Esta foto del padre Jesús Hernández se la tomé en el 2004. Al verla hay muchas emociones, ideas, conversaciones, búsquedas, corre-correes, porque de todo hay en la viña del Padre Chús.

El padre Jesús Hernández ha levantado todo un monumento cultural: la Biblioteca Antillense. Comenzó en Cuba, de donde el padre fue expulsado en los Sesenta, junto a hermanos de su congregación. En Puerto Rico, pero como el padre anda siempre con sus libros, se trajo la biblioteca a Santo Domingo. 

Al cariño se unió el respeto por su constante búsqueda de textos. Los que no podía conseguir, los fotocopiaba. NO había un día de feria del libro donde el padre no estuviese buscando, consultando, pidiendo, porque siempre tenía que actualizarse la propuesta bibliográfica.

El resultado ha sido inconmensurable. La Biblioteca Antillense cuenta con más libros dominicanos que la mismísima Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña. Si no lo cree, consulte el catálogo.  Y si hablamos de filosofía, seguramente no hay en el Caribe hispánico un centro cultural de cualquier tiempo con una consistencia bibliográfica parecida.

El padre Jesús Hernández sólo ha hecho magia.

Durante decenios el padre Chús ha puesto toda la pasión por hacer florecer esos libros. Pero también el cuerpo se cansa y ahora el padre  está en la Residencia de los Salesianos, en Jarabocoa. Ahora que me encuentro con esta imagen suya, la comparto, agradeciéndole tanta bondad, porque más no se puede pedir.

Si hubiese un Santo de los Libros, ese sería el Padre Jesús Hernández.

Ha hecho demasiados milagros.