En un mundo cada vez más digitalizado, un sitio web es un instrumento esencial para las empresas que desean maximizar la interacción con sus clientes. Es esencial porque dicha maximización genera beneficios tales como el incrementos de las ventas potenciales y reales, el fortalecimiento de la imagen de la empresa y sus marcas, así como su reputación.

En los países más desarrollados, el porcentaje de empresas que tienen un sitio web es altísimo. Lamentablemente, no es el caso de la República Dominicana. A falta de estudios formales que indiquen cual es nuestro nivel de presencia digital, me veo obligado a realizar nuevamente un breve estudio informal, con todas las limitaciones en cuanto a precisión que conlleva.

He tomado como muestra las empresas capitaleñas inscritas en el sitio del CEI-RD como empresas exportadoras. De un total de 674 empresas, apenas 217 cuentan con un sitio Internet. Apenas un 32 por ciento. Creo probable que un estudio metódico arroje una presencia digital inferior.

¿Cómo explicar estos pobres resultados?

En primer lugar, creo que los empresarios dominicanos desconfían de las nuevas tecnologías – que ya no son nada nuevas – como el Internet.

De igual manera, es probable que piensen que no les hace falta, que puesto que las cosas marchan bien sin ellas, no hace falta hacer una inversión en presencia digital, que tal inversión es innecesaria.

Precisamente el tercer obstáculo es el costo de la creación de un sitio Internet. En nuestro país, el mismo es excesivo. Que me perdonen las empresas que se dedican a ello, pero cobrar dos mil dólares o más por un sitio web que no es siquiera interactivo es un verdadero abuso. Se argumentará que el tiempo y la tecnología necesarias para la creación de un sitio Internet con un grafismo atractivo es alto. Puede ser. Pero con frecuencia se hace demasiado hincapié en la forma y no en el fondo. En la imagen y no en el mensaje. El grafismo de un sitio Internet es importante. Pero pensar que es más importante que el mensaje que contiene es una idea tan trespatinesca como pensar que el papel de una carta es más importante que lo que se escribe sobre él.

El que una empresa cuyo mercado es local no tenga un sitio Internet podría ser una condición atenuante: sus clientes la conocen y sus clientes potenciales podrían conocerla. El que una empresa que aspira a penetrar en un mercado de exportación es, en cambio, una condición grave, agravante. Si sus clientes potenciales no conocen, probablemente nuestro país, si no saben siquiera dónde queda en el mapa,  ¿Cómo conocerá a dicha empresa?

Una anécdota clarificará este último punto. Una vez, recibí un email cuyo objeto rezaba: “Propuesta de negocios”. El email del remitente tenía esta estructura: “nombre de la compañía”1@hotmail.com. Naturalmente, lo recibí con mucha suspicacia. Podría tratarse de un virus o de una estafa. Lo abrí con mucho miedo. Se trataba de un email válido. Pero la gran mayoría de los empresarios, sobre todo extranjeros, lo hubieran borrado de inmediato. Esa no es manera de hacer negocios.

¿Qué debe hacerse? Habida cuenta de que las exportaciones son vitales para nuestra economía, ya que generan divisas y equilibran nuestra balanza comercial, entiendo que el gobierno debería apoyar, mediante un programa de subvenciones, a las empresas dispuestas a crear sus propios sitios web. Esta ayuda podría extenderse a financiar la traducción de los mismos a los idiomas de los mercados que buscan conquistarse, y a la optimización de motores de búsqueda (SEO), a fin de que nuestras empresas estén mejor posicionadas que las de otros países competidores.

Ojalá esta sugerencia sea tomada en cuenta.

De más está decir que el mercadeo de contenido también se aplica a este tipo de iniciativa.