Debemos reivindicar un retorno a las políticas económicas de John Maynard Keynes. Es decir, reclamar que el gobierno desempeñe un papel activo en la vida económica, no solo regulando el funcionamiento financiero, sino creando fuentes de empleo a través de obras públicas no fastuosas o innecesarias, sino que sirvan para estimular el crecimiento económico. Y llevar a cabo políticas sociales activas.
La economía requiere un equilibrio entre el papel de los mercados y el papel de los gobiernos.
La duración de la crisis dependerá de las políticas que se apliquen ya que las teorías económicas, y de cualquier índole, incorrectas, conducen a políticas inadecuadas.
La crisis debe llevar a un cambio en las políticas y es menester también que haya un cambio en las ideas. ¿Es posible, que la UE siga manteniendo sus concepciones neoliberales, por ejemplo, estando contra una banca pública, contra las empresas estatales y resistiéndose a que el banco europeo tenga funciones más allá de controlar la inflación?
¿Es posible que la socialdemocracia abandone ya de plano su apego al neoliberalismo que la hace confundirse con los partidos de derecha y centro-derecha, y logre adoptar y defender una visión alternativa sobre el crecimiento económico, el papel de los mercados, etc. que la distinga del neoliberalismo?
Lo cierto es que: "Si tomamos las decisiones equivocadas, Saldremos con una sociedad más dividida y con una economía más vulnerable a otra crisis, y peor equipada para afrontar los desafíos del siglo XXI" (Joseph Stiglitz, Caída libre, 2010,Taurus,Madrid)
Lo que no es tolerable es que se llegue a creer que el éxito para salir de la crisis debe estar en hundir en la pobreza a millones de personas.
Cuando se produjo el rescate de los bancos en el Asia Oriental durante la crisis financiera de 1997, se consideró que las medidas habían sido un éxito, porque los bancos norteamericanos y europeos no habían salido perjudicados. Sin embargo, para los habitantes de la región, que se vieron arruinados y sus vidas y esperanzas rotas, aquello fue un fracaso, una catástrofe.
Siempre queda hacerse la pregunta: ¿Cómo hubieran ido las cosas si se hubieran aplicado otras políticas? Es lo que necesitamos preguntarnos nosotros y sobre todo, actuar, actuar para que sea necesario que en los órganos de poder y de toma de decisiones se tengan que plantear otras salidas o soluciones, y que no sea siempre la misma: ¿Cómo favorecer a los bancos y a los más ricos para salir de la crisis?
Éstos, por su parte, echan la culpa a los políticos de la crisis, por no haber supervisado la regulación, por no haberlos frenado a tiempo, por no haber sancionado y apartado a las "manzanas podridas". De manera que los políticos quedan en el papel de cornudos y encima, apaleados.