Soy el primer semáforo de esos que están en las calles para tratar de regular el transito que piensa por sí mismo debido a que me insertaron un cerebro humano -ya nada es imposible con los trasplantes- con cociente intelectual, el CI, suficiente para permitir funciones cognoscitivas de manera física y real, no de la robótica o informática meramente artificiales, y por eso puedo decir el archiconocido y tan sobado lema de ¨Cogito, ergo sum¨, pienso, luego existo, y además razono. Lo primero que me viene a la mente es en que no me gusta el trabajo que me han asignado primero colgado de un cable como una piñata de cumpleaños en el medio de un cruce de calles, y después plantado en una esquina como cualquier farol de esos que se abrazan los borrachos cuando ya ni pueden caminar.

Aun siendo mi función de una considerable importancia ciudadana, la de evitar accidentes, tengo que soportar el candente y abrasador sol caribeño durante horas y horas, las torrenciales lluvias, los vientos inclusive de tormentas y hasta ciclones batateros como uno muy famoso por su violencia que me arrancó, me desbarató y me lanzó a un centenar de metros abollándome y rompiéndome por todas partes. Tuve que estar en el Hospital Semafórico Traumatológico dos meses en estado de coma y seis más en reparación.

Asimismo, debo aguantar la emisión de gases tóxicos de los vehículos tan nociva para las vías respiratorias, el ruido constante de las bocinas gritonas e insultantes, o permanecer plantado en el mismo lugar día un día sí y otro también, sin festivos que disfrutar, sin vacaciones aunque no sean pagadas, sin poder girarse hacia los lados o mirar hacia atrás, sin moverse ni para ir al baño. Una vida dura y por si fuera poco sin cobrar ni un solo chele.

También pienso que no me gustan los colores con que me han pintado, rojos, amarillos, verdes, todos primarios, bien chillones para que todo el mundo los vea, y yo prefiero los tonos pasteles o los que marque la moda Semáforo Fashion en la pasarela de Nueva York según las estaciones. ¿Y qué decir de mi trabajo? Es bien aburrido estar las veinticuatro horas emitiendo la luz roja, después la ámbar o amarilla como le llaman y luego la roja, así una y otra, y otra, y otra vez, y después por la noche a veces nos ponen a titilar como si tuviéramos un tic nervioso sin cura en el ojo, eso cansa.

Algunos colegas , sobre todo en el extranjero, emiten mensajes sucintos y monótonos del tipo ¨pase¨ o ¨no pase¨, ¨alto¨ y producimos unos ruidos tipo gruñidos rápidos gri…gri…gri… para acelerar el paso de los peatones indicando que vamos a cambiar en unos segundos, y otros que han sido llamados llamados ¨inteligentes¨ marcan de manera regresiva los segundos que faltan para cambiar sus colores ¡gran cosa! el tiempo pasa igual con o sin cifras.

¿Y pensar sobre el caso que nos hacen, qué? Primero los técnicos, nunca nos agradecen nuestra continua y callada labor, si alguno se avería en seguida se oyen comentarios tipo ¨otra vez ese maldito semáforo de la calle Tal se estropeó¨ ¨o menudo lío de circulación ha formado la porquería del semáforo¨, otros de tanto en tanto nos dan servicios de mantenimiento, pero se la pasan hablando con los celulares con todo el mundo, los amigos, las novias, las esposas o las bancas de apuestas y nos ignoran, y los conductores lanzando sapos y culebras por la boca ¨voy a llegar tarde a la oficina por ese m… de semáforo, el jefe me va a abroncar, es la tercera vez que pasa este mes¨ y los peatones ¨este pendejo semáforo al final va a hacer que nos atropellen¨, como si nosotros tuviéramos la culpa de las deficiencias técnicas con que los fabrican.

También pienso en las muchas cosas que veo a diario, los peatones que cruzan por todos los sitios menos por los pasos señalados donde deben, los motoristas esos kamizakes en dos ruedas que debajo del casco no parecen llevar el ¨caco¨, el de pensar, pasan en rojo por puro placer, nunca frenan aunque estén a punto de arrollar personas automóviles, guaguas, o camiones, deben sentir un placer morboso en ello, claro que así les va, por algo en vez de motoristas les llaman los ¨muertoritas¨. Los conductores de carros aunque en no en la misma proporción también lo hacen, sobre todo por la noche y altas horas de la madrugada siendo un serio peligro que ha causado cientos de de accidentes y atropellos mortales.

Recuerdo un caso, el más duro entre otros muchos similares que he visto en mi larga existencia, de una señora muy gruesa y de caminar lento que pasando en luz verde no pudo esquivar el carro de un descerebrado que venía a gran velocidad y sin respetar la luz roja la aplastó literalmente, allí quedo su cuerpo destrozado, bañado en sangre y grasa varias horas, hasta que el legista ordenó levantar el cadáver y ni por un momento pude cerrar los ojos para dejar de ver tan horroroso espectáculo, tuve que seguir rojo, ámbar, verde, rojo, ámbar verde…

También he visto desde mi panorámica lineal asaltos en plena calle, en las aceras, apuñalamientos y tiros entre traficantes por dominar un punto de drogas, una bala casi me dio en uno de los tres ojos que dispongo, muchas  palizas de matones, tirones de bolsos a ancianas que han sido arrastradas sin piedad varios metros por las aceras, robos de vehículos, de gomas, de espejos retrovisores, de los objetos de su interior, y muchas otras tropelías más, pues la zona donde estoy ubicado es bastante marginal y posee un alto índice de delincuencia ¡si por lo menos me trasladaran a otra más calma!

Ya ven, un semáforo es algo más que una pieza de metal anclada o colgada para regular el tránsito, cumplimos nuestra función profesional de manera correcta, diría que hasta modesta ycasi desapercibida para la mayoría de la población que nos ve más como un molesto alto obligado en el camino que unos fieles guardianes de su vida. ¡Ahhhhhhh! ¡Por favor! espántenme ese perro viralatas que se aproxima, lleva todos los días de la semana viniendo a esta hora para levantar su pata sarnosa y pissssssssssss… pisssssssssss o ….cacaaaaaaaaa, en la parte más baja de mí anatomía ¡!Si yo pudiera moverme le iba a dar una patada que lo mandaría a luna ¡Por puerco!