Ya habíamos advertido mucho antes que iniciara el sínodo vaticanista que el papa Francisco iba a iniciar una estrategia mediática de “iglesia de puestas abiertas” para levantar su deteriorada imagen,  sin importar el abandono de doctrinas cristianas que han orientado la iglesia católica por cientos de años.

El Papa logró lo que quería: reafirmar su posición como líder político y espiritual de la iglesia este “sínodo sobre la familia” y luego reconceptualizar la penosa imagen de la iglesia con escándalos por doquier incluyendo pederastia y lavado de activos.

Aunque falta más o menos una semana para la redacción final del documento, y sea hecho público por el Papa, llama la atención uno de los aspectos que contempla en su redacción: la tesis ambigua de que "las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana", y que "hay casos en el que apoyo mutuo" de algunas uniones homosexuales "constituyen un valioso soporte para la vida de las parejas", constituye una negación total a la doctrina cristiana básica del matrimonio.

Esa ambigüedad nos permite preguntarnos ¿Cuáles dones? ¿El hecho de que una persona tenga la condición homosexual significa un “valioso aporte para la vida de las parejas”? Es como si se quisiera borrar como se dice popularmente de “golpe y porrazo” toda la tradición de la vida humana desde la creación del hombre sobre la unión marital entre un hombre y una mujer.

Además de los aspectos bíblicos y teológicos, la iglesia católica se apresura  a presentarnos una nueva orientación del matrimonio donde se privilegia la condición de homosexual como leiv motiv  para favorecer un tipo de uniones no aceptado por la Biblia, pero sí abierto a las nuevas corrientes de pensamiento que políticamente favorecen a la iglesia.

Sabemos que en algunos debates la posición de los que estaban a favor de la familia tradicional y bíblica se dijo que  "no se debe hablar de personas homosexuales casi como si el homosexualismo fuese parte de su ser ontológico, sino de personas con tendencias homosexuales", por lo que como afirmamos siempre esa tendencia no debe marcar  el hito o paradigma para la aprobación de un nuevo tipo de unión ni mucho menos jusfificarlo bíblicamente.

Otro de los aspectos que pudimos analizar es el hecho de que el sínodo del 2014 que continúa en octubre del 2015, de los 191 que votaron llamados “padres sinodales” no se oyeron voces contrarias a la del Papa.  Con muy raras excepciones los medios se hacían eco de voces distanciadas a la línea papal. No negamos la influencia mediática de este  Papa que más o menos ha logrado con una buena estrategia ser “acepto a las llamadas nuevas tendencias del relativismo moral moderno” y de las nuevas formas de pensamiento que buscan cambiar el status quo de la doctrina cristiana básica.