Debo contar una anécdota de un comic, “La Pequeña Lulú”: En una oportunidad alguien le confió a ella un secreto que no le podía contar a nadie. Si no lo hacía, iba a explotar, por lo que fue a una tienda y se lo contó al oído a un maniquí. Algo parecido me sucede hoy, por lo que siento la necesidad de aclarar un grave error. De no hacerlo, cada vez que me recuerde cerraré los ojos y me acusaré, sentiré tanta vergüenza que creo estaré viendo un dedo acusador en cada calle que cruce.
Alguien dirá, “pero la cosa no es para tanto”. Sí, lo es. No hay nada más desagradable que a uno lo confundan con quien no se quiere o con quien no se debe.
Mi fe de errores es imperdonable, máxime cuando la incumbente de ese cargo ha estado durante esta semana en la palestra pública.
En mi artículo del sábado pasado, “El valor de la libertad”, en un párrafo hacía alusión a la “Fiscal del Distrito”, en realidad, quise referirme a la Sra. Yeni Berenice Reynoso, Procuradora Adjunta del Ministerio Público, quien es una verdadera joya y no la Fiscal del Distrito como escribí.
Dicho párrafo decía:
“Viendo las noticias vi como la Fiscal del Distrito Nacional iba en una especie de jaula, rodeada de guardaespaldas, ella se veía pequeña en medio de éstos, apenas se le veía. Me produjo pena, porque pensé que siendo tan joven el compromiso con la Patria la ha convertido en una prisionera”.
Debía decir:
“Viendo las noticias vi como la Procuradora Adjunta del Ministerio Público y Directora General de Persecución iba en una especie de jaula, rodeada de guardaespaldas, ella se veía pequeña en medio de éstos, apenas se le veía. Me produjo pena, porque pensé que siendo tan joven el compromiso con la Patria la ha convertido en una prisionera”.
Doy gracias porque tengo la oportunidad de enmendar el error.