Padre, ignoro si desde el plano terrenal en el que me encuentro, puedas recibir esta misiva, y obviando donde estés, la escribo con la mejor de mis intenciones ¡y que puedas leerla!
Hoy 21 de enero, del año 2020, Día de la Virgen de la Altagracia – Tatica la de Higüey, como cariñosa y respetuosamente la nombrabas- te recuerdo de manera muy especial.. ¡¡Te extraño!!!
Jamás he olvidado tu veneración por ella y cada 21 de enero, levantarnos temprano, ponernos "bonitos", para ir a la iglesia a cumplir con La Virgen.
Agraciados que a muy corta distancia de nuestro hogar, la Iglesia de La Altagracia, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, nos evitaba una larga caminata, y allí, religiosamente, años tras año, decíamos presente, además de llegar entre los primeros devotos, a fin de poder sentarnos en los asientos delanteros, muy próximos al altar. Quién podría imaginar que asistir a esa ceremonia religiosa, resultaría la última a la que asistimos juntos. Hoy no acudí a misa y ¡sí parecería que estamos juntos!
A partir del lejano 25 de enero del año 1960 – tatuado ferozmente en nuestros corazones- que me resulta increíble cómo han transcurrido 60 años -¡tanto tiempo sin comunicarnos!- de tu muy especial ausencia.
Y te digo muy especial, porque varios agentes del Servicio de Inteligencia Militar – el temible SIM-. aquel nefasto y de triste recordación aparato militar al servicio de la dictadura de Rafael Leonidas, sin permisos legales, ni previa notificación para interrumpir tu pequeña siesta, decidieron dispensarte una corta visita. Luego de aquella muy breve y especial conversación, junto a ellos, previo a lo que asumo como "su cordial invitación", abandonaste nuestro hogar. Varios vecinos, sorprendidos y preocupados – pues eras muy apreciado por la gente de nuestro barrio- te vieron entrar al "cepillito", lo que comentaron entre ellos, y pasados los meses informaron a Quisqueya, tu amada y fiel esposa y nuestra muy especial madre. Ante las evidencias de que te montaste en uno de los señalados vehículos utilizados por el SIM, hoy me inquieta saber, y te pregunto, aquellos hombres, ¿te llevaron, o te secuestraron?
Te cuento, en días pasados, junto a Junior, Yovanny y Luis, estuve conversando sobre ti.
Junto a ellos, caminé por rutas que no me resultan agradables, mucho menos alegres, y creo que lo sabes. Recordar tu desaparición, ocurrida como por arte de magia, me resulta humana y racionalmente incomprensible, porque transcurridos unos 24 meses y otros tantos días de tu ausencia- sumado a la posterior y desgarradora noticia de tu muerte- al igual que en aquellos momentos, aún lacera mi corazón.
Asomada a estos sentimientos, no podría permitir que se te sepulte en los sarcófagos del olvido, responsabilidad que asumí, guiada por personas que también te aman, y sobre todo, por el amor que sentí, y aún con tu ausencia, mi corazón se regocija al reconocer lo mucho que te quiero.
Padre, es tiempo del descanso, sin agentes, picanas o descargas eléctricas sobre tu cuerpo; como tampoco la presencia de algún verdugo, lacayo del Trujillismo, tal cual aquel especialista que con un tortol o torniquete, estranguló tu vida y la de tantos otros hombres valerosos, luchadores contra la dictadura, que desaparecieron entre las rutas letales que conducían a la Silla Eléctrica y las abominables áreas de "La 40″, donde incontadas y brutales torturas fueron aplicadas a hombres y mujeres, en su gran mayoría, pertenecientes al "Movimiento Clandestino 14 de Junio" , sin olvidar a los jóvenes "Panfleteros de Santiago" .
Perdona si quebranté tu sueño, o tu reposo eterno, pero si no grito estas vivencias, muchos jamás ¡podrán imaginarlas! Y al callarlas, yo también seré cómplice de esas barbaries.
Antes de dormir, permíteme repetirte, bajito y muy suave, como una ola ligera que muere sobre la tibia arena de la playa, ¡Papi, descansa en Paz, Te Quiero