En el lanzamiento comercial de la película “Los Paracaidistas”, el actor Fausto Mata dice que “No sirve de nada que vayas a buscar donde un patrocinador 70 millones de pesos, lo que cuesta una película, y al cine nada más vayan tres líneas de asientos”, como argumento, y a seguidas expresa que “Ya uno se pone a la defensiva porque es el sustento de miles de personas”.
Es obvio que rechaza toda y cualquier crítica que ponga en dudas y agreda el trabajo por el cual se permite mantener a su familia.
Quienes trabajan haciendo películas y recurren a la ley de cine dominicana, muestran intereses comunes como es ese de buscar el sustento, pero inmediatamente después se presentan otros diferentes intereses que los enfrentan. Y el mismo señor Mata se ha visto envuelto en enfrentamientos por asuntos económicos haciendo películas.
Pero no es eso la más controvertible de la afirmación del señor Mata.
Con su afirmación le da un tapaboca a quien quiere hacer otro género mediante la ley de cine.
Ahora bien, ¿si son tan efectivas en taquillas, las comedias no deberían acudir a la ley de cine? Ciertamente acuden con un jugoso presupuesto a sabiendas de que igual van a tener suficientes inversionistas y asegurado un buen público con la buena distribución y exhibición.
¿Le importa a alguien que quien quiera hacer otro cine busque sustento en la ley de cine? ¿Le preocupa que se haga otro cine y que solo llenen tres líneas de asientos? ¿Porque atacar y retirarle apoyo a quien quiera incursionar en otros géneros? ¿No fue para eso que se hizo la ley de cine?
Obviamente hay una hegemonía de quienes hacían comedias antes de creada la ley de cine y ahora se han establecido como único sistema: comedia y solo comedia para producir, distribuir y exhibir con todo el patrocinio del mundo.
Hay muy buenos cineastas dominicanos y excelentes actores que quieren realizar incluso buenas comedias, comedias de-a-verdad.
Pero con ese oligopolio en ciernes nunca habrá diversidad, ni democracia, solo desigualdad. La consolidación de todo un tinglado sistémico azuzado por la simulación de las élites dominicanas.
Y eso además de crear una industria solo para una élite, le baja la autoestima al mismo cine dominicano, es decir a quienes trabajamos por crear una identidad de un cine competente con características propias como ´marca país´.
Quien sabe del negocio del cine, está al tanto de que el negocio depende de la distribución y la exhibición, y no de que solo se hagan esas comedias.