El pasado miércoles 17 de noviembre, se realizó un encuentro con intelectuales y escritores auspiciado por la presidencia y que contó con una nutrida representación de este espacio de profesionales que posee la condición de reflexionar acerca de temas nacionales y ser generadores de ideas y opiniones sobre tópicos diversos que incluyen por supuesto, los temas de la agenda del país.

Bajo un espíritu democrático como dijera el presidente Luis Abinader, se inició este encuentro esperanzador de ideas y propuestas que incluye esta vez, al sector intelectual en el abanico de fuerzas representativas de los distintos sectores a los cuales tiene acostumbrado el ejercicio político nacional a dialogar.

Es ahí la importancia de este encuentro que abrió las puertas a una modalidad dialógica poco común entre nosotros y que permite a los pensadores nacionales, iniciar esta nueva modalidad de acercamiento y colaboración con el sector gubernamental, obviamente todos y todas no estuvieron en este primer encuentro y me imagino que no fue por la  intención de ausentarlos del mismo, dado el aire que allí se respiró, sino por la cantidad que representa en la comunidad nacional y un solo encuentro no es suficiente para reunirlos a todos y todas.

Desde el inicio, todo fue grato pues el homenaje merecido de la Orden Heráldica de Cristóbal Colón en el Grado de Comendador, por el decreto 734-21 al ilustre y destacado académico y hombre de la iglesia José Luis Sáez, fue una buena señal del contenido al que habíamos sido convocados. Los méritos del profesor José Luis Sáez y su obra, están más que reconocidos; sus aportes al cine dominicano, a la formación de estudiantes de la Carrera de cina de la UASD, como su acento en sus escritos sobre la historia dominicana, lo hacen merecedor de tan destacado reconocimiento, compartido por los presentes.

Al finalizar la formalidad del acto de entrega de la medalla y pergamino al gran investigador y hombre de letras, José Luis Sáez, el presidente encabezó la segunda parte del encuentro convirtiéndose en anfitrión, expositor, moderador de la misma y hasta relator, si queremos agregarle otras de las maneras de su participación entusiasta y atenta con los temas, primero como introductor en sus palabras de bienvenida, y más luego abordados los temas como sugerencia de agenda.

Lo cierto es que para los presentes fue algo inusual que el presidente escuchara detenidamente, tomara notas y hasta comentara inquietudes de los participantes o algún aspecto de sus intervenciones y al mismo tiempo, respondiera, sin libreto previo, las preocupaciones, propuestas, sugerencias y comentarios de los más de 11 interlocutores individuales que levantaron sus manos y fueron escuchadas sus palabras, sin límite de tiempo, de una población asistente de más 61 personalidades allí presentes.

En sus palabras de inicio el presidente habló de un encuentro plural, democrático, crítico, propositivo, proactivo y sin censura alguna. Esto nos pareció fuera de lo común en este tipo de encuentro, pues el poder suele temer a la libertad de las ideas, su criticidad y rigor. Sin embargo, en una parte de su motivación expresó el presidente el interés en los pensadores y forjadores de opinión allí convocados, de que contribuyan en estos momentos aciagos a fortalecer la conciencia nacional, afrontar con buenas propuestas los complejos temas de la agenda mundial y nacional y aportar con sus ideas al debate y la solución de muchos de ellos. Por tanto, se puede entender que hay la motivación suficiente de dar continuidad a la misma.

El encuentro no solo se quedó en esa formalidad introductoria del acto, sino que se explayaba en sus respuestas al anfitrión y no se limitó el tiempo de los expositores, aunque al final el tiempo estaba en contra de la agende presidencial y hubo de concluirse la actividad, pues originalmente era de media hora tal vez y terminó en cerca de hora y media.

El entusiasmo, dominio, extensión y explicaciones dadas por el presidente denotaba confianza en el grupo convocado, apertura en sus comentarios y claridad de los temas dominados y expuestos por el presidente que, en todo momento, se refería a quienes hablaron de los tópicos distintos abordados, relacionados estos a la necesidad de recuperar el interés por la lectura, la importancia de las bibliotecas y del libro físico y también la divulgación digital de la lectura, que la acompañó del nombre Biblioteca Dominicana. Del Ministerio de Educación, se comentó de su fragilidad estructural en la formación de nuestros estudiantes, el tema de las bibliotecas que podrían funcionar en sus locales y de promover la lectura, todo lo cual nos pareció certero y necesario.

Sabiendo la importancia de la educación en la competitividad de la mano de obra, la pobreza y el desinterés por la lectura, el presidente lo interpretó correctamente como parte de un mal de fondo del sistema educativo nacional y la necesidad de corregirlo desde su fase inicial y todo el ciclo formativo que lo comprende, lo cual transmite la confianza de que al menos tenemos focalizado el mal, y dónde podría iniciarse el correctivo, en su momento.

El tema haitiano fue tocado en reiteradas intervenciones y abundantemente y el presidente lo asumió a pesar de la delicadeza de su tratamiento público por las implicaciones que en estos momentos presenta la situación haitiana. Sus intervenciones fueron en varias ocasiones y puntualizaba el interés que hoy tiene la situación para el gobierno dominicano y la particularidad de que esta vez es más complejo por los interlocutories y la inestable situación de ese país, amén de que la comunidad internacional nos ha dejado solo con el engorroso tema, lo trató no lo evadió en el encuentro y es ya mucho decir de la franqueza de esta iniciativa.

Finalmente quedó el balón en la cancha de los escritores e intelectuales y del propio gobierno de buscar un mecanismo de orquestación de la iniciativa y que no se quede en un simple encuentro de prensa y de intenciones. Habrá igualmente que implicar otros pensadores y escritores que allí no estuvieron y ampliar el espectro de participantes y temáticas, de manera que nadie se considere excluido, siempre bajo el espíritu innovador y democrático de la pluralidad, los diferentes enfoques y paradigmas, el deseo de contribuir a inyectar a las políticas del estado, ideas frescas, profundas y posibles de aplicar, para acompañar con nuestras propuestas, al conjunto de la conducción de los grandes temas nacionales, teniendo el ejecutivo como mediador y de esa menara, ser parte de la solución, no solo de las críticas a las ejecutorias públicas.

Esta es una buena oportunidad para poner ideas, reflexiones y debates al servicio de buenas prácticas propositivas a las ejecutorias estatales y que nos brindan la oportunidad a la comunidad intelectual dominicana, de ser parte del debate y de sus posibles soluciones.