ESTE ES otro chiste judío: un joven judío hambriento ve un anuncio en un circo local: “El que suba hasta el tope del poste de 50 metros y salte a la alfombra de poliéster abajo ganará mil rublos”.

En su desesperación, entra al circo, trepa el poste, y se estremece cuando mira hacia abajo.

“¡Salta, salta!”, grita el maestro de pista.

“¡Olvídese de eso!”, le grita desde lo alto el joven. “Pero ¿como hago para bajar?”.

Ese era el mismo sentimiento de Barack Obama un momento antes de que los rusos le suministraran la solución.

EL PROBLEMA con la guerra es que tiene dos lados

Uno prepara una guerra meticulosamente. Elabora un plan perfecto. Los futuros generales lo estudiarán en sus academias. Pero una vez que haga el primer movimiento, todo saldrá mal. Esto se debe a que el otro lado tiene una mente propia y no se comporta de la manera que usted esperaba.

Un buen ejemplo nos lo proporcionaron hace exactamente 40 años hoy (por el calendario hebreo), con el ataque de egipcios y sirios a Israel. De acuerdo con nuestros planes, ellos no deberían ni podrían haberlo hecho. De ninguna manera. Ellos sabían que nuestras fuerzas eran superiores, y su derrota, inevitable.

El jefe de inteligencia del Ejército israelí, el hombre responsable de la evaluación de toda la inteligencia recopilada, acuñó la famosa frase: "baja probabilidad". Así, mientras que los cientos de elementos indicaban que un ataque era inminente, el gobierno de Golda Meir y Moshe Dayan se las arregló para ser sorprendido cuando los egipcios cruzaron el Canal de Suez y los sirios avanzaron hacia el mar de Galilea.

Algún tiempo antes, yo había advertido al Knéset de que los egipcios iban a empezar una guerra. Nadie me hizo caso. Yo no era ningún profeta. Pero acababa de regresar de una conferencia sobre la paz con los delegados árabes, y un excoronel egipcio, muy bien ubicado, me había dicho que Anwar al-Sadat atacaría si Israel no se retiraba del Sinaí. "¡Pero ustedes no pueden ganar!", le dije. "Él no va a lanzar un ataque para ganar, sino para lograr que la situación congelada se ponga en movimiento de nuevo", respondió.

DESDE ENTONCES, la frase "baja probabilidad" ha tenido un sonido siniestro en los oídos de Israel. Nadie la había utilizado nunca, pero durante las últimas dos semanas ha reaparecido repentinamente.

Por muy increíble que suene, adquirió una nueva vida gracias al comando de nuestro Ejército. Deseoso de que los estadounidenses ataquen a Siria, y frente a un resurgimiento de las máscaras de gas en Israel, anunciaron que había una muy baja probabilidad de que Bachar al Asad tomaría represalias atacando a Israel.

El no se atrevería, por supuesto. ¿Cómo podría? Su Ejército está empantanado en los combates con los rebeldes. Es inferior al nuestro, y después de dos años de guerra civil es aún más débil de lo habitual. Por lo tanto, sería una locura absoluta provocarnos. Es muy, muy baja la probabilidad.

¿O no?

Sin duda, así sería, si la mente del Asad funcionara como la de un general israelí. Asad no es un general israelí. Él es el dictador sirio y su mente funciona de manera muy diferente

Qué pasaría en una situación como esta: Los estadounidenses atacan a Siria con misiles y bombas, con la intención de destacar la “línea roja”. Una acción breve, corta, limitada

Asad declara a Israel responsable del ataque y lanza sus misiles contra Tel Aviv y Dimona.

Israel toma represalias y lanza un fuerte ataque contra instalaciones sirias

Asad declara que la guerra civil ha terminado y llama a todos los sirios y al mundo árabe y musulmán entero a unirse a él para defender la tierra santa árabe contra el enemigo sionista común, el opresor de los hermanos palestinos.

Los estadounidenses se apresuran a la defensa de Israel y…

¿Baja probabilidad? ¡Imposible!

POR ESO me sentí tan aliviado como el mismo Obama cuando los rusos lo ayudaron a bajar del palo. ¡Vaya!

¿Qué va a pasar ahora con las armas químicas? Realmente, no me importa mucho. Desde el principio pensé que la histeria sobre este asunto se ha exagerado demasiado. Asad dice que él es capaz de cometer todas atrocidades que quiera sin emplear gas venenoso.

En primer lugar, hay que recordar por qué su padre fabricó este gas. Él creía que Israel estaba desarrollando armas nucleares. Al no poder aspirar él mismo a un equipamiento tan caro y técnicamente avanzado, se conformó con armas químicas y biológicas más baratas, como fuerza disuasiva. Según un informe secreto de la CIA de 1982, Israel estaba produciendo este tipo de armas por sus propios medios.

