La confirmación de Tom Pérez como Secretario del Trabajo de Estados Unidos es un motivo de celebración para todos los dominicanos e hispanos en el país. El distinguido y capaz funcionario, descendiente del ex embajador dominicano en Estados Unidos Rafael Brache, fue confirmado en el Senado por 54 votos contra 46. A casi nadie extrañó que todos los votos favorables eran los de senadores demócratas y de sus dos colegas independientes que siempre votan con ellos. La votación contraria de todos los 46 integrantes republicanos del Senado, incluyendo hasta aquellos que aceptaron se discutiera su nominación, constituye otro impresionante recordatorio de la increíble campaña republicana para que su propio partido sea derrotado en las elecciones presidenciales del 2016.

La discusión de la reforma de inmigración, detenida sobre todo por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, ha convencido hasta a los más optimistas observadores favorables al partido del elefante, de que los republicanos parece como que prefieren perder los comicios presidenciales antes que permitir que aumente el número de votantes hispanos. Por un lado, esta oposición a legalizar a los “indocumentados” pudiera presentarse como una forma de disminuir el caudal electoral de los demócratas, pero en realidad ha tenido como efecto el alejar a los hispanos del republicanismo.

El ala derecha del Partido Republicano, abrumadoramente mayoritaria dentro de ese partido, sobre todo partidarios del llamado “Tea Party”, considera la legalización de los “indocumentados” como equivalente al fin del predominio de los llamados “anglos”, pasando por alto que las comunidades anteriormente consideradas como claramente minoritarias, hispanos y afroamericanos, crecen en número con gran rapidez, independientemente de que se apruebe o no la reforma migratoria.

Algunos aspectos deben ser considerados para entender mejor la situación. Rechazar la reforma pudiera favorecer a candidatos republicanos en distritos congresionales y en algunos estados donde se discutirán senadurías en el 2014, pero repercutiría negativamente en una elección en la cual vote toda la nación para elegir al presidente y al vicepresidente. En las elecciones primarias para nominar candidatos, los republicanos más favorables a los hispanos, encuentran un punto de apoyo en la postura antiinmigrante, pero en muchos distritos y estados concurrir a las urnas como opositores a la reforma constituye un peligro cuando no se trata de simples primarias internas de un partido.

El panorama electoral es complejo. En el 2014 los republicanos pudieran mantener su control sobre la Cámara aun perdiendo algunos escaños. En el Senado lograrían algunas victorias que les acercarían al control, o quizás les permitiría dominar precariamente la cámara alta, algo que es posible, pero no tan probable. Con la pésima imagen que tiene el actual Congreso en la opinión pública estadounidense y con un bloque nacional tan contrario a las actuales posturas republicanas como el constituído por los hispanos y otros grupos, dominar todo el Congreso, o simplemente la Cámara, antes del 2016, no serviría necesariamente para situar a un republicano o a una republicana en la Casa Blanca.

Más allá de tomar posición en cuanto a las posturas sobre temas específicos, es decir, simplemente como un frío análisis de cifras y tendencias, puede concluirse que el Partido Republicano, por una serie de razones, no podrá contar con la mayoría de las mujeres y la juventud, ni siquiera con la cuarta parte de los hispanos, y mucho menos con la población con preferencias de tipo homosexual. Algunos, en esos sectores, votarían quizás por su congresista o senador republicano, pero difícilmente por un candidato presidencial opuesto a sus posiciones en temas polémicos como la inmigración y otros.

Independientemente de que existan simpatías hacia posturas republicanas en gran parte de la población y en algunas regiones del país, los sectores con mayor crecimiento en el electorado nacional son los hispanos, los afroamericanos, las mujeres, los jóvenes, etc. Una cosa es ser elegido en un distrito congresional en el cual la legislatura del estado correspondiente ha diseñado sus fronteras para elegir un candidato de un partido determinado y otra es enfrentarse a toda la vasta gama de opiniones en una región del país o en todo el territorio norteamericano, cada día más pluralista.

Los errores de los demócratas en los años sesenta, setenta y ochenta, convirtieron a su partido en un movimiento político con mayoría congresional, pero sólo con acceso ocasional a la Casa Blanca. Curiosamente, los republicanos parecen ir ahora exactamente en la misma dirección, con el agravante de que en una elección presidencial, como la del 2016, pudieran perder hasta el Congreso, como ha sucedido anteriormente.

Claro que los demócratas pueden, como en el pasado, cometer graves errores o seleccionar malos candidatos para el poder ejecutivo, lo cual cambiaría en cierta forma el cuadro, pero no es necesario simpatizar con los demócratas o renunciar a convicciones personales sobre los temas, para comprender que los republicanos están haciendo la más prometedora campaña para no regresar a la Casa Blanca en el 2016. Mientras tanto, sin importar partidos y temas, celebremos la confirmación de Tom Pérez como un triunfo para todos nosotros. Enhorabuena. (FIN)