Existe una inquietud en los ciudadanos que profesan una fe religiosa como por ejemplo los miembros de la comunidad evangélica sobre la nueva tendencia de algunos líderes políticos a favorecer antivalores que van en contra de los principios, valores, cultura y tradición del país, en los casos de aborto, matrimonio homosexual,  relativismo moral y otros.

No cabe duda que contra la fe religiosa y también contra la identidad moral y social de nuestra sociedad, se han levantado voces de minorías, organismos multilaterales y entidades de defensa de los derechos humanos de influencia internacional que luchan con intensidad para cambiar nuestra legislación y mermar la vigencia de instituciones sociales de relevancia como es el caso del matrimonio, la familia, y la educación.

Hemos observado como algunos líderes políticos dominicanos han querido hacer el juego a esas minorías y organismos internacionales.  Con un absoluta parcialidad e irreflexivamente han mostrado públicamente su apoyo a temas tan nodales como el aborto y el matrimonio homosexual.

A esos líderes políticos les ha faltado identidad. Ahora bien, los amigos lectores se preguntarán el por qué.  La respuesta es sencilla: El matrimonio homosexual y el aborto basado en una cultura de la muerte que condena a una vida humana antes de nacer de manera electiva, son antivalores que nunca han estado presentes ni en nuestra cultura ni en nuestra legislación.

Es un deber tanto de la iglesia evangélica como la católica, instruir a sus miembros a fin de que esos líderes políticos que están a favor de los antivalores no sean favorecidos con el voto electoral.  Así de sencillo. Sabemos que esas minorías usan sus influencias a través de institituciones que las favorecen y  que tienen grandes recursos económicos.

Es tiempo de que tanto la comunidad evangélica como la católica unan sus esfuerzos para que la los líderes políticos dominicanos, piensen más en una sociedad que va cada día en declive y donde el buen ejemplo basado en valores brilla por su ausencia.

Tenemos el caso de los Estados Unidos de Norteamérica, otrora nación fundada en principios bíblicos, desde su misma Declaración de Independencia y países europeos ligados a la lucha del inicio del protestantismo que han involucionado y sus sociedades disueltas y sin identidad porque han abandonado los principios morales y su fe.

No se necesita hacer un estudio sociológico profundo para saber que el pueblo dominicano está huérfano de un liderazgo consciente y que tenga una real identidad nacional que no tema a las imposiciones que perjudiquen su conglomerado, su cultura, valores y nacionalidad.