquietante interrogante:
— “¿Dónde está la ‘gente nueva’?”
Tronquilis no quiso presenciar más, y al retornar cabizbajo a su aposento, su compañera salió a su encuentro. Vaciló en participarle su desengaño, pero mientras movía tristemente la cabeza, le confesó en tono amargo:
–¡Ay mujer, mujer! ¡Son los mesmos!
Jamás mejor dicho que por el inculto pero laborioso gallego, ¡son los mesmos, son los mesmos!
Hoy como en 1909, Una decepción es auténtica alegoría de la política criolla contemporánea, que con variaciones de forma, se repite ad infinitum en el devenir del pueblo dominicano.
N.B. En vista de lo poco que leemos los dominicanos (y menos comprendemos la lectura), y para evitar que la frustración y la desesperación se apoderen de nosotros, en el más puro espíritu navideño de Rafael Toribio proponemos que uno o más de nuestros soneros mayores que sí leen (Colombo, Huchi, Vitico vienen a la mente) traduzca a décimas y música la alegoría política Una decepción, con título y estribillo de “Son los mesmos, son los mesmos”. Recurriendo a la música y la poesía con la alegría característica del dominicano, quizás podremos, “al borde de la decepción definitiva”, tomando prestadas palabras de Tony Raful, “evitar el colapso”.
* Muchos años después, el galardonado cuento de Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, titulado Una decepción, fue incluido en la antología del autor, Narraciones dominicanas, libro publicado originalmente en 1946 por Editorial La Nación de Santiago. La obra ha sido reeditada varias veces desde entonces por diversas editoriales e instituciones. Narraciones dominicanas fue seleccionada por Julio Postigo para iniciar en 1949, con prólogo de Ramón Emilio Jiménez, la benemérita Colección Pensamiento Dominicano que tanto ha enriquecido la bibliografía nacional. Emilio Rodríguez Demorizi justificadamente incluyó Una decepción en su recopilación, Cuentos de política criolla, publicada en 1963. En 1977 la antología de narraciones de Don Pipí fue integrada a la Colección Cultura Dominicana de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos como uno de sus tempranos títulos, con notas biográficas de Vetilio Alfau Durán. El relato de Tronquilis ha quedado definitivamente consagrado en la literatura tradicionalista dominicana.
“Una decepción” de Manuel de Jesús Troncoso se puede leer o releer desde la cómoda poltrona de su casa también en la p.379 del PDF en el siguiente enlace: http://www.banreservas.com.do/Biblioteca%20Virtual/Pensamiento%20Dominicano/Volumen%20III%20-%20Biograf%C3%ADas%20y%20Evocaciones.pdf
**Decepción tiene, según la RAE, dos acepciones:
(Del lat. deceptĭo, -ōnis).
1. f. Pesar causado por un desengaño.
2. f. engaño (‖ falta de verdad).
Por otro lado, según Wikipedia, decepción en su primera acepción se puede explicar como “un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma en unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena. La decepción, si perdura, es un desencadenante para la frustración y más adelante, la depresión. Similar al arrepentimiento, se diferencia en que el sentimiento de arrepentimiento se enfoca básicamente en fallas en elecciones personales mientras que el de decepción se enfoca más en la insatisfacción proveniente del aspecto externo. Es una fuente de estrés psicológico.”