El 13 de agosto de 2019, Taína Guatreau, legendaria dirigente peledeista, danilista a rabiar, publicó un tuit premonitorio que debió registrar miles de retuits, me gusta y comentarios. Pero se quedó en la apreciación de unos cuantos lecto-autores.

Escribió: “Al compañero @Danilo Medina –no al presidente en conteo regresivo- le quiero pedir que se vea en el espejo del expresidente @Leonel Fernández, quien distinguió y le dio oportunidades a algunos que hoy le irrespetan e intentan humillarle. El agradecimiento y la lealtad son virtudes”.

Medina termina su cuatrienio el 16 de agosto de 2020. Gobierna el país desde 2012, tras ganar las elecciones en primera vuelta con el apoyo sostenido del presidente de entonces, Leonel Fernández.  En víspera de los comicios de 2016, el Comité Político del gobernante Partido de la Liberación Dominicana (PLD), a contrapelo de una aguda crisis interna, impulsó una reforma constitucional que habilitó al mandatario para un segundo período y nunca más. Otro intento por lograr una segunda reforma consecutiva con el mismo objetivo, acaba de ser abortado por una coyuntura local y externa muy adversa.

La noche del 22 julio de este año, en una alocución radiotelevisada, Medina anunció su desistimiento del objetivo, pero se ha dedicado a promover como precandidatos presidenciales a siete de los suyos, para seleccionar uno que enfrentaría en las primarias del 6 de octubre al expresidente de la República y presidente del PLD, Leonel Fernández. Son: Carlos Amarante, Temístocles Montás, Reinaldo Pared, Francisco Domínguez, Andrés Navarro, Radhamés Segura y  Gonzalo Castillo.

Hasta ahora, ni los dioses reciben tanta veneración como el Presidente. Mientras, ni el demonio recibe tantos ataques feroces como el expresidente Fernández. Las campañas sucias son recurrentes ante el silencio profundo del CP (la mayoría,  ministros y directores generales, desde el primer gobierno del PLD, en 1996).   

Hace una semana, en el televisual Hoy Mismo, el precandidato Pared se quejó amargamente de que ha sido víctima de una campaña orientada a vincularle al poderoso capo César Peralta, y ha atribuido la autoría a personas vinculadas al precandidato Gonzalo Castillo, quien –en su propaganda- se autoproclama como Gonzalo “Medina”, en alusión a su relación estrecha con el presidente.

También ha criticado el desbalance en la inversión en publicidad política, a favor de Castillo. El miércoles 29 de agosto, Carlos Amarante renunció a sus aspiraciones a la Presidencia, alegando que no competiría en un escenario dominado por la fuerza del dinero y recursos del Gobierno.

El 16 de agosto, los diputados danilistas, con el aval de varios miembros del CP, violaron la alternabilidad de la presidencia la Cámara de Diputados, consignada en el acuerdo de 15 puntos establecido por el mismo organismo superior, tras la reunión de Juan Dolio, a mediados de  2015, para contener la crisis que corroía al partido.  Optaron por continuar con Radhamés Camacho en perjuicio del leonelista Demóstenes Martínez.

El presidente del Senado, secretario general del PLD y precandidato presidencial, Reinaldo Pared, danilista como ellos, había recordado que “los acuerdos son para cumplirlos”. No le cogieron la seña.

LA SOLEDAD DEL PODER

La simulada obsesión con el mandatario no durará toda la vida. Tiene fecha de vencimiento. Y esa fecha está tan cerca como el 16 de mayo de 2020, cuando, ante la Asamblea Nacional, él se quite la banda y se la coloque al presidente electo. Desde ese momento, se quedará “desempleado”. Lo tiene muy claro la recia Taína Gautreau, quien acumula una larga experiencia, desde Juan Bosch y la fundación del PLD (diciembre 1973).

Muchos de los que hoy hacen de áulicos, hicieron lo mismo a Leonel. Su metamorfosis es incomparable. Mudan la piel de la lealtad y la gratitud con la misma rapidez con que un sediento toma un vaso de agua. Están matrimoniados con la traición. Porque, al decir de Stalin (citado por el seguidor de Taína en Tuíter, Van Elder Espinal) “la gratitud es una enfermedad que sufren los perros”.

Si el presidente Medina perdiera los estribos y se llevara de los despechados, desleales e ingratos, su soledad sería insoportable. Los amigos del presidente Medina tal vez no serán amigos del expresidente Medina.

¿O acaso no es una señal tenebrosa de abandono temprano, el silencio hondo de muchos de los suyos frente a la oleada de ataques mediáticos motivados en una supuesta relación cercana entre él y el capo de moda, César Peralta (El abusador)? Quizá sí, quizá no.