Tenemos siempre la sensación de que un cambio de gobierno en los Estados Unidos no introduce grandes modificaciones en la política de ese país. En parte es así, la victoria de Joe Biden no hará desaparecer de un día para otro la tradición proteccionista americana, para solo citar un ejemplo, podría producirse un cambio de estilo, un tono menos amenazante, moderar las represalias económicas a China, entre otros ajustes, pero el proteccionismo americano permanecerá en pie.
No hay que olvidar que el Partido Demócrata, que históricamente ha contado con un fuerte apoyo de las grandes centrales sindicales, está obligado a proteger a los trabajadores americanos, para solo mencionar uno de los múltiples intereses que obligan a ese país mantener políticas proteccionistas.
Pero ese proteccionismo, llevado a la obsesión durante la gestión Trump, en su ambición de recuperar empleos deslocalizados por empresas que sencillamente dejaron de ser competitivas, no es el único componente de su política; la reducción de impuestos, desreglamentación y reducción de gastos, sobre todo en salud, programas sociales y educación, son otros de sus grandes pilares.
La continúa reducción de impuestos ha sido la receta Trump para relanzar la economía, y de continuar en la Casa Blanca, cosa poco probable, seguiría en esa misma dirección. Según el Tax Policy Center, el 80 por ciento de los americanos han tenido reducciones de impuestos durante su mandato, sin dudas que los más favorecidos han sido los más ricos.
En su programa electoral, Trump propone reducir el gasto en salud, programas sociales y educación, en 217, 139 y 52 millares de dólares respectivamente.
Según los economistas de la agencia Moody’s, la continuación de estas políticas no asegura un comportamiento de la economía americana mejor de lo que podría ser bajo el programa de gobierno que propone Joe Biden.
Los economistas de Moody’s estiman que, con el programa económico de Biden, la economía americana crearía 18,6 millones de empleos en cuatro años, contra 11,2 millones de empleos que se crecería con el programa económico de Trump.
En cuatro años, Biden promete elevar el gasto gubernamental en 3947 millones de dólares, reservando el 60 por ciento de ese gasto a las infraestructuras, principalmente transporte, 872 millares; 700 millares al programa Buy América, para favorecer a las empresas americanas (esto es esencialmente el proteccionismo americano a la Joe Biden) y 475 millares serían destinados a las energías verdes. Promete también un retorno al Acuerdo de París y alcanzar los objetivos de reducción de gases a más tardar en el 2025.
En los servicios, propone aumentar el gasto en educación en 636 millares, 368 millares en programas sociales y 505 millares en salud.
Para financiar estos programas, necesita aumentar los ingresos fiscales en 1442 millares de dólares en cuatro años, 822 millares provendrían de los impuestos a las empresas, 303 millares de los impuestos a particulares y 317 millares de los impuestos sobre la masa salarial.
Cabe señalar que la implementación de un programa electoral no depende únicamente de ser electo presidente, sino de los apoyos que se tengan en el Congreso y la Cámara de Representantes, que votan las leyes federales y el presupuesto federal.
Es también importante remarcar que en estas elecciones no solo están en juego la orientación económica, sino también la posibilidad o no de un retorno a la normalidad, a una cierta previsibilidad, muy maltratada por la improvisación, imprevisibilidad, continuas represalias y permanentes querellas que han caracterizado a la administración Trump.
Con Joe Baden, Estados Unidos no dejará de ser lo que es, pero un cambio de estilo se producirá. No dirigirá ese país a golpe de tweets, ni tampoco reduciendo la orientación política y económica a su programa Buy America, como ha hecho Donald Trump con su slogan Make Amercia Great Again.
Tampoco creo que Biden enfrentará a China como un Llanero Solitario, buscará enfrentarla concertando alianzas con sus socios del resto de Norteamérica, particularmente Canadá, con quien mantiene un importante intercambio comercial del orden de 800 millares de dólares anuales (más de 2000 millones de dólares al día), así como con sus aliados europeos. Ambos socios muy maltratados por Trump. Una cierta retorno al multilateralismo tendrá que producirse.
A la hora actual (miércoles 4 nov., 17h), con 264 grandes electores en el bolsillo, de los 270 requeridos para ser electo, Biden se perfila como el ganador de las elecciones, y Trump, el seguro perdedor, pero no solo él, también las firmas encuestadoras que preveían una cómoda victoria de Joe Biden y una institucionalidad democrática amenazada por un candidato que se declara ganador antes del conteo final de los votos, hace acusaciones de fraude electoral y ha comenzado a contestar en los tribunales los resultados.
Las firmas encuestadoras, que una semana antes de las elecciones daban a Biden una cómoda ventaja de nueve puntos, tendrán que revisar sus encuestas, realizadas en 80 por ciento en la Wed. Sospecho que una mayor accesibilidad de la población más joven e instruida a este recurso, podría estar viciando los resultados de las encuestas americanas.
A los ciudadanos americanos corresponde mantenerse de pie para evitar que ambición desmedida de su presidente candidato quiebre la institucionalidad del país.