Ahora estamos en un largo proceso de negociación, de recriminaciones mutuas, inspecciones, transferencia de materiales, etc., que durará muchos meses, si no años.

Mientras tanto, no habrá intervención de Estados Unidos. Ni guerra regional. Sólo el habitual y mutuo derramamiento de sangre en Siria.

ISRAEL está irritado. Obama es un flojo. Un cobarde. ¿Cómo se le ocurre escuchar a la opinión pública estadounidense? ¿Quién le va a creer de nuevo?

Después que alguien cruzó la línea roja, ¿quién va a creer en la línea mucho más ancha que Obama trazó en las arenas de Irán?

Francamente, nadie. Pero no por causa de Siria.

No hay absolutamente ninguna similitud entre la situación de Siria y la de Irán. Aun si la acción "limitada" hubiera dado lugar a una operación mayor ‒algo muy posible‒, habría sido una guerra reducida, con poco efecto sobre los intereses nacionales estadounidenses. Una guerra con Irán es un asunto muy diferente.

Como he escrito antes, muchas veces, una guerra contra Irán llevaría inmediatamente al cierre del estrecho de Ormuz, una crisis del petróleo en todo el mundo, una catástrofe económica global con consecuencias inimaginables.

Lo repito: no habrá ningún ataque estadounidense ‒ni israelí‒ contra Irán. Punto.

EN REALIDAD, Obama sale de esta crisis bastante bien.

Su vacilación, que provocó tanto desprecio en Israel, lo honra. Tiene derecho a dudar en vez de apresurarse a entrar en una guerra. En la guerra la gente muere. Incluso un golpe quirúrgico puede matar a muchas personas. En lenguaje militar limpio a eso se le llama "daños colaterales".

Nosotros deberíamos saberlo. Hace años, Israel empezó una operación pequeñita en el Líbano y sin quererlo mató a mucha gente en un campo de refugiados de la ONU.

Además, Obama empleó el poderío militar de la manera en que debe ser utilizado: no para luchar, si la lucha se puede evitar, sino para darle un peso especial a la presión diplomática. Los rusos no se hubieran movido, y Asad no habría cedido bajo la presión si no hubiera existido la amenaza creíble de un ataque militar estadounidense. Hasta la decisión de Obama de pedirle la aprobación del Congreso fue acertada en este contexto. Proporcionó el margen de maniobra que hizo posible la iniciativa rusa.

Y sí, los rusos están de vuelta en el Gran Juego. Ellos también desempeñarán un papel en los próximos enfrentamientos con Irán. Rusia es, sencillamente, demasiado grande para ignorarla. Y Vladimir Putin es demasiado astuto como para dejarse echar a un lado.

Para los espectadores con inclinación literaria, la interacción entre Obama y Putin es fascinante ‒personajes tan diferentes, con motivaciones tan distintas. Al igual que los gladiadores que blandían espada y los que usaban tridentes en la antigua arena romana.

Y también la ONU ha vuelto al ruedo. La vieja y querida ONU, tan ineficiente, tan débil, pero tan necesaria en situaciones como esta. Que Dios los bendiga.

¿PERO QUÉ pasará con Siria? ¿Qué va a pasar con la masacre en curso, alias “guerra civil”? ¿Va a durar eternamente? ¿Podrá esta crisis convertirse en una solución?

Creo que eso es posible.

Ahora que los EE.UU. y Rusia no están enfrentados, y que Irán está hablando con una voz mucho más razonable (Gracias, por sus felicitaciones por el Rosh Hashaná)*, podríamos quizá, con cautela, con mucho cuidado, pensar en una solución.

Yo puedo, por ejemplo, imaginar una iniciativa estadounidense-rusa en los siguientes términos:

Siria se reorganiza como un Estado federal, similar a Bosnia o Suiza.

Se compondrá de cantones confesionales, siguiendo las líneas existentes: suníes, alauíes, kurdos, drusos, etc.

En lugar de un presidente todopoderoso, habrá una presidencia colectiva rotativa. Eso resolvería el problema personal de Asad.

Y esta es una solución con la cual todo el mundo puede vivir. No veo ninguna otra que se pueda adoptar sin tanto derramamiento de sangre. No creo que con esta se pudiera volver al statu quo anterior. La alternativa a esta solución es el derramamiento de sangre sin fin, y la ruptura del Estado.

Si no se adopta alguna solución como esta, esta crisis aun pudiera dar algún fruto valioso.

Lo que muestra una vez más que la única guerra buena es la guerra que se evita.

*Se refiere a la felicitación que envió en Twitter el nuevo primer ministro de Irán a los israelíes por la festividad de Rosh Hashaná (el año nuevo judío) la primera semana septiembre.