El verano o período estival es la época del año en el que se ponen de manifiesto las otras prestaciones de las viviendas en términos de confort térmico.

Con temperaturas de hasta 40º C, una vivienda con mala disposición en una parcela dada o una orientación inadecuada, con respecto a los puntos cardinales, puede ser un horno de panadero en toda regla.

Siempre se habla del consumo energético para climatizar el interior de la viviendas, ya sea en verano o invierno, y siempre se atribuye a un mal diseño, que la demanda de calefacción o refrigeración sea alta.

Hablar de un mal diseño es hablar en términos generales, pero entrar a especificar que es malo y que es bueno, depende de muchos factores entre ellos el propio lugar de emplazamiento del proyecto.

Para procurar un aire más húmedo, se puede disponer de espejos de agua, fuentes o pequeños oasis en torno a la vivienda. Esto permite que se produzca un efecto de enfriamiento evaporativo muy de agradecer para los usuarios de la vivienda.

No es lo mismo hablar de mal diseño en una isla del caribe francés, que hablar de mal diseño en Paris, toda vez que las necesidades de confort térmico son diferentes. Tampoco es lo mismo hablar de un buen diseño en Madrid, para condiciones de verano, que para condiciones de invierno en esa misma ciudad.

Madrid en invierno, es una ciudad térmicamente llevadera, desde nuestro punto de vista, mientras que en verano no hay quien la soporte, siendo abandonada en masa por sus habitantes a la primer oportunidad de vacaciones que se les presenta en julio y agosto.

Madrid es un excelente laboratorio para plantear un diseño bioclimático para clima mediterráneo europeo, no llega a los extremos de otras ciudades con condiciones climáticas parecidas pero tiene puntas  de temperatura que son bastante representativas. Desde luego no somos partidarios ( ni es lo correcto) de diseñar prototipos de soluciones exportables pero Madrid nos permite a los proyectistas que tomamos en consideración estos factores climáticos, tener un buen entrenamiento en soluciones óptimas.

Ejemplo para Verano en Madrid

En una vivienda situada en Madrid, con temperaturas medias de 38º C entre julio y agosto, lo importante es dotar de sombra a los huecos, humidificar el ambiente y procurar ventilación cruzada. Esta última habiendo garantizado las dos condiciones primeras y preferiblemente en horas de la noche o de la mañana temprano.

La protección solar puede conseguirse mediante elementos en la fachada como toldos, pero es mejor si se toman en consideración árboles y vegetación de hoja caduca, que en invierno deja pasar los rayos del sol y en verano sirven de barrera para los mismos.

El tema de humidificar el ambiente circundante a la vivienda es de vital importancia….  Digamos que es de capital importancia. Madrid tiene una humedad media en verano de entre el 25% y el 30%, es decir un aire muy seco, que incluso parece que quema. Para procurar un aire más húmedo, se puede disponer de espejos de agua, fuentes o pequeños oasis en torno a la vivienda. Esto permite que se produzca un efecto de enfriamiento evaporativo muy de agradecer para los usuarios de la vivienda.

Si este efecto de enfriamiento evaporativo se "coloca" en la "trayectoria" natural del viento en una trayectoria producida por un juego de volúmenes previamente dispuesto en el diseño del edificio tendremos un sistema de enfriamiento natural de primera… Es  un principio puesto en práctica en La Alhambra mucho antes de que fuera escrito en los manuales de arquitectura bioclimática.

Hasta la próxima.