Esta provincia requiere mayor atención y un cuidado permanente del Gobierno. Desde que el río invadió el pueblo centenares de familias no duermen porque el agua les dañó sus colchones, no tienen donde acostarse. “Los colchones que el río no se llevó, no se han secado todavía, no tenemos donde dormir. Lo que más necesita la gente es cama”, dice un dirigente comunitario.
Las autoridades provinciales y el Gobierno Central, a través del Plan Social de la Presidencia, deben donar colchones y utensilios para el hogar a las comunidades afectadas. Recordemos que es una de las provincias más pobres del país. Y aunque es una obligación del Estado socorrer estas familias, entidades y personas altruistas pueden hacer sus donaciones.
Tampoco duermen por el pánico, terror a que el río Seibo lo sorprenda nuevamente mientras duermen. Es decir, necesitan asistencia del Gobierno en cuanto a la salud mental y física por todas las enfermedades que se producen luego de una inundación.
Perdieron neveras, radios, televisores, ropa y las cosas más elementales para un ser humano vivir. Hubo familias que quedaron sin nada, el agua les llevó todo. Algunos tienen dificultad para comer, el río se llevó o les dañó la estufa y el tanque de gas. Otros cocinan con leña.
Los sectores más afectados fueron La Manisera, Ginaldiana, Capotillo, Puerto Rico, Villa Guerrero Abajo, Villa Nené, Buenos Aires y otros. En estos lugares el sistema eléctrico fue completamente dañado. “Aquí no hay de nada, el río se llevó todo: estufa, nevera; nos falta ropa”, indica una de las afectadas.
Olor a demonio
Lo inusual es que el río arropó estos sectores con el lodo que arrastró desde las montañas. Muchas casas quedaron completamente tapadas o el agua-lodo entraba y salía por puertas y ventanas, que quedaron inservibles. Con al retiro del lodo, basura y escombros, el Instituto Nacional de la Vivienda debe hacer reparación de casas. En algunos casos es necesario reubicar la gente para evitar nuevas tragedias.
En estos barrios hay un olor a puro demonio, el ambiente está contaminado. El olor pestilente se debe a algunos animales muertos y al lodo descompuesto o podrido. Ojalá la intervención de las autoridades de salud evite que los niños se enfermen por esta situación. Tienen problemas con el servicio del agua potable, lo que dificultad la limpieza de las casas.
La ciudad camello
Este artículo nació de la preocupación de muchas personalidades oriundas del Seibo, preocupadas por la desoladora situación que el huracán María dejó la provincia. Sobretodo, por que la situación es mucho más tétrica, dramática, preocupante que lo que han dicho las autoridades a la prensa. Los funcionarios estatales se concentran más en la bulla, en su publicidad que en la asistencia que dan a los que perdieron todo.
Cuando pregunté al abogado Antoliano Peralta sobre la situación de El Seibo explicó que después de las lluvias se ha desatado una plaga de mosquitos que un amigo suyo dice que van a hacer “el maratón: un mosquitero para El Seibo”. Como es costumbre después de las inundaciones se desata una insoportable plaga de mosquitos, cucarachas, ratones y otras alimañas.
Es menester que el Ministerio de Salud Pública intervenga con operativos de donación de mosquiteros y fumigación y otros mecanismos para eliminar las plagas que producen enfermedades como leptospirosis, rabia, dengue, malaria, chikungunya.
Mientras conversábamos, su hermano Nilson Peralta nos interrumpe y explica que por lo deterioradas que el huracán dejó las carreteras un camión se fue por una barranca.
Antoliano explica que al Seibo lo bautizaron como la “ciudad camello” (fue fundada sobre lomas en forma de la joroba de camello), es decir, por lo accidentada que es su topografía y que por esto las inundaciones o crecida de los ríos hacen más daños.
Infarto
Junto al Seibo, que es el municipio cabecera, la otra localidad que ha sufrido mucho fue Miches: el río irrumpió al pueblo y dañó casas, locales comerciales, estaciones de combustibles, supermercados, colmados, campos agrícolas.
Fue tan desesperante, dramática para los pobladores que al propietario de un supermercado le dio un infarto cuando estaba tapando las casas totalmente. Se suma a los daños en las viviendas en Miches y El Seibo a la muerte de caballos, vacas, cerdos, chivos y demás animales.