En estos días mi hijo mayor ha estado preparando sus vacaciones con su familia para hacer un tour por Europa. El pensar que va con niños, mis dos nietos, ha hecho que me sienta sumamente preocupada, pues pienso que es difícil movilizarse de un país a otro.  He pasado muchas noches en vela y cada día le decía que no sabía cómo se iba a hacer.  Llegó un momento en que se molestó ante mi ansiedad. Sentí que debía explicarle el porqué de mi angustia.

Le escribí un mail y le pedí perdón, le dije que en ningún momento había querido preocuparle, ni molestarle, que me entendiera, que  pensaba que si yo no estaba presente no iba a despertarse y estar a tiempo para las actividades programadas, que cómo se iba a hacer con tantas maletas y un coche de bebé, le dije que siempre había sido yo quien los cuidaba, los protegía, pero que no había asumido que ya eran hombres y que ahora era a ellos que les tocaba proteger a otros. Eso bastó para liberarme, pero mi gran satisfacción vino con su respuesta, que hoy quiero compartir con todas las madres que son tan apegadas a sus hijos y tan protectoras como yo.

“Te amo mami. Tú también tienes que entenderme. Todo lo que sé es por ti y a veces, como te lo he dicho muchas veces, parece que no me conoces. Lo hiciste más que bien con Lale, (así le dicen él y sus primos, a su hermano), ahora con Niño y espero que con Niñito también, les enseñes como a nosotros, (esos, mis dos nietos). Hoy me atrevo a hacer todo y arriesgarme, porque tuve la mejor maestra, quien me dio todas las herramientas para hacerlo. Hoy, y te habrás dado cuenta, a pesar de saber qué, cómo  y cuándo hacer las cosas, nada hago sin consultarte, porque sé que me vas a mostrar lo que no veo.

Fuiste, eres y siempre serás mi guía, aún siendo yo un viejo, porque sé que te las ingeniarás para  decirme qué hacer estando tú en el cielo.

Te amo y más aún, te necesito”.

Con este manifiesto de amor, solo pido  a Dios que le dé unas felices vacaciones y que las pueda disfrutar junto a su familia.