El abuso sexual de menores es un crimen nefasto.  Es la peor forma de abuso de poder. Un menor no tiene el conocimiento ni el desarrollo mental o biológico de su cerebro para enfrentar a su depredador.   La capacidad destructiva del abuso sexual de un/a menor puede extenderse hasta el final de su vida.  Su poder demoledor se mide por sus consecuencias.  En los casos más extremos lleva a la persona a la locura o al suicidio.

Pero aún cuando no lleve a estos extremos, puede destruir sus vidas en ausencia de terapia especializada que puede requerir años.  Forman parte importante de la terapia borrar el estigma. Para lograrlo es importante el rompimiento del silencio de parte de la víctima y el castigo del crimen de parte de la sociedad; sometiendo al pederasta a la justicia e indemnizando a la víctima por sus sufrimientos.

En el caso de menores, el silencio es común, particularmente por el conflicto que enfrenta el niño o niña de denunciar el acto de una persona que en casi la totalidad de los casos es una persona de estima y de total confianza de sus padres; cuando no es el mismo padre o padrastro el pederasta.  Los extraños difícilmente tienen acceso a un niño y menos a una niña.  Los abusadores provienen de las tres instituciones que están llamadas a protegerlos y formarlos: la familia, la escuela, y las iglesias.   A estas podemos agregar personas de íntima confianza de la familia: padrinos, vecinos, y sacerdotes pederastas que buscan fungir de padres en hogares con jefatura femenina.

El silencio protege al pederasta y le manda un mensaje certero a la víctima: sus vidas no tienen valor.  Las consecuencias son desastrosas.  El grupo de psicólogas español Mujeres para la Salud, [i] describe el “estrés postraumático” de las víctimas de violación: “miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión, sentimientos de culpa, vergüenza, ira, e incapacidad de manejar estas emociones”.  Aseguran que en caso de incesto [similar a la confianza que las familias católicas depositan en los sacerdotes] las niñas quedan indefensas frente al mundo masculino “porque mezclan el sexo con el afecto, con el cuidado, el poder y el cariño. Y todo esto en secreto”.

Durante la pubertad, las especialistas consideran que la mayoría padece de diferentes síntomas físicos, como son dolor de estómago, problemas de concentración, dolor de cabeza, trastornos en el sueño, y fuertes molestias en el ciclo menstrual.  Pero el principal daño lo atribuyen a la salud mental: “destrucción de su autoestima, odio a su propio cuerpo, depresión, fobias, ansiedad, comportamientos auto-agresivos y autodestructivos, llegando a mutilarse con cortaduras, quemaduras, o golpes”.

Las terapistas observan en las adultas depresión crónica.  “A veces se ven impulsadas a buscar alivio en todo tipo de adicciones (pastillas, alcohol…), episodios de automutilación y tentativas de suicidio. También presentan sentimientos negativos acerca de sí mismas, del sexo y de los varones, sentimientos generalizados de ansiedad y desconfianza, dificultades para establecer relaciones sociales, y cuando lo hacen, presentan una tendencia a mantener relaciones insanas, con malos tratos y problemas sexuales”.

En los niños abusados los síntomas son diferentes.  Según las psicólogas citadas, con experiencia en rehabilitar a víctimas de abuso sexual, “los varones que han sido víctimas tienden a ser abusadores y maltratadores, mientras que las mujeres tienden a ser maltratadas y nuevamente abusadas”.  Ambos, de no ser rehabilitados, repiten el círculo de abusadores y víctimas.

La tolerancia al abuso de menores en Dominicana

En República Dominicana existe una cultura de tolerancia al abuso de menores.  Los casos recientes de pederastia sacerdotal han ocupado la atención nacional, pero se ha restado importancia al rol represivo de las iglesias contra las víctimas de abuso sexual de menores en sus diócesis, y a la ausencia de investigación de los dominicanos que conocían las andanzas de los pederastas y guardaron silencio. Ante cualquier sospecha de abuso de un o una menor, es obligatorio comunicarlo a las autoridades, de lo contrario, quién observa se convierte en cómplice.

En Monseñor Nouel, la Iglesia Católica contraataca desde numerosos púlpitos declarando la inocencia del padre Alberto Zacarías Cordero Liriano: las iglesias han recogido donaciones para pagar la fianza del alegado violador; organizaron cartas testimoniales de solidaridad con el cura incluyendo 13 organizaciones de la Iglesia y 9 Juntas de Vecinos, entre otras; elevan oraciones durante las misas dominicales proclamando la inocencia del padre y pidiendo por su liberación; y han organizado  turbas  frente al Palacio de Justicia desde el 16 de julio del 2012, día en que Cordero Liriano fue arrestado.   Esta cruzada de rechazo a la familia de la menor violada se ha intensificado después de iniciado el juicio de fondo del acusado, abarrotando las audiencias mientras los abogados del cura imponen tácticas dilatorias.

El mismo comportamiento fanatizado e inmoral se reproduce en la comunidad de Constanza. El viernes 4 de septiembre, voceras de organizaciones feministas, sociales y comunitarias de Santiago denunciaron que tras hacerse público las denuncias de violaciones del padre  Manuel Mota de Jesús de Constanza, las víctimas y sus familias han estado recibiendo amenazas y presiones para que desistan de sus reclamos de justicia. El 27 de septiembre una turba de personas identificadas como “defensores” de Juan Manuel Mota de Jesús, “Padre Johnny”, se aglomeraron en la sede judicial del municipio de Constanza, con la intención de impedir que la fiscalía celebrara una audiencia sobre la acusación de violación sexual contra el sacerdote.

En Santiago, lugar donde la Fiscalía y las organizaciones de mujeres han actuado con diligencia para lograr apoyo a las víctimas, no se menciona la culpabilidad de la Congregación San Miguel Arcángel a que pertenecía el sacerdote polaco Wojciech Waldemar.  Esta lo destituyó porque conocía de sus crímenes, pero en vez de entregarlo a las Autoridades, lo sacó del país y lo comunicó al Arzobispado cuando el cura vacacionaba en Polonia.

¿Desde cuándo la congregación tenía conocimiento de los crímenes del padre Wojciech Waldemar?,  ¿demandó la fiscalía y los agentes policiales la entrega de los archivos en manos del Superior de la congregación para el Caribe?, ¿han sido investigados las personas que acompañaban al pederasta y tenían que haber sospechado de sus andanzas?, ¿por qué no levanta sospecha que un cura se pase su tiempo entreteniendo a 180 monaguillos, llevándolos a las playas, y durmiendo con ellos?, ¿por qué la actitud de indignación inicial en Juncalito es ahora de miedo y de no hablar con la prensa?, ¿por qué solo tres familias han puesto querellas cuando se tienen evidencias de 14 niños abusados?

¿Por qué la justicia no encarcela ni investiga a los violadoras de adolescentes embarazadas?, ¿por qué la vice-presidenta se reúne con el cardenal López Rodríguez para entregarle una iniciativa de educación sexual en las escuelas teniendo el país especialistas que sí pueden implementarlo en vez de boicotearlo?


[i] Asociación de Mujeres para la Salud.  http://www.mujeresparalasalud.org/