Las elecciones de este próximo domingo son una oportunidad para ejercer el poder ciudadano. No nos ceguemos, veamos bien la calidad del candidato y sus propuestas para el mejoramiento de nuestra vida en la ciudad, pueblo o distrito municipal: en salubridad, educación ciudadana, ornato, medio ambiente, organización territorial, seguridad, albergues para animales y personas en estado de vulnerabilidad, entre otras.

Hay buenas propuestas. Deberían ser apoyadas. Otras no tan buenas, otras malas y hasta pésimas y preocupantes. Unos candidatos experimentados y gestiones que los avalan. Otros con experiencia; pero con desempeños cuestionados. Estos últimos y con ofertas vacías deberían ser castigados.

A través de la eficiente administración de los recursos públicos, de la inversión en el desarrollo y bienestar de la gente y de las alianzas público-privadas, los gobiernos locales deben suministrar los bienes y servicios necesarios para el buen desenvolvimiento de las comunidades locales. Pero antes deben identificar las necesidades de sus comunidades e involucrar a los ciudadanos en los planes para resolver los problemas que afectan a cada colectividad de su demarcación.

Los alcaldes, regidores, directores y vocales deben ser justos y razonables en sus decisiones, en las regulaciones y en el cobro de las tarifas aplicables a los servicios brindados. Las autoridades locales deben ser responsables; cumplir los mandatos legales y realizar gestiones eficientes, eficaces y transparentes; rendir cuentas de sus labores y permitir el acceso seguro y amplio de los ciudadanos a las informaciones; y, consultar siempre a los ciudadanos/as para tomar las mejores decisiones.

Cuando hablo de eficacia y eficiencia en la implementación de políticas públicas en el caso de los gobiernos locales, me refiero a que los ayuntamientos deben cumplir con sus agendas programáticas de bienestar y desarrollo de las comunidades y a que las autoridades edilicias deben hacer un uso razonable e idóneo del personal y de los recursos de que disponen. 

Creo que debemos votar, pues, por quienes puedan sacarle el jugo a sus presupuestos, para que hagan verdaderas  y productivas inversiones ciudadanas y territoriales; y, por quienes nos posibiliten vivir en ciudades, pueblos y distritos municipales en los que los de otros territorios quisieran habitar. El voto es una expresión del poder ciudadano, ejerzamos este derecho